SUPER M 2022

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El desembarco de Sergio Tomás Massa en el Ministerio de Economía generó calma en los mercados y expectativa en el Frente de Todos. Ambos estímulos eran muy necesarios para que el peronismo al menos empezara a abrir un signo de interrogación sobre la contienda electoral del año que viene. Daniel Heymann, un sabio, pero de comité, reflexionó en un encuentro privado cuando Martín Guzmán todavía era ministro que no entendía por qué en Argentina se insistía que no había coincidencias en nada si él escuchaba a todos los agentes económicos sostener que la crisis era inevitable: “Y cuando todos los agentes económicos dicen que todo se va al demonio, lo más probable es que todo se vaya al demonio”. Entonces, concluía Heymann, para ayudar al gobierno alcanza con poner en duda esa certeza colectiva. Massa llegó, entre otras cosas, para eso.

De los aspectos más relevantes de los primeros días en su nuevo rol, destaca el encuentro con Cristina Fernández de Kirchner. Si el silencio de la vice ante la llegada de Silvina Batakis presagiaba un wait and see, la foto conjunta demuestra, de mínima, un apoyo inicial del kirchnerismo a Massa atado a resultados. De estrechísima relación con Máximo Kirchner -con quien compartió un encuentro y varios llamados durante los últimos días y se anotició que el titular del PJ bonaerense descartó su regreso a la jefatura de bloque- desde la constitución del Frente de Todos y la gestión compartida en la Cámara de Diputados, Massa atesora lo que Martín Guzmán nunca tuvo y deseó para sus sucesores en su carta de renuncia: la centralidad de las herramientas de la economía. O casi. Si bien el muy eficiente Lisandro Cleri secundará a Miguel Ángel Pesce en el BCRA, muchas de las decisiones de la entidad las maneja el directorio que comanda el titular de la autoridad monetaria.

Quien oficiará de controller de la gestión Massa será el titular de Aduana, Guillermo Michel. Ejecutor todoterreno en el dispositivo del flamante ministro, tendrá a su cargo -además de su rol institucional- aspectos económicos, impositivos y de relación con algunos sectores del poder judicial. Su primer objetivo, junto con Cleri, es conseguir un adelanto de cerealeras que, en sus contactos iniciales, anticipa resultados.

El rol de Cleri en el dispositivo de Massa excede, por mucho, el institucional. Su cercanía con el ministro derivó en ser quien tiene delegados todos los aspectos vinculados a operaciones financieras. Un caso emblemático -y de enorme importancia por el país del que se trata- se vincula con la República Popular China. Massa le delegó un objetivo: que junto a Sabino Vaca Narvaja trabajen en la implementación de un esquema que funcionaría como una suerte de preventa de soja, lácteos y vino, para permitir engrosar las reservas del Central. La participación de la estatal Cofco, uno de los principales conglomerados del mundo que en Argentina adquirió los activos de Nidera, facilitaría una operación de este estilo.

Es un comienzo para una relación que todavía, a nivel económico, tiene un provecho mucho menor al potencial. La clave para el desarrollo -y un punto donde confluyen los intereses chinos y las necesidades financieras y económicas argentinas- son los minerales. Mientras Argentina es fuertemente deficitaria en su balanza bilateral con China, otros países como Chile, Brasil y Perú registran fuertes superávits. El caso chileno es elocuente. Para un comercio bilateral total de alrededor de 75 mil millones de dólares, su neto positivo es de 25 mil millones. El 40% de ese comercio es cobre. Argentina no exportó ese mineral el último año, a pesar que compartimos la misma cordillera.

El aterrizaje de Cleri en el BCRA implica, naturalmente, su alejamiento del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Cleri quiere a Federico Dangelo -hoy director general de operaciones del FGS- y el kirchnerismo a Santiago Fraschina. “No es el FGS de Cristina que te frenaba una corrida, con que no vendan las acciones de la ANSES alcanza”, resumía un hombre que ostenta las dos nacionalidades ante #OffTheRecord. La mención no es al pasar: empresarios cercanos a Massa acercaron esa idea que hubiera sido nitroglicerina en el universo kirchnerista. Quien desactivo involuntariamente la ojiva nuclear fue Domingo Cavallo al proponer un esquema similar para conseguir dólares. Cleri tampoco estaba de acuerdo con la venta de las acciones del FGS. “Los precios están bajos y, de hecho, el FGS estuvo comprando acciones estos dos años”, le dijo a su equipo en privado.

El trabajo para fortalecer la “fábrica de dólares” de la economía nacional se profundizará en otros destinos con la primera gira que llevará al ministro a Washington, Nueva York, París y Doha durante la tercera semana de agosto. Los ejes del viaje se trabajan en una mesa chica compuesta por José Ignacio de Mendiguren, el titular de la Aduana, Guillermo Michel, y el diplomático Gustavo Martínez Pandiani. Exportaciones, inversiones y turismo receptivo estarán entre los ejes sustanciales de la gira, que tendrá énfasis en un discurso productivo, centrado en la generación y exportación de trabajo argentino. Empleo privado para reemplazar planes sociales, una formulación cara al tigrense.

En los Estados Unidos habrá reuniones con inversores y bonistas de Wall Street en Nueva York, mientras en Washington verá a autoridades del Fondo Monetario Internacional, el Departamento del Tesoro, el Banco Mundial y el BID, un recorrido que completará en Francia con autoridades del Club de París. El objetivo de las reuniones con organismos financieros sería reforzar reservas y estabilizar los números fiscales a partir de alguna mejora en el financiamiento. En Qatar, Massa será recibido por inversores institucionales y funcionarios del Fondo Soberano Qatarí, uno de los mayores inversores del mundo, a los que presentará proyectos en los sectores energético y de seguridad alimentaria.

La elección de los Estados Unidos como primer destino en el exterior difícilmente sorprenda. Fue un lugar común para los que editorializaron en estos días sobre Massa con afán biográfico y explicativo y destacaron como un dato relevante de su orientación política su cercanía con la potencia del norte. La historia de la relación, sin embargo, es mucho más interesante. Si bien siempre tuvo vasos comunicantes con Estados Unidos, la relación se terminó de profundizar cuando, al frente de ANSES, estuvo a cargo del manejo del mayor portfolio de acciones del país. Esto permitió que una relación política pudiera diversificarse hacia Wall Street. En esta empresa fueron de enorme ayuda sus relaciones con el empresariado local. El siempre mencionado José Luis Manzano, que fue socio de James Biden -hermano del Presidente- en una compañía de energías limpias. Jorge Horacio Brito, la familia Werthein y Eduardo Eurnekian, que advirtió públicamente al momento de la asunción de Alberto Fernández que “Argentina no debe alinearse a China” son algunos de los que colaboraron con la generación de una red de contactos tan fluida como de alto perfil.

Su gira estadounidense de junio del año pasado, donde se reunió con 14 miembros, demócratas y republicanos de la Cámara de Representantes, así como el Presidente del Consejo Judío Estadounidense, Jack Rosen, y terminó cenando con Bill Clinton es una muestra de lo aceitado de la maquinaria. Sus relaciones más fluidas con la política norteamericana se vinculan con la agenda de seguridad -que fue el motor de su crecimiento como candidato en la provincia de Buenos Aires- y con su postura hemisférica, que lo ha llevado a posiciones mucho más duras que las oficiales del gobierno argentino en asuntos sensibles como Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde llegó a festejar la autoproclamación de Juan Guaidó como “presidente encargado” en enero de 2019.

Sus contactos en el Partido Demócrata llegan al máximo nivel en el establishment vinculado a la política latinoamericana. Bob Menéndez, de origen cubano, un halcón dentro del partido que preside el poderosísimo Comité de Relaciones Exteriores del Senado Estadounidense es su interlocutor en el legislativo, en tanto que ha construido una relación de extrema cercanía con Juan González, principal asesor del Presidente Joseph Biden para América Latina y segundo para la región del asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan. Massa conoció a González cuando Biden todavía era vicepresidente a través de Ricardo Zúñiga, quien cumplía el mismo rol que hoy González para el ex Presidente Barack Obama. Rudolph Giuliani, el ex alcalde de Nueva York, principal rostro de las políticas de mano dura y abogado personal de Donald Trump durante sus intentos de revertir el resultado de las últimas elecciones presidenciales, es su principal referencia en la oposición republicana. Tal vez esta red explique el cambio de musicalidad en las palabras de Mauricio Claver-Carone ante la asunción de Massa.

El mundo en el que deberá moverse Massa, será, a todas luces, complejo. Los proyectos de desarrollo exportador, las búsquedas de financiamiento y, en general, las relaciones internacionales, se desenvolverán en un clima enrarecido por la inflación global -que impulsa el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos y otros países centrales y aspira fondos de los países emergentes- y por las tensiones entre Estados Unidos y China, en un punto máximo por la visita a Taiwán anunciada por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

La Embajada de la República Popular China en la Argentina publicó un extenso hilo de Twitter en el que advertía sobre consecuencias políticas y hasta militares de aquel viaje. En lo que quizás sea un exceso de suspicacia, se avizora ver un mensaje al nuevo ministro. Ni las Embajadas chinas en Brasil, en Chile o en España habían publicado al cierre de esta edición mensajes similares. Una hipótesis, según pudo saber #OffTheRecord, es la relación directa que tiene el embajador Zou Xiaoli con su Ministerio de Relaciones Exteriores. Algunos especulaban con que hoy el resto de las representaciones de la región saldrían con mensajes similares.

El llamado ministerio de las divisas tiene, bajo su órbita, la Secretaría de Energía. En el entorno de Massa y CFK aseguran que el alejamiento de Darío Martínez se hará efectivo cuando el ministro decida un reemplazo. La lupa está puesta en lo que en el Frente de Todos llaman los fedes. Bernal y Basualdo. Massa sabe que el sistema lo mira, en buena parte, por lo que pase ahí. También entiende la sensibilidad de las relaciones. Es inimaginable pensar en un corrimiento de cualquiera de ellos sin validación con su jefatura política. Aparentemente, hoy la resistencia kirchnerista a entregar esos lugares es menor a cuando Guzmán era ministro.

La vuelta de Raúl Rigo -la única política de Estado que tiene nuestro país- y De Mendiguren al área industrial -a definirse los nombres de las unidades en el DNU que saldrá hoy para modificar la ley de ministerios- no despejan las equis en lugares muy sensibles para el gabinete de Massa: Agricultura y la Secretaría de Política Económica. Si Gabriel Delgado -propuesto por Guzmán como ministro en los albores de esta gestión- era una fija en cualquier escenario, la fallida intervención de la política en Vicentín desincentiva hasta el más confiado y al cierre de esta edición el nombre que sonaba con más fuerza era el del ministro de Producción, Turismo y Desarrollo Económico de Entre Ríos, Juan José Bahillo. “Sergio está tratando de convencer a una mujer”, aseguraba un empresario ante #OffTheRecord para el lugar de viceministro. En el entorno de Massa negaron que se tratara de Marina Dal Poggetto. Otro que continuará en su cargo será Sergio Chodos. La incógnita en el gabinete sobrevuela hoy la fusión entre Obra Pública y Transporte que absorbería bajo su órbita Gabriel Katopodis. “Está en duda porque cuando fuimos a mezclar, Transporte tiene mucha guita cruzada de subsidios. Es un quilombo unificar el Sistema de Administración Financiera. Se puede, pero vamos a tener unas semanas de parate”, resumía un colaborador del Presidente ante #OffTheRecord.

Una reflexión irónica que pasaba por profunda y que se reforzó tras la confirmación de la llegada de Daniel Marx -que motivó las críticas del disconforme perpetuo Claudio Lozano que por algún misterio insondable continúa como funcionario de un gobierno al que desprecia- al equipo del ministro todavía no asumido impugna al kirchnerismo haber impulsado la salida de Martín Guzmán -a fin de cuentas, un heterodoxo responsable– para terminar empoderando a un Massa más comprometido con las miradas fiscalistas y ortodoxas de algunos de sus colaboradores cercanos. Más allá de lo ecléctico del equipo económico que rodea al ministro -en el que conviven el propio Marx, Marco Lavagna o Miguel Peirano-, la paradoja debería dar lugar a un análisis de aquel enfrentamiento. La conclusión se acerca a que las diferencias con Guzmán no fueron solo de mirada económica sino política y de eficacia. No son solamente ideas sino resultados lo que terminó de quebrar los puentes entre la vicepresidenta y el primer ministro de Economía de Alberto Fernández.

Sin embargo, tal vez podría haber un patrón. En 2013, un candidato por entonces más líquido y parecido a su retador encabezó la lista en la provincia de Buenos Aires. La devaluación, suba de tarifas, arreglo con el CIADI, Club de París y pago a Repsol fueron agenda del año siguiente. En 2015, Daniel Scioli -hasta entonces señalado por ser un infiltrado del establishment- fue el candidato del Frente Para la Victoria. En 2019, una Cristina que creía que podía ganar, pero no gobernar eligió a un moderado de Presidente y tres años más tarde valida la llegada de, tal vez, el peronista con más vasos comunicantes con el empresariado local y extranjero. Es posible ver una tendencia en los límites y reinvenciones que encuentra el proceso político y económico.

Massa tiene un activo: cambió el esquema de decisiones. Y dos desafíos: el primero, hacerlo valer respetando el equilibrio. El segundo, no comerse a sí mismo como le pasó cada vez que se sintió ganador. El ministro seguramente entendió que esto es una carrera de resistencia y no de velocidad.


Iván Schargrodsky | Cenital

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