El DNU no es el corazón del plan, sino la ley tributaria que entrará en breve al Congreso. Es la llave para que el Gobierno pueda incrementar los ingresos que necesita para llevar el déficit financiero a cero en 2024. El aumento de las retenciones, la reversión de los cambios de Ganancias, el blanqueo y la reforma de Bienes Personales, sí necesitan el apoyo legislativo para ser ejecutadas. Sin esa carta, el castillo puede derrumbarse. Aunque no serán las únicas disposiciones críticas: también llegará al Poder Legislativo una reforma del Estado de la que solo se habló por su costado privatizador.
Si el Gobierno usa el DNU para negociar estas leyes, quedará a la vista la verdadera razón de por qué esta herramienta polémica apareció primero en el escenario. Cuando fue ministro de Carlos Menem, Domingo Cavallo solía incluir en sus proyectos de Presupuesto algunos artículos polémicos solo para ser negociados. El más recurrente era el pedido de superpoderes, que en realidad el ministro no necesitaba porque conseguía ampliar sus facultades por otras vías.
A los analistas no les gusta demasiado esta estrategia de aturdimiento. Es como lanzar gas lacrimógeno en el Congreso, y cegar a los legisladores con una catarata de proyectos y el gigantesco DNU. La humareda sin duda puede irritar a los parlamentarios y crear una parálisis que contagie de manera negativa a los inversores. Si ese efecto dura o no dependerá de qué tan corta sea la mecha de su paciencia.
El Ejecutivo sabe que tendrá que lidiar con un escenario de conflicto político y social, y apela a su capital electoral para subsistir hasta abril. Es el tiempo que tiene Luis Caputo para desactivar el frente monetario y revivir la actividad importadora. El bono que entregará para saldar la deuda que tiene el Banco Central con las empresas (que a su vez se endeudaron con sus casas matrices) servirá para pagar impuestos, una forma de darle atractivo y favorecer la creación de un mercado secundario donde se pueda canjear por efectivo. Todavía no está en la calle y el comercio exterior sigue a paso de hombre.
¿Y la inflación? Avanza de manera acelerada, sin que medie preocupación alguna de los funcionarios. Milei solo advierte que el rebote podría ser peor. Es que lamentablemente la suba desordenada de precios es parte del plan, ya que permite licuar tanto el peso de la deuda como el gasto en relación con el PBI nominal. Si la inflación avanza más de la cuenta, el riesgo de que potencie los reclamos sociales irá en aumento. El mecanismo de relojería para contenerla no pasa tanto por el DNU como por el refuerzo de ingresos y la chance de que aparezcan dólares frescos del FMI y algún banco extranjero. La temperatura de la calle será un dato que Milei no podrá ignorar en esta marcha a todo o nada.
El Cronista