Hoy, 10 de marzo, se cumplen 27 años del día que fueron suspendidos casi todos los servicios ferroviarios de pasajeros de larga y media distancia de nuestro país.
Desde entonces se multiplicó varias veces el índice de siniestralidad vial, con miles de muertes evitables en rutas, con desaparición de economías zonales, con 650 pueblos-fantasma, con 50.000 trabajadores ferroviarios echados a la calle (con sus familias, 200.000 personas), con una red desarticulada, abandonada y depredada, con la descapitalización del sistema estatal y el encarecimiento del transporte, además de los perjuicios económicos, energéticos y ambientales, entre otras externalidades a sumar.
… A veces no le damos importancia a ciertas cosas que nos parecen menores, aunque nos perjudiquen en el plano personal … nos acostumbramos rápido a los reemplazos simplistas. Hoy en todo el país se pide el retorno de los trenes. Un reclamo tardío, pero al fin bienvenido.
Con una red destruida y estaciones convertidas en otras cosas, demandará tiempo y mucho esfuerzo, en una economía diezmada y con un contexto político complejo.
Es de esperar que de una vez por todas se haya aprendido a no cometer errores tan dañosos para el bien común.
* Pablo Martorelli es presidente del Instituto Argentino de Ferrocarriles (IAF) y director de la revista Redes de Integración.