GASODUCTO NÉSTOR KIRCHNER: EL IMPACTO ECONÓMICO SERÁ EN VARIOS FRENTES

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La obra, cuya última soldadura se realizará este viernes, comenzará a transportar gas desde el 20 de junio. En un primer momento, permitirá ahorrar U$S 2000 millones en importaciones de energéticos.

El gasoducto Néstor Kirchner ha sido catalogado por los expertos como un game changer, es decir, un hecho que cambiará las reglas de juego de la economía argentina. Una vez en funciones, se espera que sea el próximo 20 de junio, generará impactos en varios sentidos: de un lado, en las importaciones y las exportaciones de gas, lo que a su turno impactará en la capacidad del Banco Central para acumular reservas; del otro, abaratará el precio del gas para la industria local. En cambio, no se prevé lo mismo para las tarifas que pagan los hogares.

La obra cuyas últimas soldaduras se realizarán este viernes, es un gasoducto de 573 kilómetros de extensión, entre Tratayén, en Neuquén, y Salliqueló, en la provincia de Buenos Aires. Allí empalma con una cañería existente de la empresa TGS que va de Bahía Blanca al Área metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

TGS (Transportadora de Gas del Sur) es una firma que surgió de la privatización de Gas del Estado, en diciembre de 1992, responsable por la red de gasoductos troncales que transporta masivamente gas desde los yacimientos de Neuquén (incluido Vaca Muerta), Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego hacia Bahía Blanca y el AMBA, además de todas las ciudades medianas el sur argentino ubicadas en la zona de influencia del litoral atlántico.

Ruidos y datos en torno al gasoducto

Para conectar Tratayén con Salliqueló se precisaron 56.700 tubos con costura, de 12 metros de largo y unas 5 toneladas de peso. La chapa para la fabricación de estos caños se importó desde Usiminas, la fábrica que Techint tiene en Brasil. Una vez en la Argentina, fue curvada y soldada en la planta de Tenaris (también de Techint) ubicada en Valentín Alsina, en el conurbano bonaerense.

La fabricación de los caños generó ruidos políticos ya que Techint recibió dólares del Banco Central para realizar esa importación “intra-empresa”, cuando pudo hacerla con financiamiento del exterior o con sus propios dólares.

El costo definitivo de este tramo está por conocerse. Pero datos provisorios indican que podría rondar los U$S 2500 millones: U$S 500 por los caños –que ya están pagados- y otros U$S 2000 millones en la obra propiamente dicha. En este último ítem pesa mucho el incremento de los costos por el efecto de la inflación (mano de obra e insumos locales) y la devaluación del peso (pago por el alquiler de maquinaria importada y mano de obra especializada del exterior).

Así como está, el gasoducto ya puede transportar 11 millones de metros cúbicos diarios de gas natural, lo que equivale al 10% del consumo de verano y al 6% del de invierno.

Cuando se concluyan las dos plantas compresoras que forman parte del paquete, podrá transportar 22 millones de metros cúbicos. Las plantas sirven para reimpulsar el gas que viaja por el gasoducto. Una se construye en Tratayén (la hace Sacde, de Pampa Energía) y la otra en Salliqueló (el dúo Contrera Hermanos y Esuco).

La cantidad de gas que se envíe desde Vaca Muerta hacia el AMBA y Bahía Blanca reemplazará una parte de las importaciones de gas, de Bolivia y por barco, y de gasoil y fuel oil, que se emplea como combustible en las centrales eléctricas. A medida que más gas llegue desde el yacimiento neuquino, serán necesarias menos importaciones.

Alcances

Pero aún con el gasoducto en su plenitud, es posible que la Argentina siga importando energía. Según cálculos del economista y ex subsecretario de Combustibles, Cristian Folgar, esta obra podrá transportar como máximo unos 40 millones de metros cúbicos diarios de gas, pero la Argentina precisaría unos 60 millones si se quiere reemplazar a todos los energéticos que se importan (incluidos el gasoil y el fuel oil).

Además, hay una idea firme en YPF, pero también entre las conducciones políticas del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, de levantar una planta de licuefacción de gas para exportarlo como GNL, tal como el país importa en la actualidad. El gas necesario para ese emprendimiento se detraería del que ahora se emplea para satisfacer la demanda residencial, industrial y vehicular.

De todas maneras, los primeros 11 millones de metros cúbicos de gas diarios, y los posteriores 22 millones, reemplazarán gas más caro que en la actualidad se importa desde Bolivia o por barco. Las estimaciones oficiales hablan de unos U$S 2000 millones de ahorro por ese cambio de fuente.

¿Quién se beneficiará del gas más barato? En la actualidad, el gas que reciben los hogares forma parte de una serie de acuerdos entre el Estado y los productores, conocido como Plan GasAr, por el cual estos comprometen una cantidad de gas por mes a cambio de un precio fijado en subastas trimestrales. Estos contratos fueron determinantes para que las petroleras aumentaran la producción de gas. Pero tienen esta rigidez y no hay previsiones de que ello vaya a cambiar.

En contraste, la industria firma contratos libres con los productores, los que dispondrán del nuevo gas para ofertar a precios de mercado. En ese segmento es donde más se sentirá el ahorro que surge de la diferencia entre el precio del importado y el local.

Además, las menores importaciones aliviarán la demanda de dólares del Banco Central en un momento en que muchos analistas señalan que las reservas netas se encuentran en un nivel «negativo».

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