UNA SEMANA FRENÉTICA

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La verdad es que no soy nada sin mi diablo

El Frente de Todos no terminó de absorber el impacto de la derrota electoral. Setenta y dos horas frenéticas que pusieron a la coalición al borde de la ruptura no alcanzaron para resolver el nudo gordiano del palazo de las PASO: los motivos de la caída. Con cada tribu exponiendo un diagnóstico elaborado antes de la contienda, el escenario más probable para el gobierno es el de no resolver los problemas que lo trajeron hasta acá aun mejorando la performance electoral. El tiempo dirá si la imagen de descomposición que devolvió el oficialismo esta semana impactó en el humor del electorado que el peronismo tiene que ir a buscar para intentar dar vuelta la elección.  

“El nuevo gabinete va a tener peor imagen, pero mejor gestión: a la larga es ganancia, pero no habría que ilusionarse demasiado para noviembre”, resume ante #OffTheRecord un intendente peronista. Otro cacique coincide con el diagnóstico, pero es más optimista para las generales en virtud del dato que anticipó este medio la semana pasada: de los bonaerenses que no fueron a votar, ⅔ lo había hecho por el Frente de Todos. Si bien esto no garantiza una afluencia masiva en noviembre, sí da un indicio que permite inferir que ese elector, enojado con el gobierno, decidió no darle su voto a otra fuerza política. Y algo (casi) más importante que la evidencia: el diagnóstico es compartido en la campaña de Diego Santilli. 

Sin embargo, estos ungüentos no pueden obviar los debates de fondo que no están saldados en el gobierno. La más que probable modificación del presupuesto y la ley de Hidrocarburos más un equipo económico que -a excepción de Martín Guzmán- si fuera por Cristina Kirchner pasaría Nochebuena engordando las cifras de desempleo, cristaliza que esas discusiones continúan y con la misma intensidad. La política tarifaria y la negociación con el Fondo Monetario Internacional son algunas de ellas. ¿Qué nivel de subsidios se puede y debe tener dadas las condiciones de vida de la gente y de la macroeconomía? Hasta ahora es una incógnita exasperante. La necesidad de una instancia de deliberación de los socios de la coalición ya no es necesaria sino imprescindible.

La controversia sobre los niveles de gasto público acompañó la discusión sobre el elenco de funcionarios que fueran a salir y los que pudieran ingresar como la principal cuestión de fondo que se debatía en la coalición. En un pequeño ejercicio contable que compartió incluso el presidente, el economista Emmanuel Álvarez Agis defendió que no existe un ajuste -el gasto primario, en términos reales  no debería medirse contra la emergencia de la pandemia, y está 2% por encima de los niveles de 2019-, y señaló que el contexto es el más complejo existente para una suba del gasto, ya que los dólares disponibles en el Banco Central para posibilitar el aumento del gasto son mínimos con relación a otros tiempos, y superan apenas los tres mil millones. La discusión en el seno del Frente de Todos, más allá del efecto electoral de uno o dos puntos del PIB, transcurre en los márgenes. Una expansión sostenida de la demanda necesitaría de más dólares para posibilitar el crecimiento. 

La experiencia de Axel Kicillof al frente del Ministerio de Economía, en una situación mucho mejor que la actual, da cuenta tanto de las limitaciones existentes como de las herramientas posibles para enfrentarlas. Ante la compleja situación macroeconómica, a inicios de 2014 el gobierno convalidó una devaluación de la moneda de cerca del 30% y una fuerte suba de las tasas de interés en pesos. Sin enfrentar el lastre del Fondo Monetario Internacional en aquel momento, el kirchnerismo emitió deuda para poner fin a los juicios de empresas multinacionales ante el CIADI y para acordar con el Club de París. Con una macroeconomía más equilibrada y los conflictos en el horizonte más despejados, tanto el Estado como los privados pudieron ir a buscar dólares al exterior. Entre las empresas privadas, nuevas emisiones de bonos gubernamentales -y de la petrolera estatal- y otros instrumentos como el swap con China, ingresaron al país casi 20 mil millones de dólares en dos años. Volver a crecer requerirá indudablemente acordar con el FMI y, a imagen de lo sucedido en tiempos de Kicillof, salir agresivamente a buscar dólares para viabilizar la suba de la demanda y las necesidades de importación asociadas.

Esta pelea por el gasto y la demanda agregada tiene ramificaciones curiosas. Fue muy compartida una nota de Mayra Arena sobre el voto de los más pobres y el modo en que vivieron la crisis generada por la pandemia. La nota tiene algunos méritos. Una virtud que escasea entre muchos de quienes la compartieron como un ataque al gobierno. Arena señala, como primer argumento, que la plata, en los barrios más pobres, no alcanzó ni alcanza. Una impugnación que abarca desde la insuficiencia del IFE -con tres rondas pagas en total- hasta la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, fue compartida por algunos que, concentrados en las críticas a la agenda de clase media metropolitana, omitieron que eso hubiera implicado una suba del gasto, la principal crítica que le hicieron a los ocho años de CFK y estos dos de Alberto Fernández. La literatura es agradable, pero cada tanto hay que dejarle lugar para que pasen los datos.

El balance de Arena señala algunas inequidades de las que el gobierno viene hablando desde su asunción, pero no logra resolverlas. La que separa a quienes tienen trabajo y quienes cobran un plan social es una de ellas. También, curiosamente, mientras los planes se expandieron durante el macrismo como respuesta a las urgencias sociales provocadas por su programa económico y, a pesar de la pandemia, desde el Cuervo Larroque hasta Sergio Massa -y ayer el propio Fernández-, diversos sectores de la coalición han sido enfáticos en señalar la necesidad de convertir planes en trabajo. Y el planteo sobre seguridad es bastante similar al que hace años expone Sergio Berni.  Otros señalamientos siguen buscando intérpretes. La pandemia dejó expuesta ante la población en un sitial de privilegio no sólo a la que cada vez más es percibida como una clase política sino también a quienes reciben sus sueldos de un Estado que da demasiado poco y que durante la pandemia funcionó muy parcialmente con una modalidad remota poco exigente. La militancia por la no presencialidad escolar encabezada por algunos gremios alimentó sin dudas los resquemores sociales.

Esas interminables crisis locales tienen otra consecuencia que a veces es poco tenida en cuenta. Incrementan el parroquialismo no solo de la población en general sino también el del círculo rojo; político y económico. Los activos argentinos se derrumbaron ayer en la bolsa local y en Wall Street. A pesar de los corredores locales, la causa no fue el cambio de gabinete sino que acompañaron la tendencia global. El causante fue la crisis del gigante inmobiliario chino Evergrande. La empresa, que llegó a convertirse en el mayor desarrollador del país, anunció que no alcanzaría a vender activos a la velocidad necesaria para pagar sus deudas que se estiman cercanas a los 300 mil millones de dólares. El fantasma de la crisis inmobiliaria de los Estados Unidos y la caída de Lehman Brothers aparece en la memoria. La analogía, sin embargo, es de uso limitado. El gobierno chino está a tiempo de generar alguna forma de rescate y puede, también, decidir no hacerlo. El sector financiero chino es relativamente más pequeño y controlado que el estadounidense, por lo que una crisis, por severa que fuera, difícilmente repitiera los efectos sistémicos de la de 2008. Sin embargo, es cierto que el excesivo endeudamiento, tanto gubernamental como corporativo, ha sido el talón de aquiles del formidable proceso de crecimiento que sacó de la pobreza a más de 800 millones de personas y atacarlo es una necesidad para darle mayor sustentabilidad. Quienes siguen la realidad china saben que, desde hace algunos años, el Partido Comunista viene enfatizando la necesidad de mejorar la calidad del crecimiento, aun si significara que la tasa vaya a ser algo menor a la que China nos acostumbró durante los últimos 40 años. 

El parroquialismo excede el episodio de China. La asignación de la Cancillería a Santiago Cafiero tras su salida de la Jefatura de Gabinete se pareció demasiado a un premio consuelo y es una muestra sintomática de la escasa importancia otorgada al Ministerio de Relaciones Exteriores. Cafiero no tiene roce internacional ni una larga experiencia política y ninguna ventaja evidente y vinculada al cargo se vislumbra en el reemplazo de Felipe Solá. En dos años de gestión, inevitablemente afectada por la pandemia, la Cancillería consolidó una relación razonable con el mundo -que terminó con los alineamientos automáticos sin por ello mutar en hostilidades- mantuvo una posición razonablemente coherente de defensa de los Derechos Humanos a nivel internacional y, tras los fracasos argentinos -ajenos a su responsabilidad- en el Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Andina de Fomento, zurció los acuerdos para encaminar a Argentina a la presidencia pro témpore de la CELAC. El despido de Solá ocurrido antes de la Cumbre del organismo, cuando se encontraba en México para tomar parte, grafica de modo inexcusable el desatino.

No son todas malas para el oficialismo. Aníbal Fernández ya le dio un perfil más revulsivo a la agenda de Seguridad y Julián Domínguez fue contactado por las cámaras del sector para ponerse a disposición. Las recientes flexibilizaciones de las restricciones anunciadas por Carla Vizotti -empujadas vigorosamente por Manzur- le darán un aire a la sociedad y al sector turístico que tuvo en la última semana un crecimiento exponencial gracias al programa PreViaje que en seis días movilizó siete mil millones de pesos de carga de facturas en sus web y esperan que supere los 30 mil millones. Desde el lanzamiento del plan, las grandes agencias de viajes registraron subas en sus ventas de entre el 400% y el 500% según datos del sector, al igual que la venta de pasajes y de paquetes turísticos. La explosión es tal que en el gabinete económico había algunas voces que sugerían topear el programa, algo que fue descartado rápidamente.

Mientras Gustavo Béliz planteaba que era el momento de romper con Cristina Kirchner y Vilma Ibarra hacía docencia -“nadie da una batalla que no puede ganar”-, el Presidente y su Vice definían las modificaciones de una manera heterodoxa. Así, elegido por Alberto e indultado por CFK, llega Juan Manzur al gabinete. Un dato poco conocido es que hace 50 días, el jefe de Gabinete se reunió con Cristina en su departamento de Recoleta. La mediación la hizo Máximo Kirchner a quien Manzur le pidió que viaje a Tucumán para la campaña. Kirchner mandó un video. Un mes después, Wado de Pedro se hizo presente en la provincia para darle su apoyo a Manzur frente a Osvaldo Jaldo. En ese acto pasaron el video de Máximo. Inimaginable luego de que el Menemcito, como le gusta que lo llamen, dictara el final del kirchnerismo. Esto podría demostrar, una vez más, la plasticidad de Cristina. O que la vice decidió socializar los costos de un gobierno y una derrota a los que no siente del todo propios.

De muy buena relación con la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos, Manzur posee un vínculo muy estrecho con el establishment local y global. Hugo Sigman, Adrián Werthein, Eduardo Eurnekián o Sebastián Eskenazi figuran en la nómina de empresarios cercanos al ahora ministro coordinador. También se advierten vínculos fluidos con Jorge Rendo, Gustavo Cinosi o los sindicalistas Héctor Daer, Armando Cavalieri o Luis Barrionuevo, este último a través de Ricardo Moisés, el fallecido dueño de la Clínica Independencia que empleó a un joven Manzur en los albores de su carrera. Moisés es uno de los polifuncionales que tiene el Coti Nosiglia en el mundo de la salud. 

La heterogeneidad de su red alcanza un estrechísimo vínculo con la comunidad judía que tiene una historia que se remonta a cuando hacía su residencia en la Ciudad de Buenos Aires y conoció a una familia de la colectividad que lo acercó a las costumbres y espiritualidad hebreas. Años más tarde, como secretario de Salud de La Matanza, evitó que le hicieran una autopsia a un ortodoxo que había fallecido en las inmediaciones de un hospital local.

Sin embargo, el nexo que lo acerca a las usinas de poder central es su relación con la organización Jabad-Lubavitch. De una sólida amistad con el rabino Tzvi Grunblatt -primero en Argentina y tercero en el mundo- Manzur llegó a ser saludado luego de su asunción por David Baruch Lau, Gran Rabino Asquenazí de Israel, a través de una carta: “Te bendigo y que Dios se manifieste a través del trabajo de tus manos”. Manzur es uno de los pocos dirigentes políticos a nivel global que es invitado todos los años a la cena que realiza Lubavitch en Nueva York. Tiene, además, una relación desarrollada con el Centro Simon Wiesenthal y sus referentes Shimon Samuels y Abraham Cooper, dos de los más poderosos referentes de la colectividad en la Costa Este estadounidense, su principal sitio de referencia fuera de Israel. Cooper, que suele tratar con jefes de Estado, visitó Tucumán en 2018 y coincidió en una actividad con Ricardo Lorenzetti y el entonces embajador de Estados Unidos en nuestro país, Edward Prado. Asimismo, el Menemcito tiene sus terminales en Comodoro Py. Algunas de ellas las ha construido en cenas organizadas por Werthein. No fue la única: visitó en 2018 -con otros tres gobernadores- a Héctor Magnetto para pedir apoyo a una opción que enfrente al macrismo en las generales de 2019. 

Entre los fluidos contactos construidos por el nuevo jefe de Gabinete se encuentra Ilan Sztulman, quien fuera el embajador de Israel en Argentina. Sztulman dejó su cargo en el país en 2019 para ocupar un lugar de Cónsul General en Dubai. Lo que podría parecer un descenso de rango -desde el lugar de Embajador- es, por el contrario, una muestra del peso político del contacto de Manzur en el gobierno israelí. Dubai es uno de los hubs comerciales y financieros más importantes del mundo, y el principal del Medio Oriente. Los Emiratos Árabes Unidos fueron el primer país árabe en otorgar pleno reconocimiento diplomático a Israel desde los acuerdos de paz negociados con Jordania y Egipto, y el gobierno israelí considera que la relación tiene carácter estratégico, tanto simbólico como material, ya que, a diferencia de otros acuerdos de paz de Israel con sus vecinos, ambos países apuestan a una cooperación estrecha que excede las cuestiones de defensa e inteligencia.

Bonus track

  • De estrecha relación con Máximo Kirchner, fue el primer intendente en pedir la candidatura de Axel Kicillof a gobernador y es el jefe político del muy resolutivo presidente de la Cámara de Diputados de la PBA, Federico Otermín: se materializó la llegada de Martín Insaurralde a la Jefatura de Gabinete bonaerense. 


Iván Schargrodsky | Cenital.com

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