EL ESTADO NACIONAL ENTRA COMO JUGADOR EN LA INDUSTRIA DEL CANNABIS MEDICINAL Y DEL CÁÑAMO INDUSTRIAL

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El Ministerio de Ciencia presentó Cannabis Conicet, en conjunto con la universidad Jauretche y el hospital El Cruce; producción, investigación y capacitación, sus principales ejes

Esta mañana, en la sede de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) de Florencio Varela, se anunció la creación de la empresa de base tecnológica Cannabis Conicet, una iniciativa que reúne a ese consejo de investigaciones científicas, la UNAJ y el hospital de alta complejidad El Cruce con la misión de desarrollar y fortalecer la industria del cannabis medicinal y del cáñamo industrial en la región.

Visiblemente emocionadas, Ana Franchi, presidenta del Conicet, y Silvia Kochen, neuróloga, experta mundial en epilepsia y coordinadora científica de Cannabis Conicet, recordaron y agradecieron el esfuerzo y la insistencia de madres de niños enfermos y pacientes con distintos padecimientos que durante años, a pesar de haber sido atacados, trabajaron por el reconocimiento de las virtudes terapéuticas del cannabis –la planta de la popular marihuana– en el tratamiento de distintas dolencias y condiciones.

“Hay numerosos registros muy antiguos sobre el uso de la planta de marihuana, que sin embargo fue prohibida hace un siglo porque competía con la naciente industria del plástico –indicó Kochen-. Hoy disponemos de gran cantidad de investigaciones que brindan evidencia científica sobre el uso del cannabis en numerosas patologías y mejoramiento en la calidad de vida. Con un detalle importante: en su uso medicinal, no hay reporte sobre dosis letales, es decir, de alguien que se haya muerto. A través de esta empresa pública cuya creación hoy anunciamos, estamos en condiciones de dar servicios, semillas con trazabilidad inscriptas en el Instituto Nacional de Semillas (Inase), fijar estándares de calidad y capacitar a la comunidad, a profesionales de la salud e investigadores”.

Nuestro país cuenta con dos leyes (la 27.350 de 2017 y la 27.699 de este año) que establecieron el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y paliativo de la planta de cannabis y sus derivados, y para el desarrollo de la industria del cannabis y del cáñamo industrial, incluyendo la cadena de producción y comercialización nacional y la exportación de la planta, sus semillas y productos derivados.

En este contexto legal, la creación de la Red de Cannabis Medicinal (Racme), que coordina Kochen, fue un paso decisorio para la construcción de esta empresa de base tecnológica, es decir, que basa su actividad en aplicaciones de descubrimientos para generar nuevos productos, procesos o servicios.

Cannabis Conicet significa la presencia del Estado junto con el hospital El Cruce y la Universidad Jauretche para generar esta empresa que tiene como objetivo principal el desarrollo y la transferencia de tecnología, el control de la calidad y la capacitación de recursos humanos –afirmó Daniel Filmus, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva–. Nuestro ministerio financia las investigaciones, el Conicet lleva adelante un trabajo enorme junto a una universidad pública y el hospital permite replicar las investigaciones sobre pacientes con productos de calidad evaluada, que se pueden consumir con tranquilidad. Además, el cannabis y el cáñamo pueden ser cultivados por pequeños y medianos productores”.

En cuanto a su utilización terapéutica, el cannabis medicinal reveló ser útil en el tratamiento de patologías como epilepsia refractaria, síndrome de Tourette; dolor crónico, náuseas y vómitos inducidos por quimioterapia; estimulación del apetito en casos de VIH-sida, esclerosis múltiple, espasticidad, Alzheimer, enfermedad de Crohn y glaucoma, entre otras.

En 2000 la producción global de cannabis medicinal era de 1,4 toneladas, mientras que en 2019 alcanzó las 468 toneladas. Las proyecciones para 2024 indican que el valor de la producción global alcanzaría los 42.700 millones de dólares, multiplicando por 14 el valor de hace una década.

En nuestro país el desarrollo del área muestra también un creciente interés. Hasta 2016 en el nivel local la totalidad de las solicitudes de patentes relacionadas a variedades de cannabis fue de 320, mientras que en el trienio 2017-2019 se presentaron 470 nuevas solicitudes.

Cuatro valores

La nueva empresa basa su tarea en cuatro valores centrales: federalismo (porque abarca todo el país); calidad y excelencia (porque brinda capacitaciones, asistencia y transferencia de tecnologías basadas en altos estándares de calidad tanto en el aspecto terapéutico como industrial); responsabilidad social (porque garantiza que el Estado cuente con capacidades técnicas para el acceso igualitario de toda la población) y agilidad (porque provee mecanismos para que la vinculación entre la industria, los investigadores y la sociedad sea más fluida).

“Tenemos una universidad joven, que acaba de cumplir 11 años, y estamos creciendo muchísimo –expresó Arnaldo Medina, rector de la UNAJ–. La temática que hoy nos reúne es reflejo de lo que ocurre a nivel global con el cannabis y la industria del cáñamo, y es una gran oportunidad para nuestro país. Estamos formando bioquímicos para el control del calidad, también tenemos diplomaturas sobre el tema tanto en investigación clínica como observacional y vinculación con nuestro territorio, con los municipios de Florencio Varela y de Berazategui y con actores de la sociedad civil, asociaciones que vienen trabajando hace años, luchando para reconocer y promover el uso medicinal del cannabis, como Flores de Libertad, que fueron señalados y excluidos”.

Actualmente, la empresa Cannabis Conicet ofrece diplomaturas en cannabis y sus usos medicinales, destinadas a la comunidad y profesionales; diplomatura superior en cannabis, destinada a profesionales; capacitaciones organizadas por demandas de sectores específicos del ámbito industrial, académico y organizaciones comunitarias; estudios observacionales del uso terapéutico del cannabis medicinal para generar evidencia sobre eficacia, efectos adversos, dosis; control de calidad estandarizado mediante tecnologías validadas, y semillas Conicet para el desarrollo y registro de nuevos cultivares, con proceso de registro ante el Inase para utilizarlos en proyectos productivos y de investigación.

“El hospital y la universidad permiten que lo que se va a consumir sea lo que decimos, que sea seguro y poder continuar con la investigación de los posibles usos futuros del cannabis medicinal –expresó Ana Franchi–. También podemos tener semillas propias, algo que hace a la soberanía y que la pandemia puso de manifiesto cuando vimos que los pocos países que pueden producir innovaciones en salud no las reparten generosamente. Tenemos el cáñamo, que permitirá nuevas fuentes de trabajo, remediar suelos y un desarrollo productivo muy importante. Y todo va de la mano de un Estado que no piensa un país para pocos, sino para que 50 millones de personas tengan acceso a una vida digna”.

Gabriela Navarra/La Nación

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