Queridos argentinos y argentinas: siempre les hablo con la verdad. Cado uno puede estar de acuerdo o no con lo que yo pienso, pero hay verdades que están por encima de los desacuerdos: estamos viviendo el peor momento, desde que comenzó la pandemia.
Ustedes saben que recorro el país y también saben que conozco muy bien las enormes dificultades, que atravesamos. Estamos teniendo la mayor cantidad de casos y de fallecidos. Debemos asumir seriamente lo crítico de este tiempo y no naturalizar tanta tragedia.
Más allá de lo que cada uno piense, debemos asumir la gravedad de este instante. No es momento de especulaciones; nadie tiene derecho a querer sacar ventaja, cuando debemos unirnos para superar esta catástrofe, que azota a la humanidad.
Les pido que no aceptemos que se niegue esta realidad, que debemos superar. Cada contagio debe dolernos, cada muerte debe conmovernos. Debemos estar cerca del pesar, que sufren quienes han perdido un ser querido, en la pandemia.
Ante lo irreparable de tantas vidas perdidas es necesario entender el deber que nos cabe de ser solidarios. Lo he dicho muchas veces, nadie puede salvarse solo. Hoy – como nunca antes – necesitamos cuidarnos solidariamente para evitar todas las pérdidas que podamos.
El primero que debe cuidar la salud todos y todas es el Estado. El Estado jamás puede hacerse el distraído ante una pandemia. Eso sería inconcebible y si ocurriera, también sería imperdonable.
La Constitución Nacional y los tratados internacionales obligan al Estado a tomar medidas para proteger a la población. Es indudable que tengo el deber de cuidar la salud de cada argentina y de cada argentino porque la ley me lo impone. Pero no puedo negar que – por encima de ese imperativo legal – siento el deber ético de preservar la vida de cada uno de ustedes, porque fueron ustedes quienes me confiaron el gobierno, de nuestra querida Argentina.
Desde el Estado nacional, junto a gobernadores y gobernadoras, venimos trabajando por superar la pandemia, desde inicios del año pasado. La inmensa mayoría de nuestra sociedad nos acompañó con su esfuerzo; unidos, mancomunadamente, debimos hacer frente a lo desconocido. Por encima de aciertos o errores, nunca nos desviamos de aquel objetivo que les marqué cuando esta pesadilla inició. Cuidar la vida de nuestro pueblo es una prioridad irrenunciable para nosotros.
A mediados de marzo anuncié que – lamentablemente – iba a llegar la segunda ola y para mi pesar, tuve razón. Ahora podemos ver el cambio en la situación epidemiológica, en el país, desde marzo hasta la actualidad.
Convoqué a redoblar entre los ciudadanos todos los cuidados y tomamos a tiempo restricciones que tuvieron un impacto positivo en las primeras semanas. Sin embargo, hace varios días los casos comenzaron a aumentar en diferentes zonas del país.
Es evidente que hubo decisiones, que no compartimos, algunas de las cuales fueron judicialmente avaladas, que debilitaron las acciones contundentes, que nosotros propusimos para controlar lo crítico de la situación.
Lamentablemente, es posible que producto de todo ello, en medio de tanto barullo, algunos mensajes hayan generado confusión en la sociedad, llevando a muchos a minimizar el problema. Esa confusión debe terminarse poniendo en claro lo que nos ocurre.
Nosotros elaboramos indicadores precisos para establecer el nivel de riesgo epidemiológico y sanitario, de cada zona del país. Diseñamos un modelo que da previsibilidad al precisar las acciones oportunas, que deben adoptarse, ante el riesgo creciente. Esos indicadores nos permiten conocer – de antemano – las restricciones, que deben imponerse en cada contexto. Ese es el espíritu del Decreto de Necesidad y Urgencia, que rige desde hace 3 semanas. Es el mismo espíritu que subyace en el proyecto de Ley, que enviamos al Congreso Nacional.
Un país no puede tener 24 estrategias sanitarias, ante una situación tan grave. No se puede fragmentar la gestión de la pandemia, porque lo que sucede en cada provincia o en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires impacta – tarde o temprano – en las otras zonas del país.
Hay una sola pandemia que inexorablemente se expande sobre todo el territorio y no reconoce límites ni jurisdicciones. Hay consensos científicos y una vasta experiencia internacional, que así lo demuestra. Al elaborar el proyecto de ley, que elevamos al Congreso Nacional, hemos incorporado la experiencia que acumulamos, en este tiempo. Más allá de lo peculiar de cada zona, necesitamos un marco regulatorio nacional común para enfrentar la pandemia; minimizar el número de contagios y garantizar la atención hospitalaria, para quien lo requiera.
La verdad es que en esta segunda ola se evidenciaron tres problemas que, como país, debemos corregir: en algunos lugares no se cumplieron todas las medidas que dispusimos; en otros lugares se implementaron de manera tardía, cuando la experiencia indica justamente que es decisivo anticiparse a la expansión de contagios. Y algo fundamental: en muchos lugares los controles se relajaron, han sido muy débiles o simplemente no existieron.
Hay ciudades y provincias, que hoy tienen su sistema de salud al límite, con hospitales públicos y sanatorios privados que están al borde de no poder dar respuesta. El problema ya no se acota a determinado territorio, es muy grave y se evidencia en todo el país.
El aumento de camas y respiradores no resuelve el problema, si no se restringe el contagio y la circulación.
El agotamiento de todo el personal de salud – a quien siempre voy a estar agradecido por el esfuerzo que hace – no puede ser soslayado.
La gran mayoría de la sociedad cumple las medidas establecidas. Pero cuando no hay fiscalización se produce una gran injusticia. Una minoría que incumple sin ninguna consecuencia genera un aumento de la transmisión, que afecta a todos y a todas. No importa cuántas medidas tomemos, si hay minorías que incumplen, porque eso genera una propagación del contagio.
Si se cumplen las medidas, que estamos disponiendo, reduciremos el impacto de la segunda ola. Si se implementan, de modo oportuno, y se controla el cumplimiento, los contagios van a ceder y podremos recuperar rápidamente las actividades, que – temporariamente – suspendemos. Si la sociedad percibe este riesgo, se empodera y se cuida, podremos alcanzar este logro colectivo.
Por eso, voy a insistir, una vez más: es decisivo que la autoridad de cada jurisdicción aplique estrictamente las normas, que estamos dictando. No hay lugar para las especulaciones y no hay tiempo para dudar.
Hoy, necesitamos que cada persona y que todos los sectores tomen plena conciencia del momento que vivimos. Estamos atravesando el peor momento, desde que comenzó la pandemia. Es muy importante, que ustedes sepan que todos los datos científicos indican que el problema, hoy, es gravísimo en Argentina, que estamos en un record de contagios y fallecimientos. Los datos científicos han probado que a mayor circulación de personas se genera mayor transmisión del virus, mayor mortalidad y un riesgo concreto de saturación del sistema de salud.
La dinámica de la pandemia generó un debate acerca de dónde están los principales focos de contagio, ese debate ya no tiene sentido repetirlo. De lo que nadie duda es que la circulación por cualquier motivo y las reuniones sociales son los factores centrales, que multiplican los contagios.
Por lo tanto, aprovechando que la semana próxima solo tiene 3 días hábiles vamos a restringir la circulación, en todas las zonas del país, que se encuadren en Alto riesgo o en Alarma epidemiológica. La medida regirá, desde este sábado 22 de mayo, a las 0 horas, hasta el domingo 30 de mayo, inclusive. Además, quedarán suspendidas las actividades sociales, económicas, educativas, religiosas y deportivas en forma presencial. Estarán habilitados los comercios esenciales, los comercios con envío a domicilio y para llevar. Sólo se podrá circular en las cercanías del domicilio, entre las 6 de la mañana y las 18 horas, de cada día, y podrán circular, excepcionalmente, las personas especialmente autorizadas.
Quiero ser muy claro y preciso: esta es una decisión que dura 9 días y solo involucra 3 días hábiles. Después seguiremos el siguiente cronograma. Terminados estos 9 días, desde el 31 de mayo hasta el 11 de junio, inclusive, se retomarán las actividades en el marco de las medidas vigentes, que tenemos hasta el día de hoy, pero con la firme decisión de hacerlas cumplir estrictamente deberemos implementar las restricciones que correspondan, a cada zona, según los indicadores epidemiológicos y sanitarios.
En ese lapso, tratando de favorecer bajar aún más los contagios, dispondremos que, el fin de de semana, correspondiente al 5 y 6 de junio, vuelvan a restringirse las actividades, en las zonas más críticas.
Es una medida de cuidado intensiva y temporaria. Este esfuerzo colectivo va a ayudarnos a atravesar, estos meses de frío, reduciendo – todo lo posible – los contagios y la mortalidad.
Soy muy consciente, plenamente conciente que estas restricciones generan dificultades. Ante esta realidad, no queda más remedio que escoger la preservación de la vida. Yo no voy aceptar, que se naturalice esta cantidad de contagios o fallecimientos.
El Estado Nacional seguirá acompañando, a quienes más lo necesiten, como siempre lo hemos hecho. A las empresas y trabajadores afectados los acompañaremos, con el Programa de Recuperación Productiva; aumentaremos el salario complementario realizando una inversión de 66.000 millones de pesos. También ffortaleceremos el apoyo a las familias, con la Tarjeta Alimentar llegaremos a casi 4 millones de niños, niñas y adolescentes. Mañana mismo iniciamos se el pago.
Nuestra inversión sanitaria y para reducir el impacto económico y social, de la segunda ola, suma – hasta aquí – $480.000 millones. Este esfuerzo está financiado a través de los mayores ingresos que hemos tenido por el Aporte Extraordinario a las Grandes Fortunas y el aumento de la recaudación.
Estaremos atentos, a quien necesite nuestra ayuda en esta emergencia, como siempre lo hemos hecho.
Les pido que tomemos conciencia de la gravedad del momento. Quedarse en casa todo lo posible, salir sólo para lo impostergable, no participar de reuniones sociales y maximizar los cuidados cuando sea imprescindible salir.
Las medidas de prevención, de COVID-19, se deben fortalecer en todo el territorio nacional, de acuerdo con el conocimiento que ya tenemos sobre las actividades de mayor riesgo. Así no sólo es obligatorio el uso del barbijo; también deberemos respetar la distancia de dos metros, ventilar los ambientes y la higiene de manos. También es obligatorio el aislamiento de los casos confirmados y de sus contactos estrechos.
En este tiempo vamos a fortalecer el proceso de vacunación que estamos llevando a cabo. En los próximos días contaremos, con más de cuatro millones de dosis. Hasta hoy 7 de cada 10, mayores de 60 años, han recibido al menos una dosis de la vacuna. Acelerando la aplicación, en pocas semanas más habremos vacunado a la totalidad de personas en riesgo, que optaron por vacunarse.
Tal como anunció el Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, el Fondo Ruso está normalizando la entrega de vacunas. Ya esperamos otro millón para los próximos días.
También hablé con el Presidente Andrés Manuel López Obrador y me confirmó el pronto envío de una gran cantidad de vacunas de las que hemos producido entre ambos países con AstraZeneca.
Tuvimos, además, contacto con el Presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, a quien le hemos pedido su intervención para que la Argentina pueda seguir recibiendo vacunas de Sinopharm. A todos ellos mi sincera gratitud.
Continuamos el diálogo con otros países y productores para que la Argentina siga contando con vacunas seguras y eficaces para toda nuestra población. Seguimos trabajando y poniendo nuestros mayores esfuerzos para la firma de nuevos contratos.
Con la llegada de estas dosis, ingresamos en una nueva etapa del plan de vacunación. En las próximas semanas las jurisdicciones tendrán la mayor cantidad de dosis disponibles, desde que comenzamos a vacunar. Quiero valorar y felicitar el esfuerzo de cada vacunador y vacunadora que – con emoción y compromiso – son protagonistas centrales de esta magnífica campaña. Mientras nos quedamos en casa, acompañaremos a las familias, a las empresas y avanzaremos fuertemente con la vacunación.
En ese momento crítico, trabajemos más unidos y unidas que nunca. Olvidemos cualquier desavenencia, la salud de los argentinos y las argentinas así no lo exigen. Gracias a todos y todas.
Casa Rosada