Voy a arrancar este newsletter con algo que no suelo hacer: contar una experiencia personal. Pero creanme que viene el caso. Hace dos semanas, cuando se conoció la inflación de septiembre, publiqué un comentario en la red X opinando que el dato me parecía muy positivo (además de romper la “barrera” del 3%, estuvo por debajo de lo que el promedio de las consultoras había proyectado). Pero lo que me llamó la atención fue la cantidad de respuestas diciendo que la inflación que mide el INDEC no reflejaba la realidad. Cuando sucede una cosa así, a los economistas se nos prenden todas las alarmas, porque tenemos muy presente la gravedad que significó la manipulación de los datos que se hizo durante la gestión del kirchnerismo con Guillermo Moreno a la cabeza, y sabemos que, por suerte, esa lección se aprendió y hoy la medición es confiable.
Ahora bien, eso no significa que no pueda haber diferencias entre el dato que publica el INDEC y lo que percibe una persona cuando hace sus compras. En efecto, puede haber mucha diferencia y eso tiene varias explicaciones. Vayamos de lo general a lo específico.
Lo primero que hay que resaltar es que el IPC mide una canasta de bienes y servicios que trata de reflejar el consumo representativo de toda la sociedad. Para eso, se vale de una encuesta realizada a una gran cantidad de hogares del país y, a partir de eso, elabora un grupo de bienes y servicios que, en promedio, reflejan lo mejor posible dicho patrón de consumo.
Que sea una única canasta ya de por sí marca algo evidente que es el hecho de que es imposible que pueda reflejar el consumo de cada hogar (en realidad, hay una canasta por cada zona geográfica, pero se entiende el punto). Un hogar en el que vive una persona soltera de ingresos altos tiene un patrón de consumo bastante diferente que un hogar en el que vive una pareja de jubilados de ingresos medios u otro en el que vive una pareja de ingresos bajos con dos hijos. Si, por ejemplo, en un mes puntual suben mucho los medicamentos, el hogar de la pareja de ancianos lo va a sentir mucho más que los otros dos, mientras que en el IPC ese incremento va a ser menor (porque justamente la canasta representa un promedio ponderado de esos hogares). O sea, si cada hogar compara sus gastos con lo que marcó la medición del INDEC, en los tres casos concluirían que no refleja bien sus patrones de consumo.
Entonces, este primer punto lo que marca es que por cuestiones lógicas de agregación que surgen en todo proceso de medición, existen diferencias entre lo que publica el INDEC y lo que uno gasta. Esto es normal y va a pasar siempre.
Pero hay una segunda cuestión, que es la que está causando polémica. Y es que, a pesar de que la última Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHO) es de 2017–2018, el INDEC todavía no actualizó su metodología de medición y está utilizando la encuesta del 2004–2005.
Esto afecta a los famosos “ponderadores”, que representan el peso que tiene cada componente del gasto en el total. Pongamos un ejemplo sencillo para que se entienda. Si una persona todos los meses gasta $400.000 en alimentos, $200.000 en servicios (gas, luz, agua), $300.000 en alquiler y $100.000 en ropa (en total $1 millón), entonces los ponderadores serían 0,4 para alimentos, 0,2 para los servicios, 0,3 para el alquiler y 0,1 para la ropa. O sea, el ponderador refleja el peso que tiene cada rubro en el gasto total, y eso luego se compara con la variación de los respectivos precios, de modo de que el índice general de precios y su variación (es decir, la inflación), capten correctamente el patrón de consumo.
El tema es que la sociedad va modificando ese patrón con el paso del tiempo, y si los ponderadores no se actualizan, eso lleva a que la canasta no refleje de la mejor manera posible el patrón de gasto de los hogares. Por ejemplo, se redujo de manera significativa el consumo de carne y se incrementó fuertemente el gasto en telecomunicaciones (en 2004 muy poca gente tenía teléfono celular o internet en su casa).
Ojo, que los ponderadores no estén actualizados no significa que el IPC no contemple los aumentos de precios en esos rubros. Lo que sucede es que no capta el efecto en su totalidad, sobre todo en los casos donde se comportaron muy distinto del resto. Lo bueno es que esto se puede calcular, para eso lo que hay que hacer es medir la canasta del IPC, pero utilizando los ponderadores de la ENGHO 2017–2018. La consultora Vectorial, en su último informe, hizo precisamente eso.
Primero que nada, veamos cómo se modificó el patrón de consumo, es decir, examinemos la diferencia entre los ponderadores que utiliza el INDEC y los de la ENGHO. Como se puede apreciar del cuadro a continuación, los cambios más importantes se encuentran en el mayor peso que tienen en la actualidad el gasto en servicios, (gas, luz, agua y, en menor medida, el transporte, la comunicación y la educación); y, por otro lado, la reducción relativa en los bienes (alimentos y bebidas, equipamiento del hogar e indumentaria). Los primeros incrementaron 8,5 puntos su participación, a costa de los últimos, que se redujeron 6,2 puntos.
Ahora bien, fíjense que, si todos los bienes y servicios hubiesen incrementado sus precios en una magnitud similar, que los ponderadores no estén actualizados no hubiera alterado la medición final.La discrepancia aparece si algunos aumentan por encima del resto, más específicamente, si los que más se incrementan son los bienes que en la actualidad tienen un peso mayor del que mide el INDEC, porque justamente ese incremento estaría subestimado en la medición. Si fuera al revés, es decir, si los que más se incrementan fueran los bienes que en la actualidad tienen un menor peso en el gasto total, entonces el efecto neto se vería parcial o totalmente neutralizado.El gráfico a continuación confirma que estamos en presencia del primer caso. Como pueden ver, los rubros que más se incrementaron desde el cambio de Gobierno a la fecha fueron precisamente aquellos cuyo ponderador está subestimado, mientras que los que menos se incrementaron fueron los que están sobreestimados (prendas de vestir, mantenimiento del hogar, alimentos y bebidas). Diferencia en la ponderación de cada rubro y su variación acumulada |
Fuente: Elaboración propia en base a Consultora Vectorial. |
Esto no es coincidencia y tiene su explicación en que la gestión anterior frenó los aumentos en esos rubros, con el objetivo de tratar de contener la inflación (eso lo explicamos en detalle en esta edición). Por ende, ahora se están incrementando por encima del resto.¿Eso significa que está mal medida la inflación? No. Y quiero ser bien claro con esto, dada la importancia y la sensibilidad que tiene este tema. Como se desprende del gráfico debajo, la tendencia (a la baja) de la inflación es la misma, lo que hay es algunos meses puntuales (los que hubo aumentos grandes de las tarifas de gas, luz y/o transporte) donde se observa una diferencia. Además, por una cuestión estrictamente matemática esta divergencia se hace significativa cuando estamos en presencia de tasas altas de inflación. Cuanto más bajas son las variaciones, más pequeño se hace este efecto (lo que en buena medida explica que en los últimos meses las diferencias fueran prácticamente inexistentes). Evolución de la inflación (en % mensual) |
Fuente: Consultora Vectorial. |
También en parte eso explica que la divergencia se haga más manifiesta al examinar la inflación acumulada desde el cambio de gobierno: 153% con la medición oficial del INDEC y 168% con los ponderadores actualizados, una diferencia de 15 puntos porcentuales.A partir de lo anterior, donde efectivamente tuvo una incidencia relevante es en el poder adquisitivo de los ingresos. La consultora Vectorial estima que eso generó una diferencia de 5 puntos porcentuales, lo cual no es menor. Por ejemplo, al utilizar los ponderadores actualizados los salarios reales del sector privado registrado (los que mostraron el mejor desempeño) muestran que en la actualidad todavía se ubican 7% por debajo de los niveles de noviembre del año anterior. Lo mismo aplica para el salario del sector público, el de los informales o las jubilaciones. Salario real del sector privado registrado deflactado con ambas ponderaciones |
Fuente: Consultora Vectorial. |
Entonces, acá es donde podemos entender por qué puede existir una diferencia entre lo que publica el INDEC y la percepción individual de cada persona. Insistimos que eso no significa que la inflación esté mal medida o que no esté bajando de manera sostenida como muestran los datos oficiales. Todo eso es indudablemente cierto. Como también es cierto que la metodología se puede (y se debería) mejorar, de modo de captar con mayor precisión los patrones de consumo de la gente. Esto es algo que ya fue anunciado por el titular del INDEC, Marco Lavagna, hace unos meses, y que supuestamente ya debería haberse implementado, pero se sigue demorando. |
Juan Manuel Telechea | Cenital