MILEI ¿DESTRUYE EL ESTADO O CRECE EL ESTADO AUTORITARIO?

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El gobierno avanza en el desmantelamiento de las herramientas estatales que permiten intervenir en el desarrollo económico y social, en las capacidades para controlar la cartelización de la economía o combatir la evasión de las empresas extractivistas o el contrabando. A la vez avanza en los pasos necesarios para desarmar o privatizar las empresas nacionales y desarticular los organismos nacionales que permitían atender a las demandas sociales, a las violencias, a la discriminación, al racismo. 

Pareciera ser el interés de hacer desaparecer el estado desde adentro, tal como sostuvo el presidente en una entrevista: Amo, amo ser el topo dentro del Estado. Soy el que destruye al Estado desde adentro. Digamos, es como estar infiltrado dentro de las filas enemigas. Yo odio tanto al Estado que estoy dispuesto a soportar estas calumnias tanto sobre mi persona como sobre mis seres más queridos, que son mi hermana y mis perros”. 

¿Es así? No. 

Vivimos un intento de modificación del estado para elevar su capacidad de coerción y disciplinamiento de la sociedad, de su desarrollo como instrumento de construcción e imposición de la hegemonía de un sector político y social. Agrediendo y transformando los valores y cosmovisión común que nuestro pueblo construyó, más allá de sus identidades políticas, religiosas o culturales, a través de su historia. 

El proyecto neocolonial que nos presenta Milei, de sometimiento a los intereses de grandes corporaciones que utilizan el dogmatismo presidencial para lograr maximizar la expropiación de nuestros recursos y riquezas nacionales, necesita de un estado con capacidad de cumplir ese mandato.

 Si se comprende que en 1976 no fue la dictadura militar la que tuvo un proyecto económico, sino que el proyecto económico de entrega y industricidio, de desregulación de la economía y extranjerización de Martínez de Hoz expresando  de un sector del bloque dominante y el imperialismo es el que necesitaba a la dictadura militar y a su Estado terrorista puede entenderse mejor nuestro presente. El plan actual del gobierno es en gran medida una actualización de aquel plan económico y  la transformación del Estado (no su desaparición) en un aparato autoritario es su correlato. Veamos algunos de esos pasos, que a veces no parecen coordinados ni coherentes, pero que van sembrando el camino de lo que aquí analizamos. 

Entre ellos:  la utilización de los DNU cotidianamente , en especial el DNU 70/23, para  reemplazar al Congreso, la apropiación de facultades legislativas conseguida con la aprobación de ley bases, los nuevos y viejos pactos con las fuerzas de seguridad para mejorar la capacidad represiva de la protesta social y los indignados, los intentos de cooptar las FFAA para un proyecto donde se subordinen a la doctrina norteamericana de las “nuevas amenazas” y poder sumarlas a la estrategia de seguridad del comando sur. La censura abierta y la oculta vía de la compra o alquiler de comunicadores. La agresión constante del presidente a los periodistas, a todas las formas variadas de pensamiento de nuestro pueblo que no coinciden con él reuniéndolos  en el concepto de zurdos o socialistas,  que se asemeja al concepto genérico de “subversión apátrida y atea” que utilizaron los dictadores para explicar y “justificar” la negación de cualquier derecho de los perseguidos sean estos militantes,  curas o monjas, estudiantes o profesores, trabajadores o empresarios. 

En ese sendero hay que sumar la recreación de la SIDE, la elevación de los gastos reservados llevados al 75% del presupuesto de ese organismo. Es decir, por el decreto 656 de Necesidad y Urgencia se dispuso la asignación de una suma de 100.000 millones de pesos para el fortalecimiento del Sistema de Inteligencia Nacional. Y se estableció el “carácter reservado” de los fondos destinados a la SIDE . 

Recurren  a los viejos integrantes de los sótanos de la democracia para conseguir un órgano de persecución, difamación y destrucción de los enemigos del presidente. Sean internos o externos a su fuerza. A la vez, es la búsqueda por alinear a los servicios locales con los servicios de inteligencia de EEUU y del gobierno de Israel. Una forma más del coloniaje y la entrega de la soberanía. 

Entendiendo que vivimos una transformación del Estado democrático (aún con sus debilidades e incongruencias), en un Estado para asegurar el proyecto neocolonial, es que se pueden entender otras manifestaciones de la agresión a la sociedad. La acometida contra las escuelas y universidades por adoctrinamiento, a la investigación científica nacional, a los intelectuales, a los periodistas independientes, a los líderes barriales y sociales, a los partidos políticos, a las mujeres y las diversidades, a los economistas, a las organizaciones de derechos humanos, a los abogados que defienden trabajadores, a los sindicatos y podríamos seguir. 

Una parte de la coalición gobernante sostiene que ello implica una transformación enérgica de las FFAA, por eso buscan profundizar las relaciones con el comando sur, impulsan sumar al país a la OTAN o reversionar la idea de la OTAS (atlántico sur). Aquí también hay que anotar las visitas de los legisladores del oficialismo y de miembros del equipo del Ministro de defensa Luis Petri a los genocidas que cumplen su condena, que buscan recrear las condiciones de impunidad para dar un mensaje fuerte a la oficialidad actual. 

No hay que subestimar el experimento ultraderechista. Ni siquiera viendo la ineficacia y falta de capacidades que tiene el elenco gobernante. No hay que confundir la improvisación constante de Caputo y un plan económico que hace agua, o el nerviosismo dentro del ejecutivo porque no aparecen los dólares ni las inversiones prometidas, con la ofensiva del bloque dominante que enfrentamos que tiene a Milei como mascarón de proa y lo utilizarán mientras puedan. Minimizar o subestimar las transformaciones estatales llevaron a errores profundos de las fuerzas democráticas del país en distintos momentos de nuestra historia.

Además de la resistencia al Estado antidemocrático que se construyendo hay que proponerse desde el movimiento nacional y popular  transformar el estado actual, en un estado democrático, eficiente, con protagonismo social y una nueva forma de democracia. Es un debate central para los que creemos que no solo debemos derrotar lo antes posible a estos destructores, sino también entender el mensaje de nuestro pueblo, entre ellos su visión de un Estado que  se pretendía presente pero los había abandonado no solo en su día a día sino en sus sueños.  

Iguales.ar

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