La expresidenta construye su llegada al PJ Nacional y a una posible postulación el año próximo. Su imagen en las encuestas crece al ritmo de la crisis. ¿Candidata adónde?
“Si mido 35 puntos habiéndome ‘robado un PBI’, imaginate después del desastre que está haciendo Milei”. La frase la escucharon al menos dos interlocutores distintos de boca de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner hace cinco semanas, cuando tomó la decisión de ir por la presidencia del Partido Justicialista a nivel nacional. En el tiempo que pasó entre su resolución y la oficialización pública de su postulación, la economía real del país empeoró. Tarifas, empleo, salarios y hasta inflación aparecen entre las preocupaciones perennes de un electorado que se empieza a alejar del oficialismo y en los próximos meses buscará adónde refugiarse.
Los planes de Cristina para el partido, según conversó con el senador formoseño José Mayans este lunes, pasan por convertir al PJ en la caja de resonancia que capitalice el descontento con la presidencia de Javier Milei y que también pueda ofrecer una alternativa. Para eso, promete la exmandataria, habrá debate interno y amplitud, espacios de discusión de programas de gobierno, convocatoria a la participación y movilización de una sociedad argentina, dinamismo, empuje. Una búsqueda programática, definió Iván Schargrodsky. Su desafío será demostrar que no son solo promesas y no la tiene fácil. Porque quienes no la quieren en el peronismo recelan de lo que ven como “otro intento de sometimiento” y porque el proceso de decisión, publicidad e instalación de su candidatura al PJ no fue debatido, consensuado, ni siquiera informado más allá de los integrantes de su mesa chica.
De esto último se quejan por estas horas los gobernadores peronistas que corcovearon al sentir que el kirchnerismo quería empujarlos a un operativo clamor sin haberlos consultado. “El PJ tiene cinco gobernadores y no llamaron a ninguno. No se puede conducir por Twitter”, se quejaron cerca de Axel Kicillof, según contó Gabriel Sued. Al tanto de los malestares, Cristina contrarrestó con gestos. Los enemigos sanjuaninos José Luis Gioja y Sergio Uñac depusieron por unos minutos la lucha intestina para darle su apoyo. El primero ya tiene su foto con ella y el segundo la verá el lunes. También se mostró con el formoseño Mayans, mientras lima asperezas con su jefe político, el gobernador Gildo Insfrán. Y tanto en el Instituto Patria como en La Plata descuentan la foto con Kicillof, que en algún momento ocurrirá.
Las tensiones entre ella y el gobernador no parecen de imposible resolución, aunque la acumulación de destratos en este último tiempo va sedimentando malestares y recelos. Como contó Pablo Ibáñez, Kicillof se enteró del interés de Cristina por conducir el partido a través de los medios, al igual que de la visita que la expresidenta encabezó la semana pasada en La Matanza, organizada sin notificar tampoco al intendente local, Fernando Espinoza, ni a la dirigente matancera y vicegobernadora provincial, Verónica Magario. “Esto demuele los argumentos que enarbolan contra nosotros”, se relamió un dirigente muy cercano al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, duramente cuestionado hace unos meses cuando hizo un acto en Quilmes sin avisarle a la jefa comunal local, Mayra Mendoza.
Es muy áspero el enfrentamiento que mantienen con Cristina las figuras de ese peronismo que no baja los brazos en su búsqueda de un líder postkirchnerista y que creen ahora haberlo encontrado en Kicillof. Este martes compartieron foto y recorrida con quien por ahora es el rival de la expresidenta en el partido, el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela. Estuvieron con él Ferraresi, Andrés Watson (intendente de Florencio Varela), Juan José Mussi (de Berazategui), y los exfuncionarios albertistas Victoria Tolosa Paz, Santiago Cafiero y Juan Manuel Abal Medina.
¿Cuál es el plan? Llenar la pileta para que, si a Kicillof le llega el momento de tener que decidir si saltar o no, cuando mire, encuentre agua. Y decida saltar. Acumular para que el gobernador se autonomice y el año próximo las listas las arme él. “Ellos, con el acto de Máximo (Kirchner) en contra de Axel, cantaron la falta. ¿Tienen 33 de mano o están mintiendo? 33 de mano es Cristina candidata (en las legislativas de 2025). Si creés que tienen eso, te quedás quieto. Si no, seguís construyendo. Yo no creo que ella vaya a ser candidata”. La analogía explica la lectura que hacen en ese sector. “La discusión no es por la unidad, sino por el sometimiento”, responden –fuera de micrófono– a la exhortación de Cristina. Tienen una mirada indolente sobre la expresidenta. La definen como un “estorbo” que obstaculiza la unidad del peronismo. “En ese esquema tienen que entrar Córdoba y Santa Fe. Y si ella es el centro del dispositivo, es imposible”, argumentan.
Las críticas y tensiones erosionan, pero no perforan el capital político de Cristina. Su capacidad de negociación probablemente le permitirá mantenerse al frente del partido y, si así lo desea, aparecer en una boleta electoral el próximo año. Las mediciones de imagen que todos los meses realiza Opina Argentina, de Facundo Nejamkis, en la provincia de Buenos Aires la muestran bien posicionada y parecen darle la razón a aquello de “imaginate después del desastre que está haciendo Milei”. Y esto sucede incluso en mediciones a nivel nacional. En los últimos meses, bajó su imagen negativa y subió la positiva.
En otro estudio, realizado para un cliente privado y que por eso no difunde, Nejamkis pregunta todos los meses a los bonaerenses por “el peronismo de Cristina y Axel”. Así planteada la pregunta, la intención de voto del espacio según ese sondeo está hoy en un 45%, seguida de un 27% de La Libertad Avanza, un 10% del PRO, un 5% de “la UCR de (Facundo) Manes y (Martín) Lousteau” y un 4% del “PJ de (Florencio) Randazzo y (Juan) Schiaretti”. Esos niveles de intención de voto del peronismo kirchnerista en la provincia de Buenos Aires no sorprenden. Están en línea con lo que sacaron Kicillof y Sergio Massa hace un año, en un contexto político más adverso que este (defendiendo a un gobierno que había fracasado y con Milei en subida). Sería extraño que, dado el empeoramiento de la situación social y económica, tengan hoy menor adhesión.
Incursión territorial en La Matanza, amplitud y debate programático, jefatura del PJ nacional, encuestas en las que mide bien. Cristina da todas las señales de estar construyendo una nueva candidatura electoral para llegar al Congreso en 2025 y, en un mismo movimiento, ordenar la discusión por las listas en su espacio y posicionarse como la armadora insoslayable de cara al 27. Es una estrategia similar a la que desplegó al inicio de la administración de Mauricio Macri, que finalmente le permitió convertirse en la principal electora del candidato presidencial del peronismo en 2019.
Los números y las proyecciones activan algunas ideas disruptivas. Un integrante del equipo de confianza de la expresidenta le recomienda que se postule como candidata a senadora por la Ciudad de Buenos Aires. Va a contramano de lo esperable, porque Cristina es muy fuerte en la provincia de Buenos Aires –adonde podría ser candidata a diputada– y porque la Ciudad se convirtió en las últimas dos décadas en un enclave macrista sin fisuras. Pero ante un escenario electoral en el que la derecha podría ir separada en la Capital Federal, con LLA por un lado y PRO por el otro, la idea fue puesta sobre la mesa y hay quienes ya la empiezan a analizar.
Cristina candidata. Al PJ, ¿y al Congreso? La construcción está en marcha y el puerto de llegada es 2027. En el medio, tensiones, negociaciones y paradas intermedias. Con un horizonte que incluya a militantes y dirigentes más allá del peronismo. Y con el mismo desafío ante todos ellos: revalidar una forma de conducción resistida pero efectiva, que una vez más debe ser puesta a prueba.
Noelia Barral Grigera – Cenital