Milei piensa en un plebiscito y Macri, en Villarruel. El presidente ya no descarta volver a la persecución política contra el peronismo. Los gobernadores ahorran hasta en nafta para patrulleros. El sistema de indexación mensual tiene destino de hiper.
Los gobernadores ya retacean la nafta para los patrulleros y hasta las municiones para las armas policiales. Las empresas proveedoras no entregan comida a los hospitales; laboratorios y droguerías no les entregan medicamentos. Provincias y municipios tienen problemas para abastecer a los comedores en un momento en el que se multiplica la demanda porque la gente no puede alimentar a sus hijos. La fuerte devaluación, la disparada de precios y el ajuste destruyeron las finanzas provinciales y están generando una situación dramática y en algunos casos peligrosa.
La Cámara de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires asegura que en diciembre sus ventas cayeron un 50%. Los electrodomésticos sufrieron un derrape del 60%. “Deme una pera, una manzana, un tomate y dos hojas de acelga”, le pidió una mujer que peina canas a un verdulero de Brandsen delante mío. Los pequeños comercios venden las frutas y verduras por unidad y hasta despachan hojas de acelga. Los mayoristas de comestibles ya hablan de ruptura en la cadena de pago porque almacenes y autoservicios no cubren los cheques. Los bancos, liberados de las regulaciones del Banco Central, cobran tasas de un 400% anual por financiarse con tarjeta y los usureros de barrio cobran 1500%.
El Estado nacional, varias provincias y municipios están despidiendo gente. Pymes de varios sectores también. La mayoría congeló los salarios frente a una inflación del 30% mensual. Y esto recién empieza.
Indexación y peligro de hiper
Más allá de cuestiones ideológicas, el gran problema del plan de Milei es su inconsistencia. Echó a rodar una bola de nieve que solo puede seguir creciendo. La mega devaluación, apertura irrestricta de exportaciones y desregulación de precios son un cóctel inflacionario letal. La suba del 120% del dólar será absorbida rápidamente por la inflación. Con 30% de inflación en diciembre, 25 en enero y 25 en febrero, supera el 100%. Además del tiro de largada de la devaluación, se armó un esquema de indexación que solo puede espiralizar la suba. Las naftas subirán mensualmente, también el gas y la electricidad. Prepagas anunciaron lo mismo y ya sucede con los alquileres. Los aumentos de energía empujarán nuevamente los costos empresarios.
Los dólares financieros ya empezaron a subir y la brecha a crecer. La inflación se come en poco tiempo la devaluación y habrá que devaluar de nuevo, lo que creará una nueva escalada de precios sobre una población exhausta. El Gobierno no recibe dólares del FMI, los chacareros van dejando de liquidar y los chinos terminaron de enojarse con la reunión de la canciller Diana Mondino con las autoridades taiwanesas. Los únicos dólares disponibles serán los del campo, que le pondrá un alto precio a su oferta sabiendo que solo él pueden salvar la situación. No estamos hablando de dos o tres meses de alta inflación, si no de una bola de nieve que no dejará de crecer. Milei piensa que el deterioro salarial será el ancla, pero los alimentos que no se consumen ahora se pueden exportar en su totalidad. Puede haber hiper aunque la pobreza llegue al 70%. Desde lo económico, este Gobierno no cierra.
Lawfare o golpe
Los halcones de Juntos por el Cambio proponen una estrategia similar a la de 2015/2019: echarle la culpa a los peronistas que “se robaron todo”. Ya salieron Mariano Federici, María Eugenia Talerico y otros políticos del sector a pedir volver a la persecución política. Dentro del gabinete el tema está presente. Cuneo Libarona ya dijo que él no se prende en la estrategia. Milei ha afirmado en más de una oportunidad que no lo haría, pero la situación se agrava y quizá cambie de opinión. Algo dijo en estos días a sus íntimos.
La situación económica y social advierte sobre un desborde social que podría llegar antes de lo esperado. Puede llegar cuando suban los servicios, tal vez cuando el transporte ya haga inviable ir a trabajar o puede aguantar hasta que se devalúe otra vez. Es cuestión de tiempo. El silencio de la vicepresidenta Victoria Villarruel en las últimas semanas, su prescindencia sobre la agenda actual y su reunión con Macri en el Sur dejan entrever la huella de una conspiración. Nada del otro mundo. Buena parte de la política está pensando en quién reemplaza a Milei cuando caiga. El tema es el cómo y el para qué. Qué relación tiene el descabezamiento de las Fuerzas Armadas que Milei asegura no conocía en su totalidad, la versión de Cecilia Pando sobre un pacto de la Vicepresidenta para una amnistía de los genocidas y la posibilidad de un gobierno de Villarruel. El Financial Times publicó sobre ella: “Hay que observarla atentamente, está lista para todo”.
Tampoco se descarta que sea Milei el que avance hacia un gobierno dictatorial. Su constante agravio al Congreso y la reciente declaración sobre que son los legisladores los que complican la economía parecen ir en ese sentido. En los últimos días le pidió a Guillermo Francos que analice el llamado a un plebiscito para apretar al Congreso con el apoyo al DNU y la ley ómnibus. Podría gobernar entonces con el Congreso abierto, pero sin uso. Cuánto dura abierto el Congreso sin una utilidad clara en el Gobierno del ajuste. Milei se negó a contestar una pregunta sobre si valoraba a la democracia en campaña y ni siquiera se dignó a hablarle al Congreso cuando asumió.
¿Se banca este pueblo una tiranía? Sin duda, el pueblo está golpeado y hastiado. El Gobierno anterior fue muy malo. Los responsables fueron Alberto Fernández, Cristina Fernández, Sergio Massa, la herencia macrista, la pandemia y la sequía, en ese orden. Alberto cometió el peor de los pecados: no quiso ejercer el poder. Cristina gobernó más de lo que acepta: en principio, generó todos los cambios de gabinete y, por dar un ejemplo de política económica, congeló tarifas desde la secretaría de Energía, aún cuando la energía subió un 1000% durante la guerra en Ucrania, generando un derroche de pesos y dólares, mientras los europeos se calentaban con carbón y leña. Massa, por su parte, agarró una papa caliente y la entregó hirviendo.
El peronismo no puede darse el lujo de gobernar mal. Sus dirigentes no pueden reciclarse, como Patricia Bullrich, Luis Caputo o Federico Sturzenegger. Juegan con la cancha inclinada. Hace muchos años que son demonizados por los medios. Fue tanto el odio creado contra el peronismo que el pueblo prefirió votar a un hombre que afirma que no cree en la justicia social, que está bien vender órganos y armas y que es conducido por un perro que murió hace 5 años y que habla con Dios.
Pero ahora parece que la ola se lleva puesta a toda la política. El neoliberalismo salvaje que propone la derecha nacional actual solo se sostiene eliminando el control democrático sobre los poderes concentrados. Para lograrlo se instalaron dispositivos comunicacionales que fueron minando las posibilidades del campo popular.
La descalificación permanente y el discurso de odio sistemático impiden contrarrestar el debate público con argumentos que se vuelven inútiles ante una sociedad cegada por el odio. La palabra corrupción, el discurso de “te están robando”, fueron determinantes.
La situación extrema se produce y se obtiene cuando ese odio se traslada y se dirige al propio Estado y a su propia Constitución. Entonces sí se logra el robo total: la transferencia de recursos de los más explotados a los grupos del Poder.
Un artículo de The Guardian dice: “Milei es como la Spike del Coronavirus, la usan los poderosos para entrar a la célula, aniquilar lo que no les sirve: los derechos de trabajadores, la educación, la salud, la soberanía”. Y agrega: “A ver si Argentina tiene sistema inmune para frenarlo”. “Hay elementos de fascismo”, concluye.
El neoliberalismo no es solo un proyecto económico: es político y es cultural y hoy es mayoritario en el país. El DNU y el proyecto de ley son una refundación de la relación capital-trabajo hecha por los estudios jurídicos patronales a medida de la coalición que hoy detenta el poder.
La duda no es si va a haber una crisis o no. La habrá y será económica, financiera, social, política e institucional. Tampoco el tema es el cuándo: será pronto. El tema es la resolución. El peronismo acaba de perder, está débil y sin liderazgo aún. Las posibilidades de hacer una alianza se le dificultan porque los radicales le tiene terror a quedar pegados al kirchnerismo. Sin embargo, aún queda una posibilidad: la gente en la calle cada vez en mayor cantidad y más enojada puede convertirse en un obstáculo insalvable para cualquier aventura dictatorial de la extrema derecha asociada a los halcones del PRO. Eso sí, a ese pueblo hay que conducirlo. Habrá que ver si aparece quién lo guíe.
El Destape