DEL “NO ES TAN ASÍ” A LA REAL POLITIK: EL COHETE A LA LUNA DE MILEI  

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No fue un mes. Ni siquiera llegó a ser una semana. El tiempo que transcurrió desde el contundente triunfo electoral de Javier Milei fueron apenas seis días. Pero en la máquina del tiempo argentina parece haber sido mucho más. Alberto Fernández y Sergio Massa habilitaron la transición, y desde ese momento, sus nombres prácticamente desaparecieron del horizonte. El ministro de Economía promovió varias decisiones de corto plazo, pero sin poner su firma. Pero lo que sucedió desde que el economista libertario visitó al mandatario saliente en Olivos, fue un remolino inusual de novedades. Porque a diferencia de lo que se esperaba, no se desató ninguna fuerza destructiva sobre las expectativas. Por el contrario, lo que se pudo ver fue al presidente electo vestido con una dura corteza de pragmatismo reforzado, que dejó atrás el discurso del “no es tan así” al que apeló en los días previos al balotaje, a una extrema demostración de “real politik”. Como si fuese una nave Apolo, durante cada tramo de la pelea electoral Milei fue desprendiéndose de las secciones que le dieron impulso, hasta quedar solo en el módulo de aterrizaje. Con ese envión llegará en dos semanas a la Casa Rosada. Para el presidente electo será como descubrir un territorio nuevo, en el que deberá descubrir cuánto poder retiene de la fuerza que le dieron los votos y qué tanto oxígeno político necesita acumular para vivir y gestionar. Los analistas siguen estos preparativos con natural ansiedad, y se preguntan si ya vimos todo, o si al libertario le quedan más de capas por retirar y descubrir.

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Uno de los pocos indicadores que dio algún tipo de pista sobre el resultado electoral fue la desaparición del miedo. A diferencia de la primera vuelta, en donde la tensión con el dólar y los precios marcaban cierto clima de temor en el electorado (y que explicaron el 36% de adhesiones que recogió Sergio Massa), en las horas previas al balotaje no se notó tanto temor. En el mercado financiero y en el círculo rojo, la perspectiva favorecía al candidato de UP. Su desempeño en el debate, y su extendida política de ingresos (devolución del IVA, rebaja de Ganancias, etc.) le daba una chance visible, atada al funcionamiento de la lógica política que gobernó a la Argentina desde mediados del siglo pasado.

Pero el domingo, la sensación en la calle fue otra. Lo que se percibió fue hartazgo a un modelo de gestión que no dio resultados. Nadie se preocupó por buscar demasiada racionalidad o lógica en los proyectos del candidato libertario. El objetivo primario fue cambiar de actores, y no mucho más. Massa se dio cuenta rápido. Una hora antes de que cerrara el comicio, en el búnker se respiraba clima adverso. “Es un knock out“, dijo sin medias tintas un testigo de esas horas.

Cuando el ministro de Economía habló poco después de las 20, antes aún de que se conocieran los primeros números, empezó a crecer la visión de lo que viene. Milei recibió la felicitación de Massa y empezó su primera transformación: al outsider que salió a pelear sin estructura, le cayó la ficha de lo conseguido. Y así lo reflejó su primer discurso como presidente electo. Sin gritos, sin estridencias, con un texto que leyó prolijamente, empezó a alumbrar la ruta que tendrá que recorrer desde el 10 de diciembre.

Si hay dos factores que despertaban dudas sobre Milei, tanto a nivel local como internacional, eran el desafío de la gobernabilidad y la gestión de políticas que parecían cementadas a la plataforma libertaria, como la dolarización. Y lo que mostró el presidente electo, en apenas 48 horas, es que el pragmatismo para gestionar estará sujeto a su mantra de vida: los principios del mercado. Si la política pone la demanda, Milei ajustará la oferta.

El miércoles por la noche, en una entrevista televisiva, Milei señaló que la propuesta dolarizadora de Emilio Ocampo, el hombre que había elegido para cerrar el Banco Central, no era asimilable a las actuales condiciones del mercado. Y con un elogio a Luis Caputo, uno de los ex banqueros centrales de la gestión de Mauricio Macri, empezó a teñirse el mapa de alianzas con el que accedió al poder La Libertad Avanza. El violeta empezó a perder fuerza, y el amarillo PRO revivió cuando parecía que su cosecha era secundaria.

Un día después, Caputo empezó a cobrar fuerza como el elegido, y aunque todavía no había dado su respuesta final, empezó a actuar como ministro y a desplegar sus ideas para desarmar las famosas Leliq. Ocampo, como se señaló, fue uno de los primeros sacrificados. Y el hombre que tendrá su rol es Demian Reidel, vicepresidente de la entidad durante la gestión de Federico Sturzenegger.

En paralelo, apareció otro nombre fuerte en el escenario. Patricia Bullrich, pese a su negativa original, aceptó ser la ministra de Seguridad del futuro gobierno. Milei no se resignó a conseguir nombres fuertes. Y hacer lo necesario para sumar apoyo político.

Por eso enseguida hubo otros movimientos que reforzaron esta estrategia. Carolina Píparo, otra de las primeras nominadas, apareció enseguida afuera de la ANSeS. En su lugar, llegó Osvaldo Giordano, ministro de Economía saliente de Juan Schiaretti. Es un peso pesado de Córdoba, que se suma a Franco Mogetta, el designado secretario de Transporte, hombre también del candidato mediterráneo. Pero la alianza con Córdoba no termina ahí: Milei quiere darle un rol estelar a Florencio Randazzo, el compañero de fórmula de Schiaretti. Su posición es la presidencia de la Cámara de Diputados. Si todavía no cerró su participación, es porque Cristian Ritondo, el candidato de Macri, puso el pie antes de que se cierre la puerta: la llave que tiene en la mano es la fusión de los bloques del PRO y La Libertad Avanza. ¿Cuál es la palanca que mueve este movimiento?

Milei tiene solo 38 diputados. Con ese número, la proporción de comisiones que puede presidir sería limitada. Pero con alrededor de 40 legisladores amarillos que puede sumar Ritondo, el bloque tendría músculo político para aspirar a manejar resortes decisivos. En el Senado la discusión es similar, pero tiene que incluir a hombres del radicalismo. Hacia allí trajina en estas horas Guillermo Francos, convertido en el armador de la “gobernabilidad” mileísta.

Si todos asumían que Macri iba a ser el soporte natural de un gobierno libertario, el futuro presidente decidió reconocer, aunque sea en forma indirecta, a la provincia que le dio 74% de los votos. En ese mismo camino se menciona al mendocino Luis Petri como potencial ministro de Defensa. La provincia cuyana le dio 72% de los sufragios al mandatario electo. ¿Suena demasiado tener en el gabinete a los dos integrantes de una de las fórmulas rivales? Puede ser. Si Massa soñaba con la unión nacional, falta conocer los límites a los que puede llegar el pragmatismo de Milei. El teorema de Baglini no descansa.

Si La Libertad Avanza nació en un garage, para usar la metáfora que popularizó el nacimiento de Apple, hoy se instaló en una torre de departamentos. En ese edificio, hay inquilinos nuevos que desplazaron silenciosamente a figuras que fueron parte del proyecto original. No solo quedaron Ocampo y Píparo en el camino. Todavía no hay perspectivas para Ramiro Marra, candidato a jefe de gobierno porteño. Y Victoria Villarruel, la vicepresidenta, se quedó con ganas de mostrar algo más de influencia en el armado final. Si su perfil polémico en políticas como la de derechos humanos podía levantar alguna resistencia, su potencial participación en esas áreas no está a la vista. Todavía. Los elegidos, por ahora, responden a las urgencias de corto plazo: estabilizar la economía sin proyectos resistidos y lograr respaldo para que la motosierra pueda atravesar las leyes que enviarán el 11 de diciembre al Congreso.

Las incógnitas de la economía durarán un poco más. El presidente electo dijo que el equipo será “un seleccionado”, armado por él mismo. Por eso faltan varios casilleros. Caputo habla de conseguir u$s 15.000 millones para empezar a desarmar las LeliqNo queda claro aún su esquema cambiario, aunque el presidente electo admitió que no arrancará su gestión con una unificación del tipo de cambio. Para ir más allá habrá que esperar algún respaldo más, como el del FMI. No es imposible. Anoche Kristalina Georgieva habló con Milei y le mostró el compromiso del organismo para avanzar en la política de “reducción duradera de la inflación” y en “la mejora de las finanzas públicas”.

Todavía quedan algunas inconsistencias por resolver. El discurso original del economista que gobernará la Argentina requiere más sintonía fina. Apenas pasaron seis días. La película recién comienza.

El Cronista

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