PARA GANAR POLÍTICAMENTE, HACER COMO QUE LA POLÍTICA NO EXISTE

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Es difícil escribir un newsletter político en estos momentos. Como en la vida misma bajo la pandemia, todo se ha vuelto repetitivo. ¿Cuántas veces podemos decir “aumentan los casos”, “es necesario conseguir más vacunas y cerrar la circulación” o “esto va a impactar en la economía”? Ya lo dijimos, todo eso, varias veces, a lo largo de este año y dos meses. 

Dada la gravedad de la situación sanitaria, tampoco hay mucho impulso para hablar estrictamente de política. Las elecciones son en pocos meses, pero sinceramente parecen que fueran a pasar dentro de dos años. No hay clima electoral, ni de cierre de listas, ni de campaña. Al menos, no lo hay en la provincia donde yo vivo, Neuquén, cuyo día a día político está consumido desde hace meses por la pandemia y por la crisis sanitaria.

En este momento la provincia de Neuquén tiene casi mil contagios diarios sobre una población total de 600.000, tiene el 100% de sus camas de terapia ocupadas, hay personas internadas en las guardias de los principales hospitales, y ya han fallecido al menos tres enfermos que no pudieron ser internados cuando lo necesitaban. Según la vigilancia genómica, el 78% de las muestras analizadas corresponden a la variante del virus detectada en la ciudad de Manaos. Además, aumentaron preocupantemente los casos graves de COVID en pacientes pediátricos. A esto se le suma que durante los dos meses pasados los profesionales de salud hicieron una serie de huelgas y cortes de ruta muy fuertes pidiendo aumentos de salarios y además el fortalecimiento de la carrera profesional y del sistema de salud; la respuesta del gobierno provincial del MPN fue sumariar a los y las profesionales que fueron identificados en los cortes de ruta, y en descontarle los días de paro. Cuando comenzó el aumento de casos, suspendió las vacaciones y licencias del personal de salud. Sin licencias, sumariados, con descuentos en sus recibos de sueldos, atendiendo la peor situación sanitaria de la historia de la provincia, teniendo que ventilar pacientes en los pasillos: esta es la situación de los y las trabajadores de salud pública. Por lo menos volvamos a aplaudirlos a las nueve de la noche. No sé, algo. 

Esto me lleva a una idea: estas dos semanas que pasaron nos demostraron, creo, dos cosas (al final, sí, voy a escribir de política). La primera es que a pesar de todo lo que puedan decir los consultores, o los encuestadores, o los columnistas de opinión, o la gente que se grita en programas de televisión, a la sociedad argentina sólo le importan dos temas hoy: la pandemia (que incluye sistema sanitario y vacunas) y la economía (empleo y precios de alimentos). Cualquier idea que un político o política pueda tener de “cambiar la agenda” o “diferenciarse” o “levantar perfil” tiene que ser, en mi humilde opinión, abandonada. Si algo mostraron estas dos o tres semanas es que la sociedad no está perdonando ni la actitud de “vamos a dar sólo buenas noticias” como la actitud de “vamos a gritar indignación permanente”. No hay paciencia social para moviditas de corto plazo.

Lo que me lleva al segundo punto. Es mucho, muy importante, muy muy importante, que los responsables políticos de esta hora se orienten y nos digan las cosas como son. Que no hagan promesas imposibles o grandes gestos de posicionamiento que no pueden cumplir. Horacio Rodríguez Larreta forzó una apertura de las escuelas una semana, sólo para tener que cerrarlas la semana siguiente; y cuando anunció que no habría clases presenciales, eligió, sin embargo, negar la posibilidad de dar clases virtuales durante los tres días laborales que viene. Las encuestas marcan que ese posicionamiento tuvo un costo. Gobernadores que habían manifestado su decisión de mantener la presencialidad escolar hasta el fin y heroicamente, también tuvieron que retroceder en pantuflas frente a la explosión de casos.

Como dije antes, la pandemia va por delante de los posicionamientos políticos. A la inversa, el gobierno nacional tiene desde hace meses una tendencia a anunciar que, ahora sí, esta semana, ya casi, se dobló la esquina de los contagios y vamos a empezar a mejorar definitivamente. También sucede con los anuncios anticipados de la llegada de grandes cantidades de vacunas. Es natural querer dar buenas noticias, pero si algo aprendimos en este año es que las cosas buenas suceden o no lo hacen, no hay punto intermedio. Si suceden, serán festejadas y apreciadas (¡incluso electoralmente!); si no suceden, ¿para qué anunciarlas? 

Paradójicamente, daría la sensación de que la mejor actitud política en este momento es hacer como que la política no existe. Concentrarse en mejorar lo máximo posible la vida de la gente, decir la verdad, aunque sea poco placentera, colaborar con quien sea necesario, aun cuando sea un adversario político, abandonar la retórica altisonante, decir “no sé” cuando sea necesario. Difícil que el chancho chifle, es cierto, pero los y las votantes no parecen tener paciencia para otras actitudes. 

Lo que pedimos no es que nos tranquilicen ni que nos indignen: pedimos, en todo caso, que nos traten como personas adultas.

María Esperanza Casullo – cenital.com

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