Sergio Massa es un jugador cuidadoso. Cuenta las cartas del mazo y elige, cuando puede, el mejor momento para hacer sus apuestas. A esta altura del partido, se ha ganado el respeto de sus adversarios por su capacidad para sacar “conejos de la galera”.
Pero esta vez el propio Fondo Monetario le ganó de mano. La semana pasada, el organismo dio un escueto comunicado para avisar que había aprobado la revisión del caso argentino y el giro del desembolso correspondiente. Sin embargo, días más tarde, el organismo difundió el “Staff Report”, el documento que reseña todas sus observaciones de política económica y actualiza las metas contenidas en el acuerdo.
Ese día se pudo saber que el Fondo le había dado el visto bueno al denominado dólar agro, y que había reducido la meta anual de reservas en u$s 1800 millones (a cambio de incrementar las del segundo trimestre). Pero también reveló que el equipo económico tiene en preparación medidas que aún no vieron la luz, destinadas a contener aún más la demanda de reservas de parte de los importadores y de los argentinos que viajan por turismo.
Massa aclaró, un día antes de que se active el dólar agro, que tenían tiempo hasta el 30 de junio para avanzar en la dirección que había expuesto el Fondo. Los técnicos mostraron su siguiente jugada, pero aún no está lista para sacarla del horno. Hay negociaciones pendientes, hacia afuera y hacia adentro. El Fondo le pide simplificación cambiaria y más disciplina fiscal. No son decisiones fáciles de adoptar en un año electoral.
Pero al menos el kirchnerismo no pronunció palabra sobre lo que viene. Todavía está absorbido por resolver la interna y sumar respuestas a las demandas por la inseguridad en territorio bonaerense, potenciadas por el asesinato de un chofer de colectivo en La Matanza. Como si fuese poco, una segunda sentencia en contra en Estados Unidos refrescó a los desmemoriados el alto costo del intervencionismo extremo del Estado en la economía.
Como señalamos en nuestro envío de la semana pasada, abril por lo menos arranca con algo de calma cambiaria y oxígeno fiscal. Incluso el hecho de que la soja en Chicago haya alcanzado en jornadas recientes su mejor valor en tres semanas consolida el incentivo que Massa le dará a los exportadores.
Tras el fin de la sequía, algunos precios internos, como el de la carne, muestran menos vaivenes. Con un poco de muñeca política (uno de sus principales activos), la UBA y la Auditoría General de la Nación le permitirán destrabar el canje de los bonos que tiene la ANSeS. No es hora de esperar nuevas apuestas. Antes hay que pasar el profundo bache de la inflación de marzo.
El Cronista