El rechazo a los planteos de inconstitucionalidad de La Rioja y Rizzo hace que solo el Congreso pueda ahora dar de baja la totalidad del decreto. ¿Cuántos votos faltan?
Ahora más que nunca, la suerte del mega DNU de Javier Milei quedó exclusivamente en manos de la Cámara de Diputados. Si había alguna posibilidad de que la Corte Suprema lo declarara inconstitucional, el máximo tribunal despejó este martes esas dudas, dejando a los diputados en una posición de protagonismo absoluto y aumentando considerablemente la presión sobre quienes buscan votos en ese recinto, tanto para sostener como para rechazar el decreto.
El Presidente recibió con alivio la novedad de que los cortesanos, por unanimidad (incluyendo a esos “tres jueces no amigables”, Milei dixit), rechazaban la idea de intervenir para resolver si el DNU es o no válido en su totalidad. Fueron dos decisiones módicas, técnicas, que alcanzaron para que la pelota quede completamente del lado de los diputados. Y es que tras rechazar los planteos de la provincia de La Rioja y del abogado Jorge Rizzo, ya no quedan demandas globales contra el DNU en la Corte. Sí están a la espera de decisión presentaciones contra el capítulo laboral y la derogación del Instituto de la Yerba Mate, pero ningún planteo sobre la totalidad del texto.
“La Corte no se inmola”, leyeron en una de las bancadas opositoras a Milei sobre la decisión de los supremos. En los equipos de esos diputados, radicales disidentes de la conducción de Rodrigo De Loredo, creen que las presentaciones del gobernador Ricardo Quintela y de Rizzo estuvieron mal hechas y por eso la Corte debió fallar así. Por eso, entienden, ahora a la oposición no le queda otra alternativa que rechazar el decreto.
Y es que, para que haya una decisión sobre la validez del mega DNU 70/23, solo queda mirar a la Cámara de Diputados, que a casi cuatro meses de la publicación del decreto aún no logra mayorías para posicionarse a favor o en contra de él. Es un escenario de todo o nada para quienes buscan el rechazo. Además de la presión de ser los únicos que pueden hacerlo caer, enfrentan el desafío de convocar una sesión y no lograr los votos necesarios, lo que significaría no solo un fracaso en la intención, sino también ayudar a la ratificación del DNU. Porque con que una sola de las Cámaras lo convalide, el texto quedará firme.
En esa cornisa peligrosa se mueve Unión por la Patria (UP), que con el mismo sigilo que trabajó en el Senado para lograr el rechazo del DNU en el recinto trabaja ahora en Diputados. El terreno es más inestable que en la Cámara alta y, si bien aún faltan votos, el número a conseguir se ve accesible: no son más de diez. La cautela es por estos días la premisa para el peronismo de UP, que evita hablar del tema en público y hace cálculos pesimistas para no dejarse entrampar.
Como contó Gabriel Sued, según los cálculos de la bancada más numerosa de la Cámara, hay al menos 122 votos para rechazar el decreto. Son necesarios 129, tanto para formar quórum como para asegurarse la mitad más uno que le ponga el sello al rechazo. En esas fuerzas del suelo están los 99 de UP, los cinco del Frente de Izquierda, Natalia de la Sota, Margarita Stolbizer, Mónica Fein y Esteban Paulón (cuatro sobre un total de 22 de la bancada) de Hacemos Coalición Federal (HCF), siete radicales (¿extensible a nueve?) y otros tantos que responden a gobernadores.
En la vereda de enfrente están los diputados que comulgan con el Gobierno o que le temen. El PRO respalda el DNU por alineamiento partidario e ideológico. Los radicales deloredistas, también. Gran parte de HCF acuerda con el fondo del decreto y pena (poco) por las formas. A ellos se les sumarán los diputados que responden a gobernadores a los que pueda llegar, finalmente, la prédica del oficialismo.
Pero como aún hay mucha incertidumbre, al pensar el escenario de búsqueda de los votos que faltan es importante tener en cuenta algunos datos del contexto que van meciendo la balanza. El primero pasa por la actualidad de la Cámara, con un bloque oficialista cruzado por internas que evidencian su poca capacidad de negociar y sostener los proyectos que reclama el Poder Ejecutivo. Si ni La Libertad Avanza (LLA) muestra cohesión respecto del mileísmo, ¿por qué deberían hacerlo diputados de otros bloques?
Pero la Cámara de Diputados es, además, uno de los poderes del Estado más permeable a la calle. Lo que sucede puertas afuera repercute en el recinto con fuerza, a diferencia de lo que sucede con la indolencia del Senado o la sordera del Poder Judicial. Por eso no es un dato menor el cronograma de marchas y reclamos que se sucederán a los pies del Congreso en los próximos días, comenzando con los universitarios el martes próximo y terminando con el paro general convocado por la CGT el 9 de mayo.
El tratamiento del DNU llegaría después de esas fechas. Una vez aprobados (según todo indica) la Ley Ómnibus y el paquete fiscal. Si el Gobierno consigue esas dos herramientas de los diputados en un contexto político tan convulsionado y mientras se siente con fuerza la crisis económica tendrá mucho para festejar.
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