CRÓNICA DE UNA DERROTA ANUNCIADA

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“La calle es nuestro único recurso”: una expresión del campo nacional y popular, consagrada y comprobada a través de los tiempos. Ni los medios hegemónicos, ni el poder judicial – y en la mayoría de los casos tampoco el poder legislativo – juegan un rol de defensa de los intereses nacionales y de protección de los sectores más vulnerables.

Sin embargo, en oportunidad de la sesión que dictaminaría sobre la denominada Ley Bases, este recurso no se puso en juego. Una movilización pobre, la menos significativa desde que comenzó la etapa de resistencia al proyecto de la ultraderecha fascista. El paro general del 24 de enero, la concentración del 24 de marzo, la marcha en defensa de la educación pública y la movilización de la CGT del Primero de Mayo fueron contundentes expresiones del descontento popular. Sin embargo, en esta ocasión no se logró una presencia masiva frente al Congreso para tratar de impedir la sanción de una ley claramente antinacional y antipopular. Cuáles fueron los motivos?

El paro que no fue

Cuando todavía las fuerzas represivas seguían capturando manifestantes y muchos ciudadanos sufrían las consecuencias de la violencia policial que se vivió en la plaza del Congreso, el secretario general de UPCN Andrés Rodríguez, integrante de la conducción de la CGT, explicaba que “habían considerado necesario respetar la decisión del Congreso”, ya que “los temas que nos interesan los fuimos negociando” y “atemperando sus efectos”. Y finalizaba: “entendimos que no teníamos por qué movilizar y mezclarnos con sectores con los que no tenemos nada que ver”.

La Confederación General del Trabajo debe ocuparse de los temas laborales, pero no puede desentenderse de un proyecto de ley que apunta a configurar un país, un Estado y una sociedad absolutamente diferentes de lo que hemos conocido hasta el presente.  Ni siquiera consideraron la precarización laboral contenida en el proyecto de ley y la dura realidad de los más de 100.000 trabajadores que perdieron sus puestos de trabajo en los últimos meses.

No obstante, hubo gremios que sí movilizaron, aunque en algunos casos no pudieron acceder a la plaza por el accionar de los cordones de las fuerzas de seguridad que lo impidieron. Tanto Camioneros, como SMATA, Bancarios y la CTA corrieron esa suerte.

Algunos sindicatos que ingresaron temprano lograron que sus militantes estuvieran presentes, pero el resultado fue muy magro en cuanto a masividad, y esto permitió que – a diferencia de las anteriores movilizaciones – pudieran actuar los provocadores infiltrados y la represión violenta y desmesurada frente a una concentración en la que reinaban la tranquilidad y la resignación.

Sin duda el hecho de que el día era laborable incidió en la baja concurrencia, y tanto el evidente accionar de provocadores como el despliegue de la represión a la hora en que podían llegar muchos trabajadores después de la jornada laboral fue planificado y desarrollado a los efectos de lograr que la votación en el Senado se llevara a cabo sin la presencia popular en la plaza.

El palco vacío

Había expectativas en cuanto a la presencia de la dirigencia política y gremial en la plaza. Las intervenciones de los principales líderes del movimiento nacional y popular reforzarían la convocatoria y fortalecerían el entusiasmo de los miles de manifestantes. Pero no sucedió. Algunas consignas, el himno nacional, y no mucho más.

No se trataba de una movilización más. Estaba claro que si el Senado aprobaba la ley, volvería a Diputados, probablemente para sancionar la ley original, gravosa en todos sus artículos para el pueblo y la Nación.

Existen variadas interpretaciones: dirigentes que no quieren exponerse cuando todavía la gestión Milei cuenta supuestamente con el 40% de apoyo, una estrategia apuntada a aguardar la agudización del descontento, evitar una colisión con la CGT, etc.

El rechazo y el desprecio son elocuentes para los senadores de Unión por la Patria que traicionaron a las fuerzas por las que fueron votados, pero también está presente la bronca por la ausencia de gran parte de la dirigencia en esta batalla tan decisiva.

Las presencias testimoniales

Fue llamativa la escualidez de algunas columnas habitualmente multitudinarias. Aun aceptando que la jornada laboral pudiera haber atentado contra la participación, no se trataba de una movilización más. Se sabía de la significación de la sesión en cuestión, y desde mucho tiempo atrás varios referentes llamaban a convocar “un millón en la plaza”.

Algunos movimientos sociales, agrupaciones de jubilados, pequeños contingentes llegados de la provincia de Buenos Aires, actrices y actores, grupos de jubilados, y mucha gente suelta. Ese era el mapa de la plaza, en la que se podía transitar sin problemas.

Frustración, bronca, desánimo, cuestionamientos. Los resultados de esta derrota dejarán marcas en la militancia y en el conjunto del pueblo, no solamente por los efectos de esta nefasta ley que seguramente se sancionará, no solamente por los 600 heridos y los 33 detenidos injustamente, sino por lo que significó dar la batalla sin liderazgos y sometidos a la brutalidad de las fuerzas de seguridad, al despreciable accionar de los funcionarios judiciales y a las mentiras oficiales reproducidas entusiastamente por la mayoría de los medios.

 La frustración y el temor deberán ser vencidos en las futuras movilizaciones para enfrentar esta gestión que consolida el saqueo y el empobrecimiento.  Y solo será posible con liderazgos comprometidos, sin mezquindades e internismos y con una amplia unidad de todos los sectores.  

Iguales.ar

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