MILEI QUEMA LAS NAVES  

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El espacio de Javier Milei enfrenta, por estas horas, una operación que tuvo como víctimas a Mariano Gerván -hombre de Carlos Kikuchi en La Libertad Avanza- y la candidata a diputada nacional y asesora de imagen de Milei, Lilia Lemoine, como sus ejes centrales. “Por ahora, pero debe haber más; a mí también me pidieron reuniones y pasaron cosas raras”, le dice a #OffTheRecord una figura clave del espacio libertario.

La maniobra, que también tuvo como damnificado al economista Diego Giacomini, tenía cierta sofisticación. El contacto lo hacían figuras, en este caso, que decían representar a fondos radicados en Londres y estaban interesados en acercarse al armado por lobby u oportunidades de inversión. Los presuntos voceros de estos fondos se presentaban con un brief que proyectaba negocios de decenas de millones de dólares, prometía ingresos, también para los políticos locales que hicieran de enlace, e incluyó viajes al exterior para reunirse con los presuntos representantes de las compañías. Así fue como llegaron a Gerván, a quien trabajaron durante cinco meses. En una cámara oculta, el hombre cercano a Kikuchi pide 5 millones de dólares por anticipar información privilegiada en caso de llegar al poder.

El caso de Lemoine es menos nítido. A la cosplayer la contactaron por un reportaje a un medio extranjero y, luego, le propusieron una conversación off the record. En ese intercambio, que también fue grabado, la asistente de Milei reconoce que el partido recibe transferencias no declaradas y en efectivo -algo para nada atípico en la política argentina- y revela cuestiones de índole personal que no es interés de esta entrega reproducir. En el registro, Lemoine menciona como responsable financiero a Iván Dubois, un hombre de Ramiro Marra que hoy trabaja bajo las órdenes de Karina Milei. En LLA entienden, todavía, que el tema no escaló aunque sospechan que puede haber más material y, por el detalle de las preguntas a Lemoine, que hay información que surge desde adentro del espacio.

Milei, mientras tanto, empuja abiertamente una corrida bancaria, que contrasta con los elogios que recibió por su reacción al ser consultado en ocasión del acuerdo vigente con el FMI. Si bien la secuencia genera un riesgo enorme para Sergio Massa -y para quienes habitan suelo argentino-, los motivos por los cuales el libertario eligió el camino de la cornisa son duales. Por un lado, en su equipo de campaña se ven cerca de un triunfo en primera vuelta y entienden que la inestabilidad del tipo de cambio estimula las chances de LLA. El anverso de ese escenario es que Milei presenta un techo muy rígido y eso lo pondría en una situación de absoluta incertidumbre en un ballotage frente al candidato de Unión por la Patria.

Antes de la discusión económica, en el segundo debate presidencial, la trágica realidad de la coyuntura global terminó por imponerse sobre una omisión incomprensible de la organización, que dejó postergada la política exterior. Todos los candidatos se pronunciaron tras el ataque terrorista de Hamas que dejó un saldo parcial de 900 muertos -que podría agravarse-, más de 100 rehenes y miles de heridos. La causa es evidente y excede el número de fallecidos. Entre las víctimas civiles -ejecutadas en forma directa, al igual que los rehenes- se incluyen ancianos, mujeres y niños. A diferencia de otras ocasiones, donde se arrojaron cohetes de baja sofisticación -que no anula su capacidad de daño- o los atentados suicidas en transporte público, Hamas y la Jihad Islámica Palestina -una organización de menor tamaño vinculada directamente a Irán y que opera en Gaza- apuntaron directamente a personas en situación de vulnerabilidad extrema y las ejecutaron de formas extremadamente crueles. Lo hicieron al mismo tiempo que exhibieron dichas ejecuciones de modos no vistos previamente en ninguna organización de relevancia a excepción de ISIS, el autoproclamado Estado Islámico.

Como aquella organización, los militantes de Hamas desfilaron y execraron cuerpos de sus víctimas, incluyendo entre otras cosas vejaciones de mujeres. La guerra es una consecuencia inevitable de estas acciones y será en todo caso tarea israelí realizarla de acuerdo a las convenciones y leyes vigentes para esta circunstancia, pero nadie, en ningún lugar del mundo, permitiría que una acción como esta transcurra sin una respuesta. Hamas será responsable, sino de todas las acciones israelíes -que, huelga repetirlo, dependerán de cómo las conduzca-, como mínimo de haber iniciado una escalada bélica de enormes dimensiones que se pagará en vidas inocentes palestinas. Entre los asesinados no hay sólo ciudadanos israelíes judíos. Decenas de árabes musulmanes beduinos se cuentan entre las víctimas del ataque, así como dieciocho ciudadanos tailandeses que desempeñaban tareas domésticas y una decena de estudiantes nepalíes. Algunos de ellos, fueron filmados en las ejecuciones más crueles a pesar de ser imposible que fueran confundidos con aquellos que uno supondría blancos primarios del ataque.

La amenaza hacia adelante de asesinar rehenes con su consecuente difusión de audios y videos de las ejecuciones confirma las intenciones del accionar del grupo, cuyo accionar lo inhabilita como un actor capaz de representar, no ya por haber tomado el curso de la violencia armada -un camino desde el que muchísimas organizaciones transitaron con éxito dispar hacia la recuperación de la vida civil, ya sea por acuerdos de paz o hasta victorias militares- sino por las formas brutales e inescrupulosas del recurso a dicha violencia. Ya no hay hipótesis alguna en la que, no ya Israel, sino ningún actor occidental acepten al grupo como interlocutor, incluso transaccional, como lo era hasta ahora.

No llama la atención entonces que los candidatos comenzaran sus alocuciones solidarizándose con las víctimas de los ataques entre quienes, hoy sabemos, se cuentan al menos siete ciudadanos argentinos. La excepción fue la izquierda partidaria representada por el FIT, cuyo antioccidentalismo grosero y lineal -confundido a veces por buenas razones con antisemitismo- afloró también en el comienzo del debate. La particularización de Israel y de las injusticias que sufren los palestinos se inscribe en esa mirada ciega de la realidad internacional. La elección de movilizar contra la Embajada de Israel en el día de ayer, tras uno de los atentados más sanguinarios de la historia occidental, llama la atención cuando, por ejemplo, hace sólo una pocas semanas, Azerbaijan concretó una limpieza étnica que provocó la huida de más de 100 mil armenios en la ciudad de Stepanakert. Un hecho de una gravedad enorme que a ningún dirigente del Frente de Izquierda le generó la necesidad de expresarse y movilizarse como el que un atentado contra la población de Israel les generó respecto de la causa palestina.

El último estudio del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA) de septiembre muestra datos inquietantes. Los investigadores inducen una pregunta y obtienen la respuesta. “Detrás de la crisis económica hay empresarios judíos poderosos que buscan beneficiarse personalmente”, propone el LEDA. Del total de los encuestados -que incluye votantes de todos los espacios- el 37.4% dice estar entre “de acuerdo” y “muy de acuerdo” con la afirmación. “En este contexto de crisis, esos porcentajes están convencidos, aceptan sin pensarlo mucho o adhieren afectivamente a ese enunciado sobre el que tal vez no se detienen a considerarlo como tema habitualmente”, dice Ezequiel Ipar ante #OffTheRecord.

Nada de esto debería soslayar las responsabilidades en el seno del gobierno israelí por la que es, a todas luces, una falla de inteligencia sin precedentes. El país que se enorgullece de ser uno de los aparatos de protección más sofisticados del mundo, con muchos de los mejores servicios de espionaje y una fuerza militar abrumadora, fue atacado por un grupo irregular que no cuenta con ninguna de estas cosas. El error es tan severo -no tiene antecedentes en la historia- que llegó a generar desde algunos sectores especulaciones sobre una omisión deliberada para correr a la derecha a la población israelí o, a la inversa, la consecuencia de las protestas de la izquierda, el centro y sectores laicos de derecha, que habrían generado un debilitamiento de la preparación para responder, inducidas por el establishment civil y militar enfrentados a Benjamin Netanyahu.

Las especulaciones sobre intencionalidades de ese tipo chocan con la historia israelí. Una vez terminadas las acciones militares de respuesta, deberán dilucidarse responsabilidades a nivel interno por las fallas de inteligencia y, si la historia sirve de antecedente, los liderazgos del país serán muy severamente evaluados. La Guerra de Yom Kipur terminó con la carrera de varios dirigentes prominentes, como la propia Golda Meir, y contribuyó a poner fin a la hegemonía del movimiento laborista, dominante desde el nacimiento del estado. Netanyahu deberá dar respuestas sobre sus propias elecciones políticas.

No se trata solamente de las durísimas condiciones que la ocupación impone sobre millones de palestinos y que, sin perspectivas de un acuerdo de paz en el horizonte alimentan a los grupos terroristas. Netanyahu decidió formar su gobierno con extremistas religiosos y abiertamente racistas que nunca antes habían accedido a la representación oficial. Este cambio, estructural, agravó muy severamente las tensiones en Cisjordania, donde Israel extendió los asentamientos en los territorios ocupados y, a diferencia del pasado, dejó de poner límites a las actividades de los colonos israelíes extremistas, tanto en los territorios ocupados como en los sitios sagrados musulmanes, lo que a su vez aumentó las amenazas de reacciones violentas y los ataques palestinos en la región. Este aumento de tensiones en Cisjordania, motivado por el apoyo sin condiciones del ala más ultraderechista del gobierno a estas actividades extremistas, obligó a un movimiento de tropas desde la frontera sur israelí, que se dejó librada en gran parte a la vigilancia tecnológica, sin la habitualmente mucho mayor fuerza militar.

Por último, el ataque intentó frenar los avances en un histórico acuerdo de paz y reconocimiento entre Israel y Arabia Saudita, que hubiera llevado al reconocimiento del derecho a la existencia del Estado de Israel por el que había sido el principal patrocinador histórico de la causa palestina. Un acontecimiento que, de haberse producido, hubiera reducido la posición regional no sólo de Hamas, sino de todos los actores enfrentados a Israel, como Irán y Hezbollah. El ataque posiblemente suspenda ese acuerdo, aunque sería sabio por parte de las autoridades israelíes volver a acudir a los sauditas como mediadores para avanzar en una solución política una vez concluida la guerra. Lo que podría permitir, simultáneamente, revivir un acuerdo histórico y vital para la estabilidad regional israelí y asumir que una paz duradera para Israel requiere la creación de un Estado Palestino que exista a su lado, con plenos derechos para todos sus ciudadanos y que si ninguna solución podrá -nunca más, ni por hipótesis- incluir a Hamas, tampoco se impondrá por la fuerza, sino por la política y los acuerdos.


Iván Schargrodsky | Cenital

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