Las propuestas de Juan Grabois, el candidato que quiere ganarle la interna peronista a Sergio Massa.
Por acá todavía recuperándome de una gripe que me dejó fuera de servicio durante varios días, pero ya listo para seguir contándote las agendas urbanas de los candidatos que se presentan en las PASO que se celebrarán en menos de un mes.
Ya repasamos las de Jorge Macri (en realidad extrapolamos su perfil de intendente de Vicente López ya que fue imposible encontrar sus propuestas urbanas, más allá de su idea de elevar las vías de la línea ferroviaria Sarmiento) y las de Leandro Santoro. Esta vez te propongo que salgamos de la Ciudad de Buenos Aires y nos enfoquemos en un candidato a nivel nacional. Porque, aunque no sean las que más “vemos” en el día a día, las políticas urbanas también son necesariamente nacionales. En este caso quiero contarte las principales acciones que están pensando los equipos técnicos de Juan Grabois, quien va a competir contra Sergio Massa en la interna de Unión por la Patria.
Lo que es evidente es que el candidato que corre por izquierda al ministro de Economía tiene la temática del acceso al hábitat y la planificación territorial como uno de sus ejes de campaña. Hace más de dos meses, Grabois sacaba un video con cuatro propuestas urbanas que formaban parte de un compilado de otros temas como economía y seguridad. Sin embargo, el primero de la serie fue dedicado a la vivienda.
Antes de que la sustentabilidad estuviera de moda
El origen mismo de Grabois como dirigente está imbricado con las problemáticas de la ciudad. Su militancia surge en 2001, como cuenta este buen perfil, cuando empieza a relacionarse con cartoneros y cartoneras de su cuadra junto a quienes terminaría organizando el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Quizás hoy esté mucho más en boga hablar de reciclado y separación de residuos, pero creeme que a comienzos de siglo en Argentina la sustentabilidad urbana y el manejo de la basura que generan las ciudades no era uno de los temas prioritarios en la agenda política. En 2007, la organización que comandaba Grabois logró que el gobierno porteño contratara alrededor de 6.300 recicladores urbanos a través de las cooperativas nucleadas en la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores en todo el país.
Pero volvamos a las propuestas de campaña. La primera del video que mencioné antes es la de “entregar un lote de entre 250 y 500 metros cuadrados” para cada familia y que cada una se vaya construyendo su casa. La propuesta probablemente nace de la idea de que la construcción de las viviendas por parte del Estado suele tardar bastante y que no es lo más difícil de solucionar para las familias sin techo. La idea sería escalar y complementar la política de lotes con servicios ya existentes.
El desafío de este tipo de acciones siempre es conseguir la tierra, conectarla a todos los servicios y que al mismo tiempo no esté alejada de lo necesario para el desarrollo de la vida (mercados, escuelas, lugares de trabajo, etc.). Esto colisiona en algún punto con la propuesta de conseguir esos lotes “a 30 kilómetros de los centros urbanos”, que es una distancia que generaría una expansión de la mancha urbana con baja densidad y a su vez mayores gastos en movilidad para las familias que decidan construir allí. El desafío sería conectarlo mediante un transporte público eficiente.
Le consulté específicamente sobre esto al equipo de Grabois y me aclararon que los 30 kilómetros son un límite, pero que la prioridad serían los lotes más cercanos a los centros de las ciudades y que ya cuenten con servicios e infraestructura. Sin embargo, me dieron otro argumento que me pareció interesante: llegar antes. Antes de qué, te preguntarás. “La expansión de la mancha urbana con baja densidad se da mayoritariamente en forma de barrios cerrados. Los primeros que llegan y aprovechan la valorización de la tierra son estos capitales privados. La idea madre de lo que proponemos es llegar antes que esas lógicas especulativas y también dar soluciones antes de que empiecen a emerger a la par nuevos barrios populares o a expandirse los que ya existen. La idea es que el Estado fortalezca la generación de tierra y que llegue antes de que se dé esa dinámica y a favor de personas que no pueden acceder a la tierra y la vivienda a través del mercado”.
Quizás el principal problema que tiene esta política es la falta de tierra urbana de calidad y con servicios para no terminar ofreciendo tierra de mala calidad donde nadie quiere vivir. Grabois plantea ante esto que hay tierra del Estado disponible que podría complementarse con compras públicas de tierra, algo poco explorado. El costo total de esta política lo calcula en 200.000 millones de pesos anuales, lo que equivale según sus cálculos al 0,24% del PBI. Aproximadamente una quinta parte de lo invertido en todo el rubro “vivienda y urbanismo” en 2021 (1,3% del PBI) o una octava parte de lo que se destinó al pago de la deuda ese mismo año.
Todos los barrios integrados
La segunda propuesta es quizás sobre la que Grabois tiene más autoridad para hablar: la urbanización e integración sociourbana de los 5.687 barrios populares que hay en el país. Su autoridad radica en la existencia misma de ese número, que emerge de un relevamiento que realizó su organización junto con otras como TECHO y Cáritas en 2017. Un año después lograron que el Congreso vote la ley que obliga al Estado nacional a reurbanizarlos y asegurar la permanencia de quienes viven en esas tierras.
El plan no es menos ambicioso que el primer punto. “En cinco años podemos terminar con todas las obras”. Esas obras, en parte, ya están siendo ejecutadas y por alguien que justamente se referencia en las filas de la UTEP y que fue quien encabezó el relevamiento de barrios populares hace seis años. Fernanda Miño, quien nació en villa La Cava de San Isidro y todavía vive ahí, es la Secretaria de Integración Sociourbana de la Nación y tiene a su cargo el Fondo de Integración Socio Urbana (FISU), del que ya te hablé en varias ocasiones. Grabois la propuso ayer como su eventual ministra de Desarrollo Social y antes dijo: “Fernanda viene de muy abajo, y tuvo una oportunidad no tan grande y la aprovechó plenamente”.
La oportunidad no tan grande es la cuenta pendiente de la ley aprobada en 2018, que es la sostenibilidad financiera del FISU, que dependió hasta ahora de dos grandes fuentes por fuera de lo que le gira el Tesoro: el Aporte Extraordinario y Solidario de las Grandes Fortunas (que se cobró una sola vez en 2021) y el impuesto PAIS a la compra de divisas, que está destinado a morir a partir del momento que se unifique el tipo de cambio, algo que con matices todos los candidatos coinciden en que debería ocurrir. En el plan impositivo de Grabois, sin embargo, el aporte de las grandes fortunas estaría presente todos los años, por lo cual esa vía de financiamiento de las obras seguiría existiendo. En 2021 ese 15% del aporte que fue destinado a integrar barrios populares representó más de la mitad de los fondos del FISU.
Un impuesto para financiar el alquiler justo
La tercera de las propuestas urbanas de Grabois es sobre lo que más se está debatiendo en la actualidad en las grandes ciudades: los alquileres. “En Argentina hay 10 millones de inquilinos que dejan en algunas ciudades hasta el 40% de su sueldo en pagar el alquiler, es casi volver a la Edad Media, ser un siervo, trabajar para dormir”, arranca el spot. Y acto seguido menciona las 200.000 viviendas vacías de la Ciudad de Buenos Aires y los ejemplos, como Francia, donde dos cuestiones van de la mano: impuestos altos a la vivienda ociosa y un alto porcentaje del parque habitacional en alquiler en manos del Estado. En concreto, Grabois propone llegar a un 5% del total de vivienda pública en alquiler y gravar la vivienda ociosa como “formas de disminuir fuertemente los precios del alquiler”.
Podríamos decir que en este punto la propuesta es similar a la del candidato a jefe de Gobierno por su misma alianza política, Leandro Santoro, quien también propone que el Estado empiece a pisar fuerte en la oferta de vivienda para alquilar. Sin embargo, Santoro no propone un impuesto a la vivienda ociosa mientras que Grabois destaca este punto como muy necesario. Otra diferencia, podríamos inferir, es su posición respecto de la Ley de Alquileres. La no mención de Grabois a la misma podría significar que la dejaría como está mientras que Santoro se mostró proclive a modificarla en algunos de sus artículos.
¿Gobernar es poblar?
La cuarta de las propuestas urbanas de Grabois es quizás la más diferente -en las propias palabras del dirigente “es la más utópica”- y está basada en que “miles de jóvenes quieren salir de la jungla de asfalto y reconectar con la naturaleza”. Para eso, JG propone revitalizar los pueblos a través del fomento de la relocalización de familias invirtiendo en esos pueblos lo necesario para su crecimiento. Es decir, planificar el éxodo que en parte está motorizado por los nómades digitales que crecieron al calor de la pandemia y en parte por cierto hastío de la vida urbana.
No es sólo una sensación, los números del Censo 2022 confirmaron esa dinámica: la gran mayoría de los pueblos de Buenos Aires se desarrolló por encima del crecimiento intercensal de la provincia (12,4%). Por ejemplo, Alberti creció un 19,4% y Las Heras un 18%. Al mismo tiempo hay partidos más cercanos a la Ciudad de Buenos Aires que también crecieron mucho -como Exaltación de la Cruz que aumentó su gente en un 32%- y la mayoría probablemente fue a vivir a urbanizaciones cerradas o semicerradas.
Si bien fomentar que centros urbanos más chicos crezcan de forma planificada es una idea interesante a todas luces, el énfasis en “planificada” se vuelve especialmente importante porque de lo contrario pueden darse dinámicas poco sustentables a nivel urbano, como la generación de ciudades dormitorio con expansión de baja densidad (vuelva al punto uno de esta nota) y romper la dinámica de los pueblos con la llegada masiva de cierto tipo de trabajador. No olvidemos que quienes tienen mayor posibilidades de teletrabajar son quienes más cobran. La llegada de familias de ingresos medios y altos podría, por ejemplo, encarecer la tierra de quienes ya viven allí y provocar dinámicas expulsivas y cambios abruptos de identidad. Algo de eso te contaba hace tiempo en este correo sobre los peligros de un éxodo poco planificado.
Probablemente esta sea la propuesta que más tiene que ver con el trabajo de Grabois junto a organizaciones de trabajadores rurales y pequeños productores durante los últimos años. Un caso emblemático, quizás por su relevancia mediática, fue la cesión por parte del Estado nacional de un terreno público en Chapadmalal, donde un grupo de trabajadores de la tierra se hizo de un predio de 140 hectáreas en desuso para desarrollar un proyecto agroecológico.
La propuesta anterior, autodenominada “nuevos horizontes”, estructura de alguna manera los planes de Grabois en materia de transporte, el otro gran eje de la política urbana a nivel nacional. “El repoblamiento de la Argentina, elemento fundamental del Plan de Desarrollo Humano Integral, no puede pensarse sin considerar el transporte multimodal como estrategia para mejorar la competitividad de los nuevos asentamientos industriales con perspectiva de exportación, a través de la reducción de costos operativos sobre logística y distribución”, define en su primer párrafo la propuesta sobre transporte.
La intermodalidad, para su equipo, es la clave para que ese plan funcione y que la producción y el desarrollo de la vida en los pueblos puedan funcionar a la par. En ese sentido, plantean al camión como el modo para conectar origen de producción con un nodo logístico y a la red ferroviaria para conectar esos nodos logísticos con los puertos y los pasos fronterizos para agilizar la exportación. Sin embargo, si bien hay una clara intención de fortalecer las trazas ferroviarias, las políticas de transporte de pasajeros y de movilidad en general no son las que los equipos técnicos de Grabois hayan trabajado con más detalle.
Cenital