LOS DÓLARES QUE FALTAN Y LA ETERNA PROMESA DEL CEPO

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El mundo empresario en general recibió de forma positiva el discurso del presidente Javier Milei en el Congreso. No conmovió ni generó una avalancha de voces a favor de lo que ocurrió el domingo por la noche, pero al menos se puede decir que cayó bien.

La industria no tiene nada que decir respecto del déficit cero, que a esta altura es ya más que una bandera del gobierno libertario. Por el contrario, es un objetivo que comparten. Pero las preocupaciones más realistas y cercanas de los empresarios tienen que ver con la recuperación de la economía.

Consideran que la baja del consumo tocó un piso y que ahora todo lo que viene debería ser en subida, pero el gran punto es cómo y cuándo. Los empresarios entienden que la expectativa inflacionaria de 18,3% que plantea el oficialismo tiene “cierto exceso de optimismo”, por lo que no ven que una posible recuperación de las ventas pueda venir por ese lado, más allá de que sí entienden que es posible mantener la tendencia a la baja que el IPC venía manifestando.

Pero más allá de esta discusión, lo que frena a los empresarios a la hora de analizar inversiones es no tanto la velocidad con la que debería llegar una mejora de la actividad, sino también qué va a pasar con el cepo, clave a la hora de analizar inversiones.

Es que para que esto ocurra hacen falta dólares, y el Gobierno decidió apostar todo al blanqueo, que todavía no pareciera poder generar un ingreso de divisas que rompa todos los pronósticos. Y para colmo, decidió no incentivar el aporte que podría hacer el campo -la habitual fábrica de dólares de la Argentina-, que además se ve golpeada por los precios internacionales.

Para colmo, la promesa del levantamiento del cepo es algo que se viene pateando desde hace ya algunos meses. “Dentro de poco”, vienen respondiendo funcionarios y aliados al Gobierno cuando se los consulta sobre el levantamiento del cepo, aunque la meta todos los días se aleja un poco.

El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) ayuda a que esas inversiones se puedan hacer realidad, es cierto, pero es visto más como un incentivo momentáneo que como una solución real a una problemática que de mantenerse en el tiempo seguirá generando incertidumbre.

El Cronista

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