DETALLES EXCLUSIVOS DEL CASO FATAL DE CORONAVIRUS: “LO QUE PASÓ EN EL ARGERICH FUE TERRIBLE”

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Luis Contreras relata su odisea en el hospital porteño junto a Guillermo Gómez, el primer fallecido de esta enfermedad. La historia de militancia en el Movimiento Villero Peronista con su amigo, quien se había exiliado en Francia tras ser secuestrado por la dictadura.

Luis Contreras tiene 79 años y desde su aislamiento que cumple en su casa de El Jagüel relató a El Destape cómo el SAME y el Hospital Argerich incumplieron el protocolo para la contención del coronavirus. Luis es amigo de Guillermo Gómez, quien el sábado se transformó en la primera víctima fatal de esa enfermedad en América Latina. Guillermo no solo había asistido con síntomas a la guardia en dos ocasiones antes de quedar internado sino que, en la última oportunidad, tuvo que trasladarse en taxi porque nunca le enviaron una ambulancia para atenderlo. Luis lo acompañó en ese viaje y estuvo más de cinco horas en la sala de urgencias con su excompañero de militancia política durante la década del setenta. Nadie en el sistema de salud le advirtió los riesgos que estaba corriendo. 

“Yo vivo en el Jagüel, Monte Grande. Cuando me llamó la señora de Guillermo, porque hacía 4 días que estaba con fiebre y no comía, me fui para su casa, en San Telmo. Quería que los ayudara con la internación”, relata. “Llamamos al 107, describimos su estado y resaltamos que recién venía de Francia. Dijeron que venían. Bajé a esperar pero no vinieron. Llamamos de vuelta. Y nada. Me dijeron que las ambulancias estaban en desinfección. A la tercera ocasión que llamamos me dijeron que el servicio estaba restringido. ¿Cómo va a estar restringido un servicio de emergencia?”, se queja Luis. 

Guillermo había llegado desde Francia el 25 de febrero. Había ido a visitar a su hija, que nació allí, porque tuvo que exiliarse, junto a su compañera Nelly, para salvar la vida durante la última dictadura cívico-militar. Ambos habían sido secuestrados y torturados. En aquellos tiempos él era recolector de residuos y militaba y vivía en la villa 19, en el barrio INTA. Había pasado de la Juventud Peronista al Movimiento Villero Peronista. Ahí se había conocido con Luis. “Ellos trabajaron toda su vida en Francia. Allí se jubilaron. Por eso acá no tenía obra social. Volvieron hace unos años”, explica Contreras, antes de retomar el relato de su odisea, que también fue reflejada en El Destape Radio.

Como la ambulancia nunca llegó, Luis decidió cargar a su amigo y trasladarlo al Hospital Argerich en taxi. “Traté de llevarlo como podía. Tardé como 20 minutos en bajar un piso. Paré un taxi y nos fuimos al Argerich. Cuando llegamos vimos que había tres ambulancias del SAME paradas ahí”, cuenta Contreras.

Nelly, la pareja de Guillermo, fue a la guardia a presentarse. “Yo me quede con él, cuidándolo. No nos dieron ni una silla. El hombre de seguridad me ofreció la suya para que se acomode Guillermo. Llegamos a las 12.30 y recién lo atendieron a las 18”, continúa. “Estuvimos en un pasillo lindero a la guardia, donde pasaba mucha gente. Recién cuando ubicamos a una doctora y le explicamos el cuadro, nos dijo ‘no puede ser’, y se lo llevaron para la internación. Siempre en la guardia. Ahí le pusieron una mascarilla”. Hasta entonces, en ningún momento estuvo aislado, tampoco las dos veces anteriores que había asistido a la guarda la semana previa.

“Yo me volví a mi casa”, sigue Contreras. “Al día siguiente lo fui a visitar pero no se podía pasar. Ya estaba en un lugar de acceso restringido. Nelly pasó la noche en sala de espera. Luego, el viernes, lo trasladaron al segundo piso y si bien también era con visita restringida se lo podía ver”. En el Argerich no sabían que el paciente estaba infectado por el coronavirus. El positivo se conoció postmortem.

“Fui la noche del viernes a verlo. Entré y lo vi. Estaba prácticamente inconsciente. La señora me dijo que estaban esperando el desenlace”, cuenta Luis. Es que además del Coronavirus no detectado, Guillermo presentaba otras patologías preexistentes que complicaron su pronóstico. La edad elevada y otras dolencias son los principales factores de riesgo letal en esa pandemia. Gómez falleció el sábado.

Tras la muerte, los vecinos del barrio fueron preocupados a visitar a Contreras, que ya estaba de vuelta en el Jaguel. Narra Luis: “Se armó un avispero. Así que llamé a una ambulancia. Pero de PAMI porque para mi la del 107 no me iba a dar bola. Me llevaron al Hospital Español para hacerme estudios”. El hisopado que le realizaron dio negativo. No está con síntomas de la enfermedad.

Tampoco Nelly, la pareja de Guillermo, que se hizo ver en el Hospital Muñiz, porque desconfía del Argerich. A pesar de eso, ambos están aislados en sus casas. Lo mismo que otra amiga y excompañera de militancia de Gómez con la que habló El Destape. Es que aún desconocen si están incubando la enfermedad. “Lo que pasó en el Argerich es terrible”, afirma Luis, aún indignado por cómo se abordó el caso de su amigo. “Todo fue un desastre”, agrega. 

En este contexto, Trabajadores del Argerich pidieron esta mañana en una asamblea que se permita una licencia para al menos 42 profesionales que tuvieron contacto con Gómez sin la protección adecuada. Consultados por El Destape, desde el gobierno proteño, responsable del Argerich, negaron que haya habido brechas en la seguridad y aseguran que “se trabajó correctamente dentro del protocolo desde el minuto cero”.

Respecto al planteo de los trabajadores, informaron que “el ministro de Salud Fernán Quirós personalmente habló con el hospital y los equipos del gobierno estuvieron reunidos con los trabajadores para llevarles tranquilidad y contenerlos”. “Nos estamos ocupando del tema”, respondió un vocero del GCBA ante la pregunta que se le realizó.

Historia de militancia

Guillermo Gómez y Luis Contreras fueron compañeros de militancia en la década del setenta. “Militábamos en el Movimiento Villero Peronista con Carlos Mugica”, explica Contreras, quien en aquellos tiempos vivía en la villa 19, en el barrio INTA, al igual que su amigo.

En plena dictadura, recuerda Luis, a Guillermo y a Nelly fueron víctimas del aparato estatal de terror: “Los secuestraron y los torturaron. Los tiraron por Lugano. Ella estaba embarazada. Su hija nació en Francia”, narra. Los tres siguieron viviendo allí hasta que Guillermo y Nelly regresaron hace pocos años. En su reciente viaje a Europa, habían ido a visitar a su hija. Ella está llegando este lunes a la Argentina, indicaron desde el entorno de la familia.

En lo que hace a Luis, cuando se desató la represión genocida se fue a Mendoza a cosechar duraznos. Nunca perdió el lazo de amistad con su amigo.  

(El Destape)

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