En el cierre del primer día de la Cumbre de la Amazonía, los líderes de los ocho países que hospedan la región del Amazonas firmaron la Declaración de Belém, texto definitivo que plasma los compromisos acordados en el encuentro. Un documento compuesto por 113 puntos que conglomera nuevas formas de cooperación regional y que traza un “ambicioso” plan de protección para la mayor selva tropical del planeta. En el texto se llama la atención a los países de mayores ingresos para que refuercen su compromiso con la acción climática.
Desde Brasil, el presidente anfitrión Luiz Inacio Lula da Silva abrió la cumbre afirmando que el resultado de ella representaría un “antes y después” en la historia de la Amazonía, esperanzado, pero también expectante ante la urgencia que representa la crisis climática para el llamado ‘pulmón del mundo’.
Las charlas diplomáticas entre los jefes de Estado de Colombia, Bolivia, Perú, Guyana y Brasil, así como altos representantes gubernamentales de Venezuela, Ecuador y Surinam, se materializaron en la Declaración de Belém, nombrada en consonancia con la ciudad brasileña sede de la cumbre.
Un documento basado en una propuesta brasileña e influenciado por aportaciones de la sociedad civil en la que, entre su centenar de puntos, resalta la exigencia a los países desarrollados a cumplir con sus compromisos de financiación climática “teniendo en cuenta las necesidades y prioridades de los países en desarrollo”.
“Urgir a los países desarrollados a cumplir con sus compromisos de provisión y movilización de recursos, incluyendo la meta de movilizar 100.000 millones de dólares anuales en financiamiento climático”, según estipula el punto 35 de la Declaración de Belém, que además pone como fecha límite para su cumplimiento el 2024.
Además, el texto firmado en el cierre del primer día de la Cumbre de la Amazonía establece una agenda para combatir la deforestación y el crimen dentro de la selva, además de anunciar la creación de Centro de Cooperación Policial Internacional en la Amazonía que tendrá como responsabilidad la coordinación en la cooperación logística de los Estados signatarios para ayudar a sus autoridades locales a proteger el bioma amazónico, aunque deja libertad a los gobiernos para definir sus propios métodos de protección.
Desacuerdos por los combustibles fósiles
A pesar del consenso en temas como la inclusión de los pueblos indígenas en las campañas de protección ambiental de la Amazonía, dentro de los ocho miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) hubo un tema que provocó división: el uso de combustibles fósiles
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, criticó la postura “negacionista” de algunos gobiernos progresistas, señalando la imposibilidad de sostener un discurso favorable a la protección del ambiente mientras se sigue buscando el crecimiento económico con el uso indiscriminado del gas, petróleo y carbón.
“¿Es posible mantener una línea política de ese nivel? ¿Apostarle a la muerte y destruir la vida? ¿O deberíamos plantear otra cosa diferente que es lo que llamo sociedad descarbonizada?”, cuestionó el mandatario colombiano, que no hizo alusión a ningún país en específico, pero afirmó que el uso de hidrocarburos fue un tema de “disenso” entre los asistentes a la cumbre.
En una posible respuesta indirecta, el ministro de Exteriores anfitrión, Mauro Viera, subrayó que entre los países de la OTCA no existen “posiciones divergentes” en relación con el uso de combustibles fósiles, aunque al ser cuestionado por el proyecto que impulsa el Gobierno brasileño en relación a la búsqueda de reservas de combustibles en terreno amazónico, el canciller sentenció que su país estará listo para la descarbonización “cuando sea necesario”.
El tema del uso de combustibles no renovables solo está plasmado una vez en la Declaración de Belém, específicamente en el punto 79 que expone el compromiso de los firmantes a “iniciar un diálogo sobre la sostenibilidad de sectores tales como minería e hidrocarburos en la región amazónica”.
Ambientalistas lamentan “falta de acciones concretas”
A pesar de que la cumbre fue calificada por Lula da Silva como “histórica” y un gran avance para la lucha contra la crisis climática, organizaciones no gubernamentales como el Observatório do Clima -conglomerado de más de 70 grupos ambientalistas brasileños- no están convencidos del compromiso mostrado por los líderes políticos de la región amazónica.
Marcio Astrini, director del organismo brasileño, calificó el texto final de la cumbre como “una lista de promesas”, y aunque reconoció que lo visto en Belém se trata de “un primer paso”, lamentó la falta de “decisiones concretas” sobre temas como la deforestación en la selva.
“El planeta se está derritiendo, están rompiéndose récords de temperatura todos los días, y no es posible que ocho líderes amazónicos no logren colocar en una declaración con letras garrafales que la deforestación necesita ser (llevada a) cero”, señaló Astrini.
La Cumbre de la Amazonía seguirá con su segundo y último día el próximo 9 de agosto, donde la sociedad civil y el movimiento ambientalista estará pendiente de los posibles anuncios y compromisos a los que los representantes de la región puedan llegar.
Con EFE y medios locales/France 24