CÓMO DOMAN LAS (DOS) ANCLAS

0
32

Salió el dato del IPC del INDEC. Los precios aumentaron un 2,3% mensual en octubre, lo que probablemente refleja los movimientos preelectorales del dólar. En Argentina estamos acostumbrados a que cuando sube el dólar, todo lo demás suba duro y parejo, por lo cual es lógico preguntarse qué onda el número. Pero esta vez es diferente, porque el gobierno se aferra a un ancla. Entonces es muy probable que la suba del dólar se traduzca en lo que los economistas llamamos “cambio de precios relativos” y no creo que la inflación siga escalando mucho más… ¡porque el ancla sos vos!

Hace dos semanas te contaba sobre el desafío que es bajar la inflación desde el 20–30% anual. Te comentaba que era un proceso complejo, con marchas y contramarchas, y en donde pueden aparecer costos a repartir. Te propongo retomar esa discusión. Para empezar, mirá el último dato del INDEC:

No sé vos, pero yo veo que desde mayo la inflación viene escalando lentamente. Aunque obviamente esto no está bueno, quiero explicarte porqué me parece que la aceleración inflacionaria de estos últimos meses es parte de un berenjenal; probablemente no podamos esperar una recuperación rápida de los ingresos.Inflación y precios relativosEn economía se repite como si fuera un mantra que la inflación, definida como un suba generalizada y sostenida de los precios, es algo distinto de un mero cambio de precios relativos. Este argumento se suele esgrimir cuando, ante una suba del dólar, los funcionarios se empeñan en destacar que no habrá impacto sobre el nivel de precios, o que dicho impacto será leve (como decía acá un expresidente de nuestro Banco Central hoy devenido en ministro).A veces el speech viene acompañado de una porción grande de “esta vez hay ajuste fiscal y estamos controlando la cantidad de dinero” y, por supuesto, una gaseosa. Sucede que en este menú los funcionarios esconden algunos ingredientes. Por ejemplo, que por más que de fondo haya un “mero cambio de precios relativos”, la inflación un poco siempre se acelera. Nota: es por esto que bajar la inflación suele requerir tener los precios relativos en orden; porque si hay que estar corrigiéndolos cada dos por tres, entonces sos como ese tío que arranca la dieta el lunes y el miércoles se clava una docena de churros.El otro ingrediente que no te cuentan es que la reducción del gasto público es un factor que regula los ingresos de la población, porque afecta prestaciones sociales, tarifas y directamente los sueldos públicos.Las dos anclasLa clave para que una suba en algún precio tan importante como el del dólar no arrastre a los demás, está en que los demás no tengan ni fuerza para arrastrarse o que por alguna política se mantengan quietos. Léase, que se utilicen como un ancla.Según la Real Academia, un ancla se define del siguiente modo:“Instrumento náutico: un dispositivo de hierro con una barra (caña) y brazos en forma de garfio que se aferra al fondo del mar o río para mantener un barco en su lugar”.O sea el ancla es lo que queda fijo para que el barco no se mueva más. Lo más probable es que cuando el capitán ordene que la tiren, va a quedar atrás del navío. Entonces, si un programa utiliza como ancla el tipo de cambio, lo más probable es que se atrase. Algo así como lo que pasó durante la Convertibilidad, o lo mismo que pasó durante el año 2024 cuando el gobierno se enamoró del 2% de depreciación mensual, mientras el IPC aumentaba bastante más.No hay mucha vuelta que darle, casi todos los programas de estabilización tienen como ancla el tipo de cambio, porque al atrasarlo se genera una sensación de que la guita alcanza. Y obvio, tus ingresos pueden seguir corriendo más o menos con el resto de los precios, mientras que todo lo que depende en alguna medida del valor del dólar, corre por atrás.A veces el barco tira con tanta fuerza que algún ancla cede. Acaba de pasar: la Argentina es una máquina de usar dólares, sobre todo cuando nos parece que están baratos. Sin demasiados dólares, chau ancla cambiaria. Pero quedó otra en pie: el ajuste fiscal.Un consejo, no preguntes cómo se hacen las salchichas: el ancla fiscal son tus ingresos, porque está hecho de muchas cosas, como jubilaciones, obra pública, sueldos y prestaciones sociales. O sea digamos, que el ajuste lo estás pagando vos (mentira que lo iba a pagar “la casta”). Como el ancla fiscal sigue férrea, con ella se fueron atrasando los ingresos de la población (en particular si sos jubilado, empleado público o trabajador informal).Todas las familias son infelicesMuchos países tuvieron tasas de inflación astronómicas y casi todos las bajaron. Ergo, ya estuvieron en el punto en el que estamos nosotros. Entonces, ¿cómo hicieron? Bueno, en algunos casos hubo tiempos de vacas flacas y por “x” o por “j”, la sociedad se la bancó; tal vez el recuerdo de la alta inflación hizo lo suyo y le permitió a los gobernantes ajustar a troche y moche (como hizo Alberto Fujimori en Perú).Otros países también bajaron la inflación, pero al menos los costos pasaban un poco desapercibidos porque la economía crecía y se creaba empleo. Entonces el ancla fiscal (o entre nosotros, “salarial”) estaba bien firme en el fondo del mar, pero al mismo tiempo los bolsillos no se sentían vacíos. En estos casos, el salario podía crecer un poquito, pero como crecía menos que lo que aumentaba la productividad, le estaba quitando presión a los precios (porque los costos de las empresas caían). Pensalo así: cuando aumenta la productividad los costos bajan y la inflación tiende a ceder; cuando las empresas aumentan los márgenes, sube el precio de los insumos o los trabajadores piden aumentos de salarios, por lo que la inflación tiende a subir. El efecto total sobre la inflación depende del balance entre las fuerzas que empujan los precios para abajo y las que los empujan para arriba.(Perdoná que abuse de las notas, pero…) Nota: cuando los salarios crecen menos que la productividad, la torta crece, pero los laburantes se lleven una porción más chica del total; en estos casos, se puede usar la política tributaria para mejorar la distribución del ingreso o evitar que empeore.Pero cada una es infeliz a su maneraComo vengo insistiendo, pienso que lo hay que monitorear muy de cerca de acá en más es la dinámica sectorial de la producción y el empleo. Es muy probable que a sectores como energía y minerales les vaya muy bien, mientras que a otros como la industria manufacturera la pasen mal.Adrede o sin querer, esta combinación es la que surge de las políticas del gobierno; en particular la apertura de las importaciones (todavía algo tímida, pero que está, está) y la pasión argentina por evitar que el dólar suba a toda costa. Primero fue con la ayuda del blanqueo, luego el Fondo Monetario Internacional y, más recientemente, Scott Bessent.No tengo dudas de que dicha dinámica podría repetirse en los próximos meses, máxime si el gobierno insiste en mantener el sistema de bandas (que, por su diseño, implica que el techo crezca al 1% mensual y me parece va a quedar rezagado con relación a los precios) y si no arranca de una vez con la acumulación de reservas.Bueno, pero, ¿qué hay de malo con que crezca Vaca Muerta y caiga la industria? Que el primer sector crea poco empleo y el segundo mucho (y no es el único que lo hace y viene mal, otro campeón es la construcción, que también viene de capa caída). Por decir algo, si por cada 100 dólares de producción en Neuquén se crean 10 puestos de trabajo, en el Gran Buenos Aires por esos mismos dólares hay laburo para 30. Entonces si en la industria la producción cae 1000, Vaca Muerta debería expandirse por 3000 para compensar. Como el segundo es todavía un sector incipiente, a mí la cuenta me da, por ahora, que el empleo pierde.¿A dónde van a ir todos esos trabajadores? No creo que ocurra, como en los 90, que asistamos a una explosión del desempleo. Probablemente, proliferen los monotributistas y los trabajadores de aplicaciones, como una forma de ganarse el pan en ausencia de un empleo formal. Como te contaba hace un tiempo, es probable que el efecto sea una caída de los ingresos en dichos rubros.Recapitulo: la inflación sigue alta y ha venido creciendo. No creo que vayamos a una crisis inflacionaria como las que estamos acostumbrados, pero sí veo nubarrones sobre los ingresos y el empleo. La tormenta no es el resultado de fuerzas naturales, sino el efecto de políticas macroeconómicas y estructurales que la precipitan.

Emiliano Libman | Cenital