El experimentado diputado disparaba durante la entrevista frases como metralla. Criticaba sin miramientos al presidente recién asumido, al tiempo que trabajaba en las condiciones de aprobación de una legislación enviada por el ejecutivo y que debía marcar la cancha durante todo su mandato. “En los últimos años han construido un ‘nosotros contra ellos’. Nosotros, los liberales, contra los comunistas. Este fue su discurso. Para ellos, esta disputa entre el mal y el bien, el sí y el no, el frío y el calor es lo que alimenta su relación con una parte de la sociedad. Pero ahora ganaron las elecciones”. “El país necesita salir de Twitter y entrar en la vida real. Nadie puede conseguir trabajo, vacantes en la escuela, la guardería o el hospital gracias a Twitter”. “Está trasladando sus responsabilidades a la Cámara y el Senado. Entonces él sólo recibe el premio y yo tengo la carga de ganar o perder. Si gano, gana él, ellos. Si pierdo, pierdo yo”. “Necesita entablar un diálogo con el Congreso, con los jefes de bloque, con los partidos. No se puede decir que el diálogo es toma y daca. Tenemos que detener este discurso”. “No hay nadie boicoteando la votación, ningún tipo de presión. El presidente está creando información falsa. Pero sin su protagonismo no va a avanzar nada. ¿Cómo es que el presidente no construye su base?”. El personaje citado no integra el radicalismo, ni el bloque Hacemos que preside Miguel Ángel Pichetto sino Rodrigo Maia, que en 2019 hablaba así de Jair Bolsonaro, en el marco de su proyecto de Enmienda Constitucional para la reforma del sistema previsional. El texto, enviado por el oficialismo a un mes de asumir, fue aprobado con muchísimas modificaciones y en un marco de enormes tironeos entre el presidente y la mayoría de centro derecha del Congreso después de varios meses. Una reforma apoyada por el establishment, por la que esperaban un ahorro fiscal de unos 200 mil millones de dólares en 10 años. Las similitudes con la actualidad argentina no son casuales. Bolsonaro pudo gobernar con alguna efectividad aceptando un modus vivendi en el que él y sus hombres más cercanos cuestionaban y amenazaban constantemente a los demás poderes del Estado, mientras estos aumentaban su poder e influencia sobre el funcionamiento del mismo. ¿Una receta para los próximos meses en Argentina? Parece más que difícil reproducir aquellos incómodos equilibrios.
“El PRO ya perdió: si nos va bien, los absorbemos; si nos va mal, se caen con nosotros”. El análisis de uno de los principales alfiles de Javier Milei resume una idea que también da vueltas por la cabeza de Mauricio Macri: a pesar de haber tenido una relevancia mucho menor a la esperada en el gobierno de La Libertad Avanza, la suerte del partido que fundó hace 17 años está atada a un experimento absolutamente atípico e impredecible en sus procedimientos, comportamientos y resultados. Esto último, sin embargo, une a Macri y a Cristina Kirchner. Ninguno cree, en el corto, que Milei conserve su popularidad.
“Este no es nuestro gobierno y cuando tengan la primera gran crisis nos van a venir a buscar”, repite Macri a quien quiera escucharlo. En esa crisis, intuye, podría quedarse con lugares claves de gestión. Tal vez así se explica que Diego Santilli y María Eugenia Vidal hayan defendido la Ley Ómnibus con más vehemencia y convicción que el propio bloque oficialista. “Macri te va a cagar, pero no te lo tomes personal, es lo que él hace”, le resumió un interlocutor al Presidente hace algunas semanas. Lo mismo piensa un estrecho colaborador de Milei que espera, cuando llegue esa crisis, poder llevar la coalición hacia el peronismo no kirchnerista como reclama Pichetto. Milei tiene diálogo frecuente con Macri, a quien consulta. Una consideración similar tiene sobre Cristina, con la cual tiene tantas diferencias como respeto.
El documento con la firma de dirigentes de 20 provincias que piden por Macri presidente (del PRO) tiene varios significados que los firmantes probablemente desconozcan en su totalidad. El primero y más obvio es la interna que El Calabrés tiene con Patricia Bullrich desde que la ex candidata aceptó el ofrecimiento bilateral de Milei para hacerse cargo de la cartera de Seguridad. Bullrich asegura que el enojo de Macri es producto de una frustración por no haber podido sentarse por el conjunto. “Él quería negociar por todos y yo negocié por mí sola”, le repite a sus cercanos. Para Macri, además, es la oportunidad de depurar el partido. En modo Mario Ishii, tiene como objetivo salir a cazar traidores y llevar al PRO a una fusión con LLA. Si bien supedita la jugada a los resultados, el electorado propio ya adoptó a Milei como alguien que está haciendo lo que Macri no pudo o no quiso. Es una incógnita saber cuánto le interesa o no la sobrevida política al presidente de la Nación, como quedará claro en el reportaje que acompaña esta entrega.
Mientras tanto, el Congreso grafica de manera muy transparente que el gobierno se tomó en serio aquella máxima de que el capital político es para usarlo. Incomodidades, sorpresas, molestias varias y rencores (casi) sin retorno setearon una discusión sobre la Ley Ómnibus que podría llevar toda esta semana por el debate del articulado. “Nos importan mucho muy pocas cosas”, suelen repetir cerca del presidente. Si bien el postulado hace referencia a una marcha general, también se vio en la discusión del proyecto. Hoy, las diferencias orbitan sobre las delegaciones, las privatizaciones y un tema con el que sorprenderá Pichetto: intentará introducir -a pedido de la Coalición Cívica- una fórmula jubilatoria que tenga en cuenta la inflación de enero y no omita el descalce propuesto por el oficialismo. Esto podría lesionar la imagen que tienen de Pichetto en Rosada -a quien valoran a diferencia de Nicolás Massot y Emilio Monzó-, pero más importante pondría un alerta sobre el sendero fiscal pedido por el Fondo Monetario Internacional.
La semana pasada, el organismo convocó a un encuentro privado con ocho agentes de mercado. Lo que escucharon los presentes generó sorpresa: al Fondo, el ajuste que anunció Milei le pareció demasiado. Innecesario. Dos puntos más de lo pedido por la institución. El estupor se justifica a medias: lo anticipó el propio Presidente en campaña. Según pudo averiguar #OffTheRecord, en las reuniones con el FMI, Milei dejó en claro que el objetivo era la dolarización y esto había generado preocupación en el organismo por el impacto social e institucional que podría aparejar. En diálogo exclusivo con Cenital, el Presidente lo desmiente.
Sobre este y otros temas -fundamentalmente económicos por la escasez de tiempo y la señal que se perdía en el vuelo- lo consultó #OffTheRecord:
¿El plan sigue siendo la dolarización?
La dolarización (en rigor, la libre competencia de monedas) es el paso final de todo un proceso que arranca con el saneamiento del BCRA, para luego avanzar en la reforma del sistema financiero y luego al final se liquida. Esa reforma es crear una banca anticorridas, y una vez hecha esa reforma anticorridas, podés pasar a un sistema de banca libre. Al BCRA lo podés liquidar en cualquier moneda, aunque lo más simple es hacerlo en dólares. Sin embargo, ello no quiere decir que los individuos usen al dólar como moneda. Por ejemplo un petrolero es probable que use el WTI; alguien del gas usará BTU; en el campo, Soja Chicago. El resultado es una canasta de moneda donde los ponderadores son determinados libremente por los individuos, lo cual te neutraliza de los efectos de la política monetaria de un país en particular.
Esto significa que esa libre competencia es el objetivo final, ¿en cuánto tiempo?
Es que depende de la velocidad a la que lográs mutar el tipo de modelo de sistema financiero.
¿Es cierto que usted le planteó al Fondo que la dolarización era un objetivo de corto plazo?
El tema de la dolarización aún no está en la agenda con el FMI.
¿Entonces ese diálogo con el Fondo no existió?
Es que no es un tema de la estabilización de corto.
Descarta la dolarización para este año, entonces.
No dan los tiempos. Pensá que si mantuviéramos el actual ritmo de saneamiento del BCRA recién estaría limpio a final de junio. Adaptar el modelo de sistema financiero puede llevar de piso un año. La única ventaja es que la dimensión del sistema es tan pequeño que podría hacerse más rápido.
Los economistas críticos del gobierno aseguran que hoy se necesitan más dólares que antes porque la tasa de interés está al 8 mensual y el dólar devalúa a 2. Eso significa que los pasivos remunerados crecen al 8 y contra lo que deberías licuar, que es el dólar, al 2.
Hay que ver qué modelo están mirando porque la realidad es que tengo la base constante (la cual vale USD 7,5 MM) y hemos adquirido dólares por USD 6,5 MM. De hecho, los que hicieron la dolarización en Ecuador me están pasando un informe porque ellos consideran que la podríamos hacer ahora. Los veo a mi regreso del viaje.
Si le aseguraran que Argentina queda dolarizada, pero sin sobrevida política suya o, incluso, con el riesgo de una crisis en el corto plazo como en el caso de Jamil Mahuad, ¿firma?
En rigor, el caso de Ecuador ha sido muy exitoso. Que haya gente deshonesta intelectualmente o ignorante en términos monetarios no quita los logros del caso, aún cuando, desde mi punto de vista, se podía hacer mejor. Es muy berreta que los desatinos fiscales de Correa se los quieran cargar a la dolarización.
La gente en Ecuador lo echa a Mahuad cuando Rafael Correa ni asomaba en el horizonte.
Lo importante es que terminó para siempre con la inflación.
Con Milei ausente, de gira por Israel e Italia, en el Congreso desconocen quién será el interlocutor en caso que alguna negociación de hoy necesite el aval de Casa Rosada. “Nadie está sobre los temas”, patalea un diputado. Debe hablar de los funcionarios públicos, porque las discusiones en el sector privado quedaron explícitas. Aunque no todas: el viernes, a pedido de Tabacalera Sarandí, se retiró silenciosamente el capítulo de tabaco del proyecto que se tratará hoy. Sarandí es, por una cautelar que lleva seis años, la única compañía del sector que no paga el impuesto mínimo lo que le significó crecer exponencialmente en su market share. La ley lo derogaba para todos los actores del sector. La gestión parlamentaria de Sarandí la llevaron fundamentalmente dos muy relevantes diputados del PRO, pero encontró recepción en casi todos los bloques.
Si el DNU encendió a diversos actores y eslabones vinculados a la industria farmacéutica, en relación con la regulación de los medicamentos genéricos, el debate de la Ómnibus trajo disputas en el sector petrolero. Mientras la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos -que representa a la mayor parte de las empresas productoras de gas y petróleo- dio un apoyo decidido a la norma propuesta, algunas firmas con intereses en el sector de refinación objetaron la redacción inicial. Con un lenguaje fuertemente liberalizante, la norma sin embargo mantiene vigente la ley de soberanía hidrocarburífera de mayo de 2012 en cuanto a la potestad del Estado de restringir exportaciones si aquello fuera necesario para garantizar el abastecimiento local a precios razonables.
La Cámara, en su posición de apoyo a la Ley Ómnibus presentada al Congreso de la Nación, previó de cara al 2030 un aumento del 250% en la producción de gas y petróleo, impulsada por inversiones de 15 mil millones de dólares anuales, junto a una multiplicación del empleo, una mejora muy sustancial de la balanza comercial y los ingresos fiscales, sujeta a la posibilidad de exportar, una política de precios dolarizados a paridad de exportación y libre acceso a divisas para el repago de la inversión. A priori, este último punto estaría ausente del capítulo hidrocarburífero, aunque sería subsanado en parte por el régimen de beneficios para grandes inversiones, también previsto en el proyecto de ley. La otra gran objeción sería que, de no ser soportados por productores o refinadores, el precio del cobro pleno de precios de exportación al mercado interno será soportado por los usuarios de combustibles, un precio cuya relevancia para la economía nunca está de más repetir. En paralelo, las principales compañías del sector ofertarían en los próximos días para hacerse de la operación de Exxon en Argentina.
La cuestión de los precios, sin ancla a la vista, es por lejos la principal preocupación de los argentinos de acuerdo a todos los relevamientos. Su impacto es recogido por todos los estudios del sector privado sobre las ventas minoristas, que registran caídas sustanciales. El correlato es un desplome superior a los diez puntos porcentuales en los salarios registrados, que casi con seguridad es aún mayor en los ingresos del sector informal empobrecido. En ese marco, el rol del Ministerio de Capital Humano aparece desdibujado. Desde las organizaciones sociales denuncian incumplimientos en los depósitos del programa Potenciar Trabajo. No queda claro si es una acción deliberada o de negligencia administrativa. Nadie se anima a la certeza de una respuesta. El convenio suscrito con ACIERA -la asociación que agrupa a la mayor parte de las iglesias evangélicas de la Argentina- para el reparto de asistencia social “sin intermediarios” podría dar alguna pista sobre las intenciones.
Con el Senado como posible próxima parada, en Casa Rosada miran con recelo estructural -fuera de la agenda parlamentaria- a Victoria Villarruel y a su mano derecha, el diputado ultra rosista Guillermo Montenegro, la mitad del cerebro político de la vice. A los encuentros con Macri -entre ellos, el nunca desmentido en Cumelén donde al menos tres personas confirman la presencia de Villarruel en el paradisíaco barrio cerrado-, la vice suma mitines con empresarios donde se muestra, depende el interlocutor, como una “conservadora” hasta una “peronista no clásica”. De una mirada menos refractaria con el Estado que su compañero de fórmula, Villarruel llegó a convencer a las más diversas figuras que, en caso de una crisis sin retorno, ella podría conducir el gobierno e incluso juntar voluntades desde el PRO hasta el peronismo no kirchnerista.
Cristina, paradójicamente, coincide. Cree que la vice se preserva en caso de un estallido y que reúne las condiciones para relevarlo. CFK ve en Milei a un “creyente”, pero advierte en privado que mientras asegura que no negocia y amenaza con retirar la ley, cede, modifica e intercambia producto de una enorme necesidad de reconocimiento.
En contra del paro de la CGT y de trato diario con Sergio Massa, Cristina le anticipó a su círculo íntimo que va a estar muy activa en los próximos meses, lejos de las hipótesis que la ubicaban refugiándose en el sur. “Se va a ordenar”, le dice a quien le pregunta sobre la interna entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof.
Antes de terminar te quiero recomendar una crónica que publicamos ayer: Juan Elman viajó a El Salvador y cubrió desde el lugar cómo fue la victoria de Nayib Bukele con más del 85% de los votos.
Iván Schargrodsky | Cenital