MILEI, ENTRE EL PRAGMATISMO POLÍTICO QUE LE PIDE EL FMI Y LA OLLA PARA HERVIR A LA CASTA

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Los inversores siempre buscan anticiparse al ciclo, porque su negocio es comprar barato y vender caro. Para que se cumpla esta condición, la economía debe estar mal, pero caminar por un sendero de recuperación. A veces ese camino no es tan visible, y eso traduce la demanda del mercado en una apuesta. Se trata, literalmente, de lo que se pudo ver esta semana, en la que los bonos soberanos continuaron su curva ascendente (acumulan subas superiores a 10%) y el riesgo país tocó un nuevo mínimo desde 2021. La Argentina no está curada, pero los compradores están empezando a confiar en la receta de Javier Milei y Luis Caputo. Ahora, que el Banco Central sume más reservas y se comprima más el gasto público están lejos de representar la mejora a la que aspira la sociedad. Son una condición necesaria, pero no suficiente. El interés internacional por el experimento argentino también es saludable, pero no hay que confundir: nadie llegó con un cheque en la mano. Y aunque se habló de un nuevo programa con el FMI, los visitantes aprovecharon para expresar inquietudes similares: cómo va a hacer un gobierno que todavía no pudo consolidar el apoyo político que logró en el ballotage para avanzar con reformas de alto costo social. La respuesta no está escrita. Habrá que esperar que transcurra marzo para ver si el propio Milei consagra un formato de gestión con sus aliados del PRO que lo ayuden a evitar nuevos tropiezos. Los mercados siguen con su apuesta. Veamos las luces del semáforo.Para el Gobierno, fue casi la semana de la dulzura internacional. Más allá del disgusto diplomático que causó el paseo de David Cameron por las Islas Malvinas, ningún otro hecho empañó las visitas de Gita Gopinath y Antony Blinken, la número dos del FMI y el jefe de la diplomacia estadounidense.Los cancilleres vinieron a la cumbre del G20 en Rio de Janeiro. El británico aprovechó para equilibrar gestos amables que le había destinado al presidente argentino en la Cumbre de Davos y se dio una vuelta por las islas, desde donde ratificó que “la soberanía no está en discusión” y que la fórmula que apoyan es la autodeterminación de los isleños. Blinken, en cambio, tomó el avión a Buenos Aires. Su llegada no hace más que potenciar la excelente sintonía que demuestran ambos gobiernos.El secretario de Estado preguntó por la marcha del plan, por los corcoveos de la política interna y pidió el presidente argentino que sea prudente en la visita relámpago que tiene previsto hacer hoy a Washington para participar de la Conferencia de Acción Política Conservadora. La Casa Blanca no quiere que haya señales explícitas a favor de Donald Trump. Allá la política “factura” en serio, y los propios demócratas saldrían a cuestionar a Joe Biden por ayudar a un colega que expresa una evidente simpatía por los republicanos.Blinken sabe en qué terrenos puede meterse y en cuáles no. Por eso su consejo, en términos generales, fue: “sigan alineados con el FMI y nosotros estaremos atrás”. El Departamento de Estado hará su propio check list con el Fondo, para ver qué respuestas pudo recoger Gopinath y comprobar la sinceridad de sus interlocutores.La subdirectora del Fondo expresó que fue fácil entenderse con un presidente que es economista. Lo bueno de los números es que son transparentes y ayudan a manifestar objetivos mucho mejor que cientos de palabras. Perciben con claridad las mejoras fiscales, monetarias y cambiarias, pero se preguntan si el apretón es sustentable. “Dados los costos de estabilización a corto plazo, es esencial sostener esfuerzos para apoyar a los segmentos vulnerables de la población y preservar el valor real de la asistencia social y las pensiones, así como garantizar que la carga del ajuste no recaiga desproporcionadamente sobre familias trabajadoras. Proceder de forma pragmática para asegurar apoyo social y político también es fundamental para garantizar la durabilidad y eficacia de las reformas”, remarcó la economista nacida en India y convertida en ciudadana estadounidense, país al que representa en el directorio del Fondo.El comunicado de Gopinath tiene dos frases determinantes: preservar el valor real de la asistencia social y las pensiones, y proceder de forma pragmática para garantizar apoyo político. El mensaje del Fondo no fue “estamos dispuestos a prestarles más plata”, como parecieron señalar tanto Milei como Luis Caputo. Lo que quiere el organismo es que la Argentina evite el péndulo, que el programa no sea un ejemplo de avance y retroceso. Fue una consulta recurrente, tanto en las charlas privadas que mantuvieron con economistas como con Gerardo Martínez, referente de la CGT.Si hay un síntoma de que su preocupación corrió por este carril, es que la propia ejecutiva del Fondo pidió a su llegada tener un encuentro con Karina Milei, para tratar de comprender su mirada sobre la situación social y la forma de hacer política de los libertario. Por si le quedaban dudas, el jefe de Estado le compartió su contacto de WhatsApp. La próxima vez que algún evento altere el curso del programa (como el retiro del capítulo fiscal de la ley ómnibus o la caída general del proyecto), ya no habrá mensajes a través de terceros.Milei y Caputo siguen repartiendo endulzantes. El Presidente dio a entender que se pueden ampliar los objetivos de trabajo con el Fondo (no hacer un nuevo acuerdo, porque debería pasar por el Congreso) y se sigue jactando de que la dolarización es posible. El jefe de Economía, en cambio, habló de una inflación en febrero que puede ser menor a 15% y de bonos para jubilados (casi una respuesta a Gopinath). El mercado celebra que la conversación macro vaya por estos terrenos, y que incluya un levantamiento más rápido del cepo cambiario o más dinero del FMI. Todo suma para sostener la apuesta.El prometido cierre del Inadi entra en este segmento por una razón sencilla: es una expresión directa del ajuste sobre la casta. El Presidente sabe que habrá más aumentos de precios y subas de tarifas que no tendrán un correlato inmediato en los salarios, pero quiere que sus votantes perciban que el derroche de pesos de la administración anterior será penalizado, aunque sea con el escarmiento público. Lo mismo sucede con los fondos fiduciarios (como el que supervisaba Juan Grabois), que son cajas con poco control. El ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, contribuyó al debate con una comparación interesante. Más allá de reafirmar que su cartera absorberá las tareas del Inadi, remarcó que el instituto tenía más personal que toda la Justicia de instrucción de la Capital Federal, la misma que debe resolver delitos contra la propiedad y homicidios.La declaración que hizo ayer Ignacio Torres, el gobernador de Chubut, fue una dura advertencia al Gobierno, pero también una expresión del clima que puede alcanzar la relación entre los libertarios y el PRO.Torres, como el resto de los mandatarios provinciales, manifestó su fastidio por el recorte de fondos que sufrieron sus distritos, tanto para el pago de salarios docentes como para subvencionar al transporte. El chubutense dijo que, si ese flujo no se reponía, Chubut retendría su petróleo y el gas. Como amenaza, es rimbombante pero no del todo creíble, porque para hacerlo tendría que coaccionar sobre las empresas petroleras que tienen concesiones para extraer esos recursos. Y si Chubut no comercializa esos fluidos, no cobrará regalías, con lo cual su situación podría empeorar en lugar de mejorar.Pero el otro dato a tener en cuenta es que Torres, junto a su colega Rogelio Frigerio, habían tenido a comienzo de semana una reunión con Mauricio Macri. El expresidente viene pujando con Milei para darle forma a una nueva forma de colaboración entre ambos sectores. Aunque se habló de un cogobierno, esa idea quedó grande para la voluntad política que tienen los macristas. Aunque el gobierno libertario necesita cuadros técnicos con experiencia, algunos todavía perciben que el riesgo de entrar es alto, y que nada garantiza que esta alianza funcione mejor que el actual nivel de integración, en donde los dos miembros de la fórmula presidencial de Juntos por el Cambio (Patricia Bullrich y Luis Petri) son parte del gabinete nacional.Macri todavía espera poder definir este curso de acción en un encuentro con Milei, antes de que el Presidente pronuncie el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Será un momento determinante, después de que se refiriera al Poder Legislativo como un “nido de ratas”. El libertario asume que acicatear a los políticos es el único recurso que tiene a mano para mostrar que están incluidos en el ajuste. Pero a la vez depende de ellos para seguir su marcha y no inquietar más de la cuenta al FMI. Ese texto tiene versiones, pero no está definido al 100%. Por ahora es la tarea que desvela a Santiago Caputo, el influyente asesor presidencial.El PBI cayó 1,6% el año pasado. Era un movimiento previsible, debido al fuerte impacto de la sequía en los primeros seis meses. Pero a los economistas les preocupó que diciembre anotara un rojo de 4,5%, una baja anual que no se veía desde el inicio de la cuarentena que dispuso Alberto Fernández para combatir el Covid. El sendero de la recesión está por delante. Industria, construcción, ventas minoristas, arrastran indicadores negativos desde entonces.Y a eso se le suma la combinación de ola de calor y menores precios internacionales que promete afectar a la cosecha 2024. El clima ya recortó 4,5 millones de toneladas de los dos cultivos que tiene por delante la Argentina (soja y maíz), un factor que se sentirá en las exportaciones y por ende en el ingreso fiscal que dejan las retenciones.Si en enero el Palacio de Hacienda pudo mostrar superávit financiero gracias a que hubo decenas de gastos que no se ejecutaron, y a una recaudación extraordinaria que generó diciembre, febrero no será tan sencillo. No hay sector en donde no se registren caídas de ventas de dos dígitos. Y ese impacto, que se sentirá en la AFIP, obligará a pisar más partidas presupuestarias para conseguir que el resultado fiscal del mes no esté tan alejado del precedente.En conclusión, la dureza que hemos visto este mes por parte del oficialismo con las provincias tiene un correlato económico. No habría que esperar una tregua en breve, aunque podría haber algo de flexibilidad en marzo. Se supone que para esa fecha habrá paritarias cerradas con alguna recomposición favorable (como la de los bancarios, que ayer anotaron un sueldo inicial de casi $ 1 millón) y una mayor compresión de precios, lo que ayudaría a reanimar levemente el consumo y la recaudación. El discurso de Milei en el Congreso (si es estilo nido de ratas o apunta a conseguir aliados para el cambio) dirá si este escenario es viable o no.

El Cronista

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