Va a ser un invierno largo para el Banco Central. La volatilidad cambiaria difícilmente se disipe en las próximas semanas, porque la genera un bien que seguirá siendo escaso: el dólar. Sin embargo, la pulseada de estos días es muy distinta a la que tuvo que dar Sergio Massa hace un año, cuando la sequía evaporó u$s 20.000 millones. Hoy la discusión no es cómo vivir con un Banco Central vacío, sino hasta qué nivel de reservas se puede llegar sin poner en riesgo el motor de la economía, considerando que sale más de lo que entra debido a que todos los meses aumenta el lote de importadores que cobran en regla y el goteo de divisas va en aumento. Inversores y analistas le cuestionan a Luis Caputo que si no toma otras decisiones (corregir el tipo de cambio para estimular la liquidación de los exportadores) se va a quedar sin nafta en medio de la ruta. El ministro libra su propia pelea con el mercado. Cree que la actual velocidad crucero a la que ceden reservas (su última medida implica que no van a sumar) les alcanza para sostener una recuperación moderada en julio y agosto. Levantar el cepo es condición para crecer, desde ya, pero para el corto plazo les importa más asegurar una inflación descendente que acondicionar la cancha para las inversiones. En esa batalla cultural, Caputo insiste con que los pesos van a escasear, habrá que desprenderse de dólares para financiarse y el precio actual va a bajar. Lo que asoma en el tablero es una cifra “mágica”: 1000 pesos por dólar. Es el valor que Economía puso en el Presupuesto para el tipo de cambio oficial a fin de año, y es el número al que se valuarán los bienes a declarar en el blanqueo que estén en la Argentina. No es el parámetro de una nueva convertibilidad, claro está, pero una buena unidad para cambiar el régimen monetario y habilitar la bendita competencia de monedas.
Veamos el semáforo de la semana:

El Estimador Mensual de Actividad que elabora el Indec es una estadística que no se consume fresca. El dato conocido esta semana traduce la foto de mayo, y si bien fue positivo, la realidad es que era previsible. El 2,3% de incremento anual refleja el impacto de la cosecha, comparado sobre su ausencia total en 2023. Es por esa razón que el sector agropecuario tuvo una mejora de 103%, perfomance que elevó significativamente el promedio, y habilitó una mejora que por ahora está limitada a seis sectores. Los restantes nueve que mide el indicador, dieron negativos. De hecho, si se descontara el efecto del agro, el EMAE habría mostrado una caída de 5,3%.
Este contexto no le quita valor, ya que la suba de mayo anula la chance de que técnicamente se desate una recesión (hacen falta dos trimestres consecutivos de caída). Y también servirá para darle un mejor “piso” a los meses que vienen.
El superávit fiscal, como dato de la macro, fue algo más contundente. Aunque en El Semáforo habíamos adelantado un mes atrás que el saldo acumulado de los primeros cinco meses prácticamente aseguraba un semestre positivo, obtenerlo le dio a Luis Caputo la chance de tildar una meta significativa: desde 2008 que no se conseguían seis meses consecutivos de resultado a favor. Hubo que volver a poner en marcha la motosierra en el gasto en subsidios para poder nivelar un poco la caída real de 14% que anotó la recaudación tributaria. El Gobierno está decidido a seguir apoyándose en el ancla fiscal como principal indicador de gestión, tanto de cara a los inversores como del FMI. Caputo tiene la certeza (es más correcto decir confianza) de que la tendencia se va a sostener. Cuando habla de seguir absorbiendo pesos, proyecta 2 billones mensuales hasta fin de año. ¿Vale ese número, ante la ratificación del propio ministro que en septiembre se reduce diez puntos el Impuesto PAIS? Sus cálculos se apoyan en los ingresos que aportará el paquete fiscal, de la mano de la restitución de Ganancias, el blanqueo, la moratoria y la reforma de Bienes Personales (las tres últimas reformas premian el pago adelantado). También confían en una recuperación del consumo y el nivel de actividad.
Hubo dos gestos institucionales esta semana que también fueron señales positivas: el encuentro de Guillermo Francos con los empresarios de AEA y la visita de la CGT a la sede de la cartera laboral. Para un gobierno que aprendió a valorar el diálogo a los golpes (le costó meses de retraso en su agenda legislativa y el sacrificio de un jefe de Gabinete, entre otros costos políticos), no es menor que los gremios puedan manifestar puntos de vista que eviten un nuevo paro general. Dato: a la AFIP solo le queda publicar la reglamentación de Ganancias.
En este recuento de gestos también se puede incluir el acuerdo alcanzado ayer con el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, para restituirle a la Ciudad la coparticipación que le quitó Alberto Fernández en 2020. Hay un factor que hacía impostergable este consenso: la desaparición de las Leliq y los pases que colocan los bancos al BCRA les quitó un ingreso considerable a las arcas porteñas, porque sobre esas colocaciones las entidades financieras pagaban Ingresos Brutos. El compromiso de girarle $ 80.000 millones por mes le dará un respiro a la gestión del PRO y servirá para distender la relación entre Mauricio Macri y Javier Milei (que volvieron a conversar para acordar el nombre del sucesor del subsecretario de Deportes, Julio Garro, despedido por el Presidente).
Ultima mención para otro adelanto de El Cronista: el equipo económico está preparando líneas de crédito a cinco años a tasa fija, para favorecer la compra de electrodomésticos. La excusa es incentivar el recambio por equipos con mayores estándares de eficiencia energética. Todo sirve para darle un empujón al consumo.

El descenso parcial del dólar libre y de la brecha cambiaria podría haber recibido un sello verde. Pero el debut de la medida que aplicó el Ministerio de Economía se llevó todas las señales de alerta de la semana. El Gobierno lo presentó como una nueva fase del plan, destinada a cerrar una canilla más de emisión monetaria. Anunció que los dólares excedentes del saldo comercial serán colocados a través del contado con liquidación, para retirar pesos. En el medio, obtiene una ganancia marginal, al comprar divisas a $ 940 y venderlas a $ 1400.
El nuevo esquema implica dos hechos: por un lado, una renuncia transitoria a acumular reservas, y por el otro, un blanqueo de que el BCRA intervendrá en el dólar CCL para bajar la brecha y evitar traslados a precios. La movida arrastró cuestionamientos de todo tipo: los más impiadosos acusaban al Gobierno de hacer “massismo explícito”, aunque sin explicitar que se trata de contextos distintos.
Los inversores hoy están obsesionados con el ritmo deficiente de acumulación de reservas. Por eso el precio de los bonos soberanos cayó y disparó el riesgo país otra vez por arriba de 1600 puntos. No miran el superávit fiscal, ni el comercial, ni la inflación, ni el PBI. Porque entienden que, si el plan no cierra desde lo monetario y se levanta el cepo, todo lo anterior se desinfla.
El equipo económico reconoce de antemano que van a resignar u$s 3000 millones de reservas este tercer trimestre (una situación que está contemplada en el acuerdo con el FMI), porque cae la liquidación del agro y las ventas van a estar atadas a la necesidad de comprar insumos para la siguiente siembra. Como si fuese poco, la soja quedó esta semana por debajo de los u$s 400 en Chicago, un valor que no tocaba desde hace cuatro años.
¿Cómo cierra este esquema? Con dólares o con un mes y medio de alta volatilidad cambiaria. Para que entren divisas, no hay que esperar aportes milagrosos de algún organismo internacional. La apuesta oficial está asentada en el blanqueo de capitales, por un lado, y en la balanza energética. Este mes se completó la obra que permite utilizar al 100% el gasoducto de Vaca Muerta, con lo cual será innecesario adquirir nuevos barcos de GNL. Y si la exportación de combustibles sigue como hasta ahora, sumará dólares que no estaban en las proyecciones privadas. Hasta que eso no suceda, la brecha no desaparecerá.
Dato extra: el lunes debutan las Lefi, las letras que reemplazarán a los pases pasivos, y se espera que muestren una suba de la tasa en pesos, un estímulo para salir de los instrumentos de ahorro en dólares. Si funciona o no dependerá del número que pague desde ahora el Tesoro.

Como mencionamos la semana pasada en El Semáforo, la economía real no muestra aún demasiados signos de recuperación. El EMAE revela rebotes focalizados, y deja en la cola a los tres sectores más sensibles: el comercio, la industria y a construcción. El primero muestra todavía una caída de 11% anual, según el Indec, y el último, de 22%. La reaparición del crédito hipotecario ayudará a reanimar obras privadas, pero si no se recupera la obra pública (con algún mecanismo de financiación privada) será difícil que esta cifra se dé vuelta.
En este sentido, resultaron inesperados los resultados de uno de los principales relevamientos privados sobre el consumo masivo. La consultora Scentia, líder en esta materia, precisó en su último reporte que en junio hubo un retroceso de 12,5% anual, mayor incluso al 10% registrado en mayo. El llamado de atención en este punto no se lo lleva la cifra global, sino la discriminación regional: en AMBA la baja fue de 5,1%, pero en el interior alcanzó 17,2%. El recorte de 74% a las transferencias corrientes y de capital aplicado a las provincias el mes pasado no fueron gratuitas. Si en agosto Ganancias vuelve a generar ingresos de coparticipación a los gobernadores, algo de este efecto se puede moderar.
Dejo para el final los ingratos despidos que generó Javier Milei esta semana de dos de sus asesores económicos. El Presidente excluyó a Fausto Spotorno y a Teddy Karagozian del consejo que lidera Demian Reidel, acusándolos de traición. Ambos ejercían una función ad honorem, y más allá de intercambiar ideas por chat, no habían asistido ni a reuniones ni intercambiada información con el equipo económico. Spotorno había decidido apartarse hace una semana, luego de que algunos puntos de vista críticos fuesen interpretados como un cuestionamiento al gobierno. Karagozian es un empresario textil, dueño de TN Platex y fundador de Pro-Tejer, una fundación que tiene una impronta proteccionista pero que no le impidió impulsar reformas laborales e impositivas transversales para toda la industria.
Más allá del tuit presidencial (que no los nombró), un funcionario de la Casa Rosada publicó una foto de un popular oso, personaje animado de Hollywood, como “el único Teddy que vale la pena”.
Se pueden tener opiniones diversas y trabajar en un mismo ámbito de debate. El mundo académico lo considera saludable. También se puede buscar alineamiento perfecto, aunque eso reste representatividad al resultado. Lo que no es deseable es que el maltrato se vuelva una política de Estado, ni hacia adentro ni hacia afuera. Porque cuando se vuelve parte de un estilo de gestión, todos se sienten libres de tirar una piedra. Sea un osito, una acusación sin pruebas o una descalificación de un país que puede terminar en un incidente diplomático.
Por suerte la selección argentina de fútbol sembró una alegría que vale mucho más que un conjunto de mensajes desafortunados.
El Cronista