La segunda presidencia del magnate parece abrir un mundo de oportunidades para Argentina. ¿Es así? Los trumpistas que importan en Argentina y los argentinos que acceden al sistema del republicano.
“Argentina está de moda. Es la doble M: Messi y Milei”. Un lobbista, de los pocos argentinos con acceso a la ceremonia de jura de Donald Trump en Washington DC, pronuncia a Cenital la misma frase que media hora más tarde, desde las gradas en el acto donde el 47° presidente de Estados Unidos firmará sus primeros decretos, pronuncia Alex Campbell, dirigente del PRO con vínculos con el mundo Trump.
Puede que haya, quizá, una dosis de exageración, pero existe un dato objetivo: Javier Milei fue invitado por Trump y formó parte de un exclusivo grupo de mandatarios extranjeros que asistieron a la asunción junto con, entre otros, la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y el salvadoreño Nayib Bukele. Marida, además, con el amor que Elon Musk, dueño de Tesla y –entre otras empresas- X, le dedicó a Milei. Musk tendrá un rol en la administración Trump: proponer una reducción del Estado, la versión yanqui de la motosierra libertaria.
Milei asistió, sábado y domingo, a dos galas latinas y fue protagonista. “Parecía un rock star, se paró a saludar y a los dos minutos estaba sacándose selfies y dando besos”, contó Campbell, quien accedió a la ceremonia por su conexión con una figura que se anticipa como clave en la gestión republicana: Susie Wiles, la primera mujer en ser designada como jefa de Gabinete, figura estratégica en la campaña y con fama de implacable, al punto que se la conoce como la “doncella de hielo”.
El “Argentina está de moda” que, en línea, mencionan el lobbista –que acaba de cerrar un negocio de mucho peso y cuenta que, cuando dice que es argentino, le llueven las consultas– y Campbell aparece como un refresh de los años ’90. La curiosidad por Milei, que puede ser producto de la extravagancia del presidente argentino y del experimento que lleva adelante, enfrentará una prueba de fuego con el desenlace de las negociaciones con el FMI para obtener fondos frescos.
Lo que hace tres meses parecía improbable, -un desembolso de fondos frescos, más de 10 mil millones de dólares– en estas horas se considera prácticamente un hecho, incluso en boca de los actores más críticos al gobierno. En el peronismo apareció, de hecho, otro debate: cómo posicionarse frente a un acuerdo entre Milei y el FMI, discusión que remite a lo que ocurrió en 2018, ocasión en la que el peronismo tuvo, en términos políticos, una posición poco activa. Martín Guzmán, en las horas más ardientes de la interna con Máximo Kirchner por el acuerdo con el FMI en 2022, recordaba que el acuerdo Macri-FMI, durante el primer mandato de Trump, fue por etapas, en varios desembolsos, ante una actitud “pasiva” del kirchnerismo que no se movilizó.
El hombre de Trump en el sur
Milei parece decidido a aceptar la oferta de Trump para ser su voz en América Latina. Otro presidente que aspiró a ese rol fue el paraguayo Santiago Peña, que se instaló en Washington y se vio con Marco Rubio, el primer latino que quedará al frente del Departamento de Estado, pero no logró entrar al anillo de invitados VIP donde estuvieron los CEOs de las principales tecnológicas, entre ellos Musk.
“Milei tiene libre ese lugar porque ni Lula (da Silva), ni (Gabriel) Boric ni (Claudia) Sheinbaum quieren ser representante de Trump en América Latina”, analiza Jorge Argüello, exembajador en Washington, que entiende que la disputa de Estados Unidos con China puede derivar en que la administración Trump le dedique más atención, que otras presidencias, a la región. “América Latina y Medio Oriente son regiones donde las posiciones de Estados Unidos y China están parejas”, dice Argüello que en su libro Las Dos Almas de Estados Unidos relata la fractura de la sociedad estadounidense. Con Trump, gobernará una de esas almas.
En el Gobierno apuestan, en ese contexto, a la diplomacia presidencial a partir del vínculo Trump-Milei. Surgen, sin embargo, varias intrigas. Una se vincula con lo que Argüello define como “visiones casi opuestas sobre el Estado y el comercio”. ¿Cómo impactará el proteccionismo de Trump, con la suba de aranceles, en la economía argentina frente a la apertura brutal que lleva adelante Milei? Ahí radica la discusión sobre si es posible, o no, un Acuerdo de Libre Comercio.
Hasta acá, la única figura política que pone en el radar el caso argentino es Mauricio Claver-Carone, designado enviado especial para América Latina. Claver-Carone fue activo en el préstamo del FMI a Mauricio Macri en 2018 y, como jefe del BID, no se mostró colaborativo con el gobierno de Alberto Fernández, tensión que se atribuyó a la disputa que tuvo con Gustavo Béliz, que quería la silla mayor de ese organismo. Con Sergio Massa como ministro el vínculo mejoró, pero en medio estalló la crisis que terminó con Claver-Carone fuera del BID, trámite en el que se involucró Guillermo Francos, actual jefe de Gabinete, que por entonces era “gobernador” en el BID en representación de la gestión del Frente de Todos (FdT).
Claver-Carone vuelve recargado, relata un empresario que habló con él hace algunas semanas. Se da por hecho que, si el funcionario le transmite a Milei su malestar con Francos, el jefe de Gabinete tendría dificultades ciertas para seguir en su cargo. Quizá vuelva la vieja idea de convertirlo en embajador en algún destino taquillero de Europa. Claver-Carone se presenta como un “halcón”, que ejerce una especie de comisariato político e ideológico sobre los gobiernos de América Latina. Se anticipan, por eso, tensiones con varias administraciones que, al menos en el cono sur, son mayoritariamente de centro o centroizquierda.
El protagonismo de Rubio y Claver-Carone -de quienes un conocedor del mundo diplomático dice que más que “latinos” son “cubanos”– parece, por ahora, enfocado en alinear a la región contra el eje Cuba-Venezuela-Nicaragua. Para el mundo de los negocios aparece, como enlace preferencial, Gerardo Werthein, quien dejó la embajada en Washington para asumir como canciller y tiene buen nexo con el mundo Trump a pesar de haber tenido, en el pasado, muy buen trato con las administraciones demócratas. Werthein centralizó, hasta acá, el vínculo con la Casa Blanca. Estuvo en la comitiva reducida junto con Karina Milei y el ministro Luis Caputo. Alec Oxenford, embajador designado, se sumó al grupo en WDC y apareció, además, Leonardo Madcur, funcionario de Massa en Economía, que quedó como representante ante el FMI. Habrá que ver, en la medida que avance, qué rol tienen otras figuras como Demian Reidel, de mucha cercanía con Milei.
Cenital