Hubo consultas con abogados y juristas, análisis sobre cómo proteger al presidente de sus propios hechos y búsqueda de culpables. El episodio, costoso en términos de imagen global, llega en momentos de turbulencia financiera. Hay temor por la apertura de los mercados.
El escándalo de la criptoestafa promocionada por el presidente Javier Milei durante más de tres horas el viernes desató una crisis comunicacional para el Gobierno que amenaza con extenderse también a la política y la economía. El impacto negativo del episodio $Libra sobre la imagen del mandatario fue global y todavía resta conocer la profundidad de sus consecuencias. Este sábado, el influencer cripto Nick O’Neill aseguró desde Nueva York tener confirmado de “múltiples fuentes” que el líder de La Libertad Avanza y su equipo trabajaron en el lanzamiento de esta moneda “durante semanas” y que incluso este cobró por su difusión.
La escala internacional del escándalo excede las repercusiones locales, donde los espacios políticos se repartieron sin novedades entre los cuestionamientos y la defensa del presidente. Con un detalle: en las primeras 24 horas de la crisis –las más sensibles– del gabinete, sólo salió la todoterreno Patricia Bullrich como una kamikaze a justificarlo. Y entre los aliados apenas se destacó un Cristian Ritondo, embanderado en la clásica argumentación “con Cristina era peor”, de dudosa efectividad por estas horas. Minutos después, como si no quisiera perder terreno frente a su colega en la carrera por ver quién es más prolibertario, se sumó Diego Santilli. Del resto, hasta el atardecer del sábado solo hubo silencio piadoso.
Hasta la empresa a cargo del proyecto, KIP Protocol, intentó despegarse de $Libra, asegurando que Milei tuvo más responsabilidad que ellos. “El proyecto ganó visibilidad cuando el presidente Milei tuiteó sobre él. En ese punto, en el lanzamiento, KIP no tuvo nada que ver. Nuestro rol siempre estuvo previsto para el momento después del lanzamiento”, dice el comunicado.
Con escasísimos reflejos y casi sin reacción, el presidente completó apenas tres acciones desde que el escándalo estalló. Las dos primeras son públicas: borró el posteo que promocionaba la estafa –cuando quienes habían invertido ya habían perdido unos 100 millones de dólares– y buscó desligarse culpando a la casta y aduciendo desconocimiento. La tercera acción fue en privado y tuvo lugar durante buena parte del sábado en la Quinta de Olivos, desde donde junto a su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, pidió asesoría legal. El abogado Francisco Oneto, quien lo representa en cuestiones particulares, diseñó una argumentación que luce endeble a simple vista. Según el letrado, el presidente no estaba en funciones al recomendar $Libra y, por lo tanto, no es pasible de ser sancionado. La misma línea exploró la diputada Marcela Pagano, presidenta –en discusión– de la comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados, donde, si por ella fuera, no se tratará ningún pedido de jury en contra de su líder.
El superpoblado equipo de comunicación que comanda Manuel Adorni, que funciona bajo la estricta observancia de las órdenes que imparte Karina, difundió vía Whatsapp a un puñado de periodistas algunas líneas tibias para exculparlo. “Javier hizo lo que hace siempre: apoyar este tipo de emprendimientos de manera desinteresada”, decía el mensaje. Cumplidas 24 horas del inicio del escándalo, Adorni aún no había escrito ni un tuit. El vocero presidencial quedó señalado, junto a su jefa, como los que le acercaron el proyecto $Libra al mandatario.
La búsqueda de responsables, que también alcanzó al asesor Demian Reidel, parece compleja: el propio Milei, que ha dicho en reiteradas oportunidades que solo él maneja sus redes, participó en reuniones con los impulsores del proyecto hace meses y –aunque lo ha intentando– difícilmente consiga que le crean cuando argumente desconocimiento en la materia. El presidente, finalmente, es el doctor Javier Milei, el posible Premio Nobel de Economía, el fenómeno barrial que mira el mundo, al que copia Donald Trump. ¿Cómo no va a saber de algo tan rudimentario como una estafa de estas características?
Además del camino del juicio político, parte de la oposición también anunció que impulsará denuncias penales para buscar su sindicación como partícipe necesario de la estafa. Sin el tuit, $Libra jamás se habría valorizado como lo hizo.
La bomba estalló en días financieros complejos para el Gobierno. Tal vez por eso tampoco el ministro de Economía, Luis Caputo, se pronunció sobre el episodio durante las primeras 24 horas del temblor. Un espacio político que alienta el cuentapropismo celebratorio y defensor del presidente debió ver cómo, en lo más álgido del episodio, solo Bullrich y más tarde Ritondo y Santilli salieron a bancar. Eso debe haber dolido.
Caputo estará este domingo junto a Karina Milei buscando afiliaciones a La Libertad Avanza en Palermo. El escenario para la elección porteña es complejo, y por eso también es responsabilizada internamente la secretaria de la Presidencia. La decisión de expulsar a Ramiro Marra del espacio no fue bien recibida por los libertarios. De hecho, ella notó que nadie salió a respaldarla públicamente cuando comunicó la novedad. Los apoyos solo aparecieron cuando, en una entrevista televisiva, Milei la validó como la poseedora de la guillotina. Ella, sin embargo, siente que no debería ser necesario que hable su hermano para que la banquen en sus decisiones, sean cuales fueren.
El próximo miércoles partirán hacia Estados Unidos. El equipo de Karina ya mandó a bordar gorras con la leyenda “Make Argentina Great Again” para llevarle a Donald Trump. Todo indicaba que la conversación entre los dos presidentes sería amable. Milei no planteará de ninguna manera la cuestión de los aranceles, que observa como “un problema de Aluar y no de la Argentina”, según aseguró a Cenital uno de sus asesores más estrechos. Sí, en cambio, pensaba conversar sobre las posibilidades de apurar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Habrá que ver de qué manera impacta en sus planes el escándalo $Libra.
Cenital
