DOS MODELOS EN DISPUTA

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Las elecciones de este año tienen una propiedad singular: no se está disputando un cambio de gobierno, sino un enfrentamiento que supone un cambio de régimen. De hecho, son dos modelos de acumulación y distribución completamente antagónicos.

El neoliberal conservador mostró su perfil durante los cuatro años de gobierno del ingeniero Mauricio Macri, un modelo regresivo en términos distributivos, inédito en democracia.

Por otro lado, el gobierno de Juntos por el Cambio supuso la profundización del ciclo de fuga y valorización financiera, con el regreso del endeudamiento como palanca fundamental del control socioeconómico del Fondo Monetario, el gran organismo de política exterior norteamericana en la región.

El tercer elemento a considerar vinculado al retorno del FMI, es el alineamiento automático con la política exterior norteamericana, que propone Juntos por el Cambio.

Tema fundamental, dado además, el momento donde se está disputando claramente a nivel internacional la hegemonía estadounidense, no solamente a través de su conflicto con China, sino también en la disputa con Rusia, la competencia con India y otras potencias emergentes.

Unión por la Patria, en sentido contrario, propone retomar un modelo de acumulación en base a la producción y exportación siempre apalancado prioritariamente en el consumo doméstico.

Consumo doméstico que supone casi el 70% del crecimiento económico, como quedó demostrado a partir del año 2003, cuando Néstor Kirchner interrumpe un ciclo de casi un cuarto de siglo de hegemonía neoliberal –que llevó la pobreza de 6% a 54% y el desempleo de 3% a 24%–, ruptura que se profundizó durante los gobiernos de Cristina Fernández.

Por otro lado, como planteó el ministro y candidato a presidente Sergio Massa, un objetivo central de Unión por la Patria será tratar de limitar primero y acabar luego con la tutoría del Fondo Monetario.

De hecho, Sergio Massa ha dicho que el FMI es un “ancla” al desarrollo con inclusión, y ha comenzado a desplazarlo de su rol de prestamista de última instancia pagando con yuanes, préstamos en dólares de la CAF y DEG de Qatar, parte de los compromisos devenidos de la deuda irresponsable que tomó el gobierno de Juntos por el Cambio.

No olvidemos que tanto Juan Domingo Perón, como Néstor y Cristina Kirchner desplegaron políticas económicas de crecimiento con inclusión social, sin la tutela del Fondo Monetario, que solo trajo al país pobreza, desempleo, inflación y recesión.

Por otro lado, Unión por la Patria propone una política exterior multipolar como la que expresó Alberto Fernández cuando visitó Rusia en los inicios del gobierno, iniciativa por la cual el país fue uno de los primeros en recibir la vacuna Sputnik, estratégica en la lucha contra la pandemia de covid.

En un momento tan clave de disputa a nivel internacional es absolutamente central, insistimos, que un país de economía mediana como la Argentina, mantenga grados de autonomía con respecto a las potencias emergentes, y hoy más que nunca es real el señalamiento de Juan Perón, de que la verdadera política es la política exterior.

Lo que se juega en estas elecciones entonces es estratégico, tanto como en las de abril del año 2003, cuando con el triunfo de Néstor Carlos Kirchner, se interrumpió casi un cuarto de siglo de hegemonía neoliberal.

Estas elecciones nacionales de tres vueltas que comienzan mañana, tienen el mismo significado histórico: no retornar a lo que tanto daño hizo en Argentina, el modelo neoliberal de endeudamiento y valorización financiera.

Un modelo que, obviamente, en esta etapa será mucho más regresivo en materia distributiva y con niveles de represión social aún más profundos de los que se vivieron durante el gobierno de Mauricio Macri, donde se concretó la persecución y encarcelamiento de opositores y se produjo el récord en democracia de una muerte cada 19 horas por violencia institucional y policial, como oportunamente lo explicó María del Carmen Verdú, titular de Correpi.

En esta perspectiva ultrarrepresiva en la nueva etapa de megaconcentración económica y disciplinamiento político y social debe inscribirse el intento de asesinato que sufriera Cristina Kirchner, donde detrás de una banda de lúmpenes, el compromiso de la oposición neoliberal, los medios opositores, parte de la Justicia y sectores del poder económico es ya casi una evidencia.

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