Mientras se mantiene lejos de la violencia verbal de Jair Bolsonaro para confrontar con Alberto Fernández, el embajador apela a su espíritu conciliador y apuesta al sector energético y a las economías regionales.
Tras un 2020 en el que la pandemia afectó la balanza comercial con Brasil y en el marco de una relación bilateral que por momentos se tensa debido por las declaraciones tribuneras de Jair Bolsonaro, el embajador argentino en ese país, Daniel Scioli, apelará este año a las economías regionales y al sector energético para impulsar las exportaciones y así equilibrar la balanza.
Entre abril y junio, China pasó a Brasil como primer destinatario de nuestras exportaciones. Una caída coyuntural debido a la pandemia y que luego de julio se revirtió y, muy de a poco, fue subiendo al punto de que diciembre se convirtió en el mejor mes para las exportaciones argentinas en el segundo semestre. De todos modos, sigue siendo poco respecto de lo que fue en otros años. En total, los datos de la balanza comercial argentino-brasileña arrojan que el año pasado hubo un déficit de U$S 689 millones.
Sobre ese punto Scioli trabajará este año y para ello diseñó una agenda de trabajo a la que accedió El Destape y que consiste en viajes a distintos estados de Brasil para reunirse con gobernadores y funcionarios brasileños, visitar empresas multinacionales y hasta ser de nexo entre ministros de Fernández y Bolsonaro. Distintas actividades que tienen a la industria, el comercio, la energía, el turismo y la defensa como ejes.
Brasil es el primer socio comercial de Argentina, con participación del 18% en el comercio exterior de nuestro país. Argentina es el tercer socio comercial de Brasil, con participación del 5% en el comercio exterior brasileño. El 70% del comercio bilateral se compone de bienes industriales.
Scioli mira al nordeste de Brasil, donde hay 60 millones de habitantes, como una estrategia para profundizar las exportaciones. Para avanzar en en una tarea en conjunto con los consulados y la Cancillería se trabajó en un listado de 24 productos con posibilidad de venta y que potenciará a las economías regionales. Además de buscar exportar más carnes, vinos y frutas, se intentará insertar allí insecticidas, aceite de oliva, arroz, insumos para la industria plástica, legumbres, entre otros.
El ex gobernador de la provincia de Buenos Aires y ex vicepresidente de Argentina se reunió días atrás con el secretario de Energía, Darío Martínez, con quien tendrá un diálogo frecuente en 2021 ya que el embajador ve que el sector energético es estratégico en la relación bilateral y buscará aumentar el comercio exterior de petróleo y derivados. En el 2020 las exportaciones de energía eléctrica a Brasil alcanzaron un marca histórica de 34,6 millones de dólares.
Asimismo, ante la caída del suministro de gas procedente de Bolivia, Brasil busca alternativas para importar y Argentina ve en una zona de mucha riqueza conformada por los estados de Paraná, Río Grande Do Sul y Santa Catalina, un potencial cliente. Ahí ya se trabaja en reuniones de negocios entre empresarios argentinos y brasileños para reflotar la construcción de un gasoducto desde Vaca Muerta al país vecino. Son intenciones, proyectos, falta conocer la viabilidad y, sobre todo, inversores.
Otro punto importante de su agenda tiene como protagonista el foro empresarial que acordaron de palabra llevar a cabo Alberto Fernández y el presidente de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, Paulo Skaf. Lo que sería acá la Unión Industrial Argentina. Esto se daría en el marco de la presidencia pro tempore de Argentina en el Mercosur, que inició en diciembre pasado.
Scioli quiere una embajada con un perfil comercial y ejecutivo, y aplica su vocación dialoguista y de consenso en un país donde hay un presidente con una posición ideológica extremista, que acaba de perder un aliado estratégico como Donald Trump y con quien Argentina no logra encontrar puntos de acuerdo en la política regional y posicionamiento frente al mundo. En ese marco, Scioli siempre tuvo abiertas las puertas de Planalto, la Casa de Gobierno de Brasil, de primer momento se preocupó por encauzar políticamente la relación con Jair Bolsonaro y mantiene un buen vínculo con su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro.
Scioli es un hombre de la realpolitik y su experiencia en la gestión le juega a favor por las relaciones políticas y de amistad con gobernadores, legisladores y funcionarios a quienes vincula con sus pares brasileños para impulsar agendas bilaterales. Tras la derrota en 2015, su paso por el Congreso donde su presencia se diluía entre tantos legisladores y luego de un tibio intento por volver a candidatearse en 2019, el canciller Felipe Solá lo convocó para ir de embajador a Brasil. Para convencerlo, apeló José Manuel De la Sota, quien tras perder la elección de 1988 frente a Menem como vice de Cafiero, el ex presidente riojano lo puso al frente de la embajada brasileña y desde allí se reposicionó para luego gobernar Córdoba por tres mandatos. Convencido de que desde su cargo puede hacer su aporte al gobierno del Frente de Todos, Scioli sabe que una buena gestión allá lo puede reinventar acá de cara al futuro.
El Destape