ASBESTO: UN ASESINO OCULTO EN NUESTRA COTIDIANEIDAD

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El asbesto es el nombre que se le da a un grupo de minerales que existen en la naturaleza y que consisten en fibras muy pequeñas que se inhalan fácilmente.  Está compuesto de silicatos diversos con muchas variantes que dependen de la proporción de los diferentes componentes.

Por sus propiedades inflamables y de resistencia, las variedades fibrosas fueron frecuentemente  usadas en la industria de la construcción desde hace mucho tiempo,  siendo la versión moderna más común el fibrocemento (crisotilo).  La inhalación reiterada de polvo de asbesto (asbestosis) aumenta enormemente la probabilidad de sufrir cáncer de pulmón.

De hecho, para la Organización Mundial de Salud (OMS) existen los “edificios enfermos”, que define “al conjunto de molestias ocasionadas en la salud por la mala ventilación, la descompensación térmica, las cargas electromagnéticas, las partículas, componentes tóxicos y vapores de origen químico en suspensión que circulan por el edificio en el que vivimos o trabajamos”.

El fin de la pandemia y la notable reactivación de la economía trajeron aparejado una masiva vuelta al trabajo presencial por parte de millones de personas en toda la república argentina. 

La vuelta a las oficinas, escuelas, fábricas, transporte público puede significar estar expuestos a este letal elemento, más aun teniendo en cuenta que se encuentra presente en muchísimos elementos que atraviesan a nuestra vida cotidiana.

Pero no sólo en los materiales del a construcción  externos encontramos este letal  elemento. De hecho, los materiales más peligrosos son los friables: es decir, aquellos que se disgregan en pequeños trozos, polvo o fibras y éstas son despedidas al aire en objetos que fueron  calorifugados, que es el proceso de protección aislante que se aplica sobre las superficies externas de un recipiente con objeto de disminuir las pérdidas térmicas como ser  paneles aislantes, recubrimientos de superficies,  entre muchos otros. No obstante, materiales no friables  también pueden liberar fibras al aire al cortar, lijar o pulir sobre ellos en mantenimiento de viejos edificios. Los encontramos en   tubos y placas de fibrocemento, placas de yeso, pavimentos vinílicos de PVC,  etc.

También están presentes en cañerías de vapor, calderas y conductos para hornos aislados con una manta de asbesto o cinta de papel-asbesto. Estos materiales pueden soltar fibras de asbesto si se les daña, o se reparan o quitan incorrectamente. Tableros de fibra prensada, cartón grueso y papel que se usan como aislamiento alrededor de calderas y estufas de leña. Al quitar éstos enseres, se pueden desprender las fibras de asbesto y pasar al aire; así como si corta, rasga, rompe, lija, perfora o serrucha el aislamiento. Juntas para puertas de hornos y estufas de leña o de carbón.

El caso de los subterráneos, edificios públicos y escuelas  de la Ciudad de Buenos Aires

Entre septiembre de 2011 y noviembre de 2012 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le compró a España 36 vagones CAF 5000 para la red de subtes porteño, por 5 millones de euros. Estas unidades tenían asbesto, también conocido como amianto. La Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) denunciaron en reiteradas ocasiones que flotas de las diferentes líneas porteñas  están en su mayoría contaminadas por este material cancerígeno.

El caso de la Provincia de Buenos Aires

Un informe de 2017 titulado “Asbestos en argentina: Contaminantes naturales en materiales para la contrucción. Casos de estudio” llevado adelante  por  la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires revela que si bien  “la detección de materiales con amianto en construcciones antiguas no siempre implica riesgo de inhalación de fibras. Sin embargo, advierte la importancia de llevar adelante “tareas de ubicación dentro de las estructuras a fin de tomar los recaudos necesarios a la hora de su re movilización y disposición final”. Además, aclara que “también es frecuente encontrar edificios abandonados donde el deterioro sufrido expuso estos materiales al medio ambiente tornándose peligroso para las personas que viven en las proximidades”.

Para los científicos, la totalidad de los “de los edificios relevados se utilizaron materiales asbestiformes claramente identificables”. Por otro lado se pudo   concluir que en muchos casos “a partir  expuesto a las condiciones exógenas y a partir de esto las fibras quedaron sin adherencia y se dispersaron con facilidad. Estos materiales, al ser movilizados para su disposición final, en una etapa de recuperación o remodelación de los edificios, podrían generar un problema ambiental de magnitud”.

Por último advierte que “los materiales fibrosos que recubren los caños constituyen un problema muy serio ya que además de poseer en su composición cristales de anfíboles aglutinados y poco protegidos del ambiente, son altamente dañinos para la salud humana, ya que fácilmente se volatilizan. Estos materiales, podrían generar un problema ambiental de magnitud si no se toman los recaudos necesarios para su movilización hasta la disposición final al momento de la restauración”.

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