Llegó a la plataforma que cree indispensable para construir su candidatura presidencial. La alianza con CFK que doblegó al Presidente. Tejió, esperó y atacó.
Nunca el poder volvería a estar tan cerca. Sergio Massa lo tuvo claro desde que el Frente de Todos ganó las elecciones, en 2019, y se quedó con el sillón de la Cámara de Diputados. Lo vio como un lugar de transición. El líder del Frente Renovador siempre tuvo la cabeza puesta en el Ministerio de Economía, el lugar desde el que pretende construir su trampolín hacia la candidatura presidencial.
La crisis generó la oportunidad. El deterioro del Gobierno arrinconó al presidente Alberto Fernández hasta que terminó cediendo frente a la alianza que Massa armó con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y a la presión que sumaron desde el territorio gobernadores e intendentes.
El líder del Frente Renovador se quedó con todo lo que quería y más. El Presidente le armó a medida el superministerio que siempre soñó, que incluye Economía, Desarrollo Productivo, Agricultura, Ganadería y Pesca y las relaciones con los organismos internacionales, bilaterales y multilaterales de crédito. Con su desembarco, Massa se llevó puestos a la recién llegada Silvina Batakis, a los ahora exministros Daniel Scioli y Julián Domínguez y al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.
Batakis llevaba menos de un mes en el cargo y había sido designada por el Presidente con acuerdo de Cristina. Scioli había asumido a mediados de junio, tras dejar la embajada argentina en Brasil a pedido de Fernández. En su acto de asunción, el primer mandatario le agradeció especialmente su decisión de sumarse al Gobierno en reemplazo de Matías Kulfas, albertista de la primera hora. Beliz era uno de los hombres de mayor confianza del Presidente. Con la llegada de Massa, Batakis fue designada titular del Banco Nación, lugar que ocupaba Eduardo Hecker, también cercano a Fernández.
Dos semanas antes, como publicó Letra P, Massa ya había conseguido lugares clave en el área de finanzas. Lisandro Cleri, a cargo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSeS, quedó al frente de una “mesa de deuda” que coordinará con el Banco Central y el Nación. Eduardo Setti, que fue director de operaciones del FGS, asumió como secretario de Finanzas en Economía. En su lugar, en el FGS, asumió Federico D’Angelo. En tanto, Pablo Carreras Mayer fue nombrado director del Banco Central. A mediados de junio, Guillermo Michel, cerebro impositivo del massismo, asumió como director general de Aduanas.
Las versiones del salto de Massa al gabinete comenzaron en 2021, cuando se produjo el primer recambio, tras la derrota de las PASO. Ya entonces, Cristina y el líder del Frente Renovador empezaron a bregar por la necesidad de avanzar en un rediseño integral del Gobierno. La vicepresidenta había machacado con insistencia sobre los funcionarios que no funcionaban.
Los rumores recrudecieron después de la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que marcó el enfrentamiento entre Martín Guzmán y el cristinismo. La relación entre Massa y Guzmán ya era tensa. El exministro veía con desconfianza las conversaciones que Massa mantenía con funcionarios de Washington, tanto en el gobierno de Joe Biden como en organismos internacionales en paralelo a sus gestiones ante el FMI. Siempre pensó que Massa quería su lugar en Economía. Se dijo, entonces, que el Presidente tenía previsto anunciar un rediseño del gabinete después de Semana Santa, pero Fernández volvió a postergar la definición.
Desde la Cámara de Diputados, en el juego de roles del FdT, Massa se ocupó de hablarle siempre al electorado que creía propio, formado por la clase media y las pymes. Insistió en que su figura quedara asociada a la baja del impuesto a las ganancias y las leyes de alivio fiscal y se encargó de decir que se sentía a gusto al frente de la Cámara. Sin embargo, siempre supo que el lugar no alcanzaba para mostrar su potencial ni para construir su carrera hacia la presidencia.
Desde allí, cimentó la relación de confianza con Máximo Kirchner y con Cristina que lo posicionó como candidato a ocupar el superministerio. Los encuentros con la vicepresidenta pasaron a ser diarios. Massa cumplió a rajatabla la regla de oro de Cristina: no filtró las conversaciones ni a sus colaboradores más estrechos.
La oportunidad volvió a abrirse el fin de semana en el que un acuerdo entre los Fernández definió el nombramiento de Batakis en Economía. Aquel episodio dejó versiones cruzadas. Se dijo que Massa había pedido la Jefatura de Gabinete con control de Economía, la AFIP, el Banco Central y el Presidente le rechazó el pedido; que le hicieron un ofrecimiento para desembarcar en Economía, pero que pidió garantías de respaldo de Fernández y la vice, que entonces no habían retomado el diálogo. También se dijo que fueron Fernández y Santiago Cafiero quienes bloquearon su llegada, porque entendían que su desembarco implicaba una cesión total de poder por parte del Presidente. Otra versión indicó que fue Cristina, en realidad, quien no aprobó la decisión de darle tanto poder. En el cristinismo lo desmintieron ante Letra P.
El movimiento solo se demoró. Tanto Massa como Cristina mantuvieron la presión para que Fernández avanzara en el recambio total del gabinete que había prometido. A ese pedido se sumaron, en cuestión de días, el jefe de Gabinete de la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde; la liga de gobernadores, intendentes del conurbano y hasta referentes del albertismo, como Leandro Santoro y Victoria Tolosa Paz. El movimiento de pinzas puso al Presidente contra las cuerdas. Fernández terminó de ceder este jueves. Aceleró desplazamientos y renuncias para armar el ministerio a la medida de Massa. El líder del Frente Renovador y Cristina insitieron en que no había más tiempo que perder.
Desde el lunes, en los chats políticos circulaba la tapa del diario Clarín del 24 de julio de 2008, cuando se anunció que Massa, por entonces intendente de Tigre, reemplazaba a Fernández como jefe de Gabinete de Cristina. “Alberto decía que Cristina lo había puesto a Massa porque era el que más le molestaba a él”, recordó esta semana un funcionario que dialoga con todas las terminales del FdT. Con el correr del tiempo, Fernández se encargó de decir que Massa era, en realidad, “el más preparado” para ser presidente.
Con el manejo de todas las palancas de la economía, el líder del Frente Renovador buscará mostrar que puede transformarse en el candidato del FdT. Sabe que debe revertir una imagen negativa alta – cerca al 70% – y que solo la economía es capaz de seducir al electorado. La suerte del peronismo quedó en sus manos. Será a todo o nada. No volverá a tener otra oportunidad.
Letra P