EL DÓLAR EN BAJA ENERGIZA A MILEI Y ALIMENTA BATALLAS CONTRA “EL PARTIDO DE LA CASTA” 

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Si uno tuviera que mirar el balance político de la semana, no fue muy bueno para el Gobierno. La masiva marcha en defensa de la educación pública, el anuncio del veto a la ley de financiamiento universitario y las dificultades para sostenerlo en el Congreso, son a simple vista piedras considerables en el camino de cualquier gestión. Mucho más cuando surgen una semana después de la difusión del 52,9% de pobreza y las encuestas que muestran caída de la imagen presidencial. Pero ese nivel de análisis “clásico”, por denominarlo de alguna manera, no es el que utiliza el triángulo de hierro libertario. Para Javier Milei, que en un mismo acto hayan aparecido Cristina Kirchner, Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau, es casi una bendición. Milei imagina la competencia electoral como una pista de bowling, en la que él se ubica en una cabecera (con la bola en su poder, claro) y el resto en el fondo, alineados uno junto a otro. Para el Presidente, los palos equivalen al “partido de la casta” y tener la oportunidad de enfrentarlos a todos juntos es, en su visión, el mejor escenario que le podría deparar el 2025. En la campaña electoral, su conglomerado de alianzas representaba al cambio y su enemigo era el pasado populista, defendido por el kirchnerismo y el progresismo. Ahora las fuerzas del cielo pelean contra los defensores del status quo. Tienen a su favor una nueva herramienta, la boleta única de papel, y buscarán sacarse de encima las PASO. Lo que necesita la Casa Rosada es estabilidad económica, y que los indicadores mejoren mes a mes. ¿Alcanzará la anestesia del blanqueo?

Veamos las luces del semáforo:

La decisión de prorrogar el blanqueo de capitales un mes más fue acertada. Estaba dentro de los planes del equipo económico, y por eso no demandó demasiado debate interno. Sucede que la decisión individual de adherir o no, responde a motivadores diferentes. Y a diferencia del régimen que habilitó Mauricio Macri, en este caso lo que se produjo fue casi un efecto boca a boca. Los que dudaban y terminaron aceptando no eran grandes inversores, que ya tenían escenarios claros y definiciones tomadas. Fueron los ahorristas que acumularon moneda dura en sus colchones durante los últimos cinco años, los que empezaron a sumarse uno a uno. Luego llegaron los más antiguos, los que atesoraban billetes que fueron cambiando de color, de tamaño, de cara, que sabían que en algún momento iban a tener que enfrentarse a la necesidad de gastarlos o aceptar que se los rebotaran.

La decisión del BCRA de hacerse cargo del costo logístico de “barrer” con los dólares menos actuales y entregarlos a la Fed, desarmó la resistencia de los bancos, que empezaron a ver llegar las valijas, bolsos y mochilas de los ahorristas.

En conclusión, no hace falta contar día a día las cifras. Este blanqueo va a superar las expectativas, e incluso no va a ser un dolor de cabeza para el sistema. Son relativamente pocos los depósitos que se retiraron esta semana para ser aplicados a alguna compraventa. Los que empezaron a cambiar para hacerse de pesos consiguieron que la semana cerrara con el dólar blue por debajo de $ 1200 y la brecha cada vez más cerca de 20%.

Por eso hay sonrisas en el BCRA. Los dólares “blancos” no pueden ser utilizados para financiar importaciones, porque son depósitos, pero al menos mejoran los números del balance de la entidad ya que entran parcialmente en el cómputo de reservas brutas. El Palacio de Hacienda descartó utilizar esta nueva capacidad prestable de los bancos para colocarles una Lete en dólares, ya que su aspiración es que sean los privados los que hagan ese movimiento. Y es lo que está sucediendo: se multiplican las colocaciones de ON, para servir de instrumento inversor dolarizado de todos los que tienen su ahorro regularizado y no pretenden pagar multas (para lo cual deben mantener su inversión hasta fines de 2025).

Hay en paralelo un factor que de rebote sí está ayudando al Central: una repentina mejora de las cotizaciones de la soja en Rosario. Los productores prefieren vender y aprovechar los pesos para obtener un rendimiento vía tasas, ante un dólar que desciende lento, pero sin pausa. En los últimos cinco días, el BCRA sumó u$s 530 millones de compras netas. Como si fuera poco, a nivel externo, el conflicto en Medio Oriente no alteró tanto los ánimos (por ahora) y prevalece el dato de que la Fed continuará bajando la tasa de interés. Ese contexto moviliza la demanda de activos emergentes y los bonos soberanos encadenaron ya cuatro jornadas de subas. ¿Riesgo país? Navega ya en torno a 1250 puntos.

El otro dato que concentra la atención de los analistas es la inflación. Septiembre ya dio un buen indicio: FIEL midió 3,7% en CABA, abonando la tesis de que esta vez se conseguirá perforar el piso de 4%. El resto de los consultores convalidan este sendero, pero ven que de acá a fin de año habrá un nuevo piso a vencer, que será de 3%.

Atención: llegar a ese punto tampoco es malo para Caputo. La inflación promedio del Presupuesto 2025 es 29%, lo que implica que será más alta en el arranque del año y más baja en el final, para hacerla consistente con el 18% estimado para el período diciembre 2024 vs diciembre 2025.

Hay algo más para este panorama: Economía considera como una posibilidad real que el crawl mensual sea menor a 2%, porque creen que ese número también le pone un aumento seguro a los precios de los importados.

La recaudación impositiva de septiembre encendió luces de todos los colores. En nuestro caso, dejaremos prendida la amarilla. La verde vino de la mano de Bienes Personales, ya que la AFIP cosechó los pesos que pusieron todos los que adhirieron al régimen de incentivo, un mecanismo incluido en el paquete fiscal que se aprobó en paralelo a la Ley Bases, por el cual se podían pagar cuatro años de manera anticipado, con una alícuota menor y congelando los bienes declarados hasta el 2038. Fue una gran jugada de una sola vez, porque predominó el efecto anticíclico: el Gobierno recaudó en un solo mes fondos que no tendrá en los próximos años, apostando a que la economía modere los baches futuros y se cumpla el pronóstico de un repunte de 5% del PBI el año que viene.

Los números que no vinieron buen fueron los que generan los impuestos ligados al nivel de actividad. Está claro que toda la recaudación no logra, desde hace meses, superar o empatarle a la inflación. Mucho menos cuando septiembre resignó diez puntos de Impuesto PAIS. Pero el impuesto a los débitos y créditos (el popular impuesto al cheque) generó $ 874.000 millones en septiembre, después de haber rendido $ 919.000 millones en agosto. Hay factores estacionales en el medio, pero la tendencia no tranquiliza. En el IVA sucedió algo parecido, aunque en este caso el impacto vino también por la eliminación de percepciones que se aplicaban a la importación de alimentos.

El Gobierno pone mucho énfasis en la ecuación fiscal y el déficit cero. Por eso hay mucha atención puesta en los recursos que contará para llegar a esos objetivos. Lo que muestra el Ejecutivo es una determinación mayor: si la recaudación no alcanza, se corta el gasto.

¿Está el FMI en zona amarilla? Por lo pronto, el panorama todavía no es verde. El equipo económico, como mencionamos la semana pasada, está listo para emprender la novena revisión y el calendario le permitiría también hacer la décima (corresponde al tercer trimestre, que venció en septiembre).

Pese a lo que circula, Caputo no está apurado por unificar ambas revisiones. Sabe que, en caso de ocurrir, tiene todo OK en la primera y un agujero en la que sigue. La meta de reservas no se alcanzó y requerirá que el organismo emita un waiver o dispensa. El dato es que junto con ese pedido hay que mostrar una hoja de ruta que comprometa la forma en la que se obtendrán esos dólares.

Si Economía tuviera que hacer esa proyección hoy, tal vez debería comprometer acciones para las que todavía no hay margen. Por el contrario, si dilata la revisión, se podrá ver con más claridad el efecto del blanqueo y cuántos dólares quedaron en los bancos, y en las reservas brutas del BCRA.

Si el levantamiento del cepo cambiario fuese una mano de póker, lo que hacen hoy los jugadores que representan al Gobierno en la mesa (Caputo y Bausili) es contar las barajas que tienen en la mano el resto de los participantes (el FMI, los bancos que pueden acceder al crédito repo, los exportadores). Todavía nadie pidió cartas. Va a ser una partida larga.

Hay dos frentes para observar en este escenario. Uno es el social, que se refleja en el debate en los medios, en la adhesión que tiene la defensa de la universidad pública en la opinión pública, en la popularidad que tiene esta causa por lo que representa como disparador de progreso y ascenso social. En esa batalla, Milei va abajo.

El otro frente es el político, donde los aliados que le han permitido sostener en el Congreso algunas de sus principales decisiones políticas, esta vez están remisos. La relación con el PRO es la más delicada, porque Mauricio Macri siente que el apoyo al Presidente tiene costo y no tiene ganancia. Por eso a la Casa Rosada le costará reunir a los “héroes” que tendrán que defender el veto. El oficialismo lo sabe y por eso en el análisis de un plan B figura la chance de acudir a la Justicia para frenar la ley. O sea, hacer lo mismo que ha cuestionado el Gobierno con su DNU 70/23 u otras tantas medidas que han sido resistidas por la vía legal.

El Ejecutivo cree que la sensación térmica de esta pulseada es muy distinta a la de abril pasado. No existe la percepción de que las universidades van a cerrar. Reciben fondos, pero menos de lo que reclaman. Están dentro del cuadro “no hay plata”, por decirlo de alguna manera.

Como señalamos en la introducción, a Milei no le disgusta que todos sus adversarios estén unidos en una sola fila, porque cree que eso le facilita la batalla. Lo ilusiona vencer al “partido de la casta”. ¿Pero está la comunidad universitaria dentro de sus filas?

El PRO dejó trascender su cansancio por ser un actor secundario. Pero su actitud también es política. A Macri, como a Milei, lo fatiga el universo de la negociación, pero en sus filas algunos le recomiendan subir el precio de sus votos.

El Gobierno no ha encontrado el tono adecuado para ubicarse en esta contienda. Sostiene que más que una discusión sobre la educación pública, lo que enfrenta es una paritaria que sigue abierta. Será un fin de semana de cabildeos intensos, dirían los protagonistas de “The West Wing”, la serie noventosa sobre la Casa Blanca en la que siempre hay un capítulo para seguir de ejemplo. Bill Clinton y su equipo intercambiaban puntos de vista con sus guionistas, deseosos de poder encontrar un recurso de alto impacto para encaminar debates del momento. A Milei y a Santiago Caputo, solo les queda repasar sus guiones. Es lo que hay.

El Cronista

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