Esta semana, y como en cadena nacional, el sistema mentimediático utilizó una vez más la tergiversación y la mentira para atacar, con disciplina nazista, al actor y humorista Dady Brieva, y a quien escribe.
Como toda estigmatización, inexorablemente delata la debilidad del estigmatizador, que a la vez y en el machacoso afán de mostrar su poder, sólo evidencia resentimiento y debilidad.
Los ataques mediáticos en prácticamente todos los canales de la telebasura –cuentan quienes los vieron, que no es el caso de este autor– se concentraron en deformar ideas y propuestas que con Brieva expusimos en los últimos tiempos. Por su parte, la necesidad de crear una Conadep del periodismo. Por la mía, la propuesta de una nueva Constitución Nacional en la que se incluya un cambio copernicano del infernal sistema de justicia que padece este país.
El tratamiento periodístico fue furibundo, como si hubiésemos atentado contra la humanidad. Seguramente porque al tratarse de ideas –a de Brieva y la mía no son sino eso: ideas, y en mi caso contenidas en un documento que es público desde 2002: el Ideario de El Manifiesto Argentino– lo que hacen los periodistas autoritarios, alineados a sueldo por el régimen, es eludir todo debate serio y reducirse a mentir, falsificar, malinterpretar, insultar y condenar. Como si fueran –así se comportan– patovicas de la pluma y la palabra. Alguno de ellos, hace tiempo, se jactó de bautizar este accionar antidemocrático, agresivo y embrutecedor como “periodismo de guerra”.
Curiosa y saludablemente, quien develó esta nefasta estrategia fue un dirigente sindical, del gremio de canillitas, que necesariamente se supone un gremio de buenos lectores. Omar Plaini, en C5N y con Gustavo Sylvestre, aclaró que Brieva no era ni representante ni candidato del kirchnerismo: “Es un ciudadano común, conocido pero común, que tiene el derecho constitucional de expresar sus ideas”. Y añadió Plaini que no hay que dejar que los medios impongan agendas temáticas para tapar el desastre que está haciendo el gobierno al que esos periodistas sirven, y ocultar así el hambre, la desocupación, los tarifazos, la deuda externa y tanto más.
La idea de una nueva Conadepe (en este caso Comisión Nacional sobre la Desaparición del Periodismo Etico) altera los nervios de los diversos comunicadores funcionales al poder y a los intereses de los ricos. Alteración que seguramente se debe a que, además de la traición al siempre sagrado ejercicio de la información con verdad y objetividad, los ha de confrontar con posibles restos de vergüenza que a algunos puedan quedarles. Tod@s conocemos casos de otrora paladines de la verdad y la objetividad que hoy disfrutan las mieles del poder pontificando lo imposible: por ejemplo la transparencia macrista, por vía de la satanización del peronismo y el kirchnerismo, y del fomento del odio.
La idea de Brieva dio en el blanco. Porque retoma la idea democrática y democratizante de la Conadep fundada durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Que no se ocupaba de juzgar ni de condenar (que para eso está la justicia, cuando funciona) sino solamente de recibir denuncias de familiares y amigos, y de investigar casos que clasificaba y sistematizaba para luego elevarlos al Poder Ejecutivo y/o denunciarlos a los jueces.
No conozco personalmente a Dady Brieva, pero al escucharlo uno se da cuenta de que es una persona de bien, que propone para un futuro cercano la preparación y edición de un nuevo Nunca Más, ahora del periodismo falsificador de la realidad, difamador, falaz y chantajista.
Brieva –y desde ahora esta columna– todo lo que reclama es terminar con el abuso de confianza de los medios de comunicación que engañan a sus audiencias. Terminar con las propagandas encubiertas, con las pautas inequitativas y tendenciosas, con las farsas corporativas que han venido convirtiendo al periodismo en un sistema persecutorio de la oposición, política e ideológica. Terminar con los falsos “debates” que tapan la realidad social a la vez que estigmatizan a personas que piensan diferente. Terminar, en suma, con lo que Pedro Peretti llama “este oscuro tiempo de operadores mediáticos, extorsionadores y falsificadores de la realidad que se hacen llamar periodistas”.
Esta columna semanal sabe lo que es eso. También padece desde hace un par de meses un carnaval de estupideces derivado de la maliciosa deformación de ideas referidas a la Justicia. Con toda saña y malinterpretando una exposición en el mismo programa de C5N sobre el pésimo estado del Poder Judicial, el ministro Garavano y un pelotón de tinterillos y cacatúas a sueldo organizaron un festival de sandeces con el único objetivo de silenciar, anular y malinformar la propuesta de un nuevo Sistema de Justicia como la Argentina necesita con urgencia.
Y a tanto llega la influencia de este periodismo “de guerra”, sectario y estafador, que esta misma semana y en el mismo canal, a Felipe Solá, un compañero, lo indujeron a decir que cuando este columnista “pide que desaparezca el poder judicial le hace mucho mal a la Nación” y otras consideraciones erradas acerca de lo que jamás se escribió, se dijo ni sostuvo, evidenciando así una inconsciente aceptación de la estafa periodística.
Otro fruto del “periodismo de guerra” al que en la nueva democracia una Conadepe del Periodismo tendrá que poner en vereda para que en la Argentina volvamos a tener un sistema de comunicación veraz, responsable y profesionalmente intachable.