Lo explica Magali Aguirre, delegada de la línea E. “Lo que reclamamos es que Metrovias y el Gobierno de la Ciudad respondan al acta que firmaron en el año 2013 y pongan los boleteros que corresponden en las estaciones nuevas que abrieron. Ellos inauguraron con el apuro electoral la extensión de la linea E sin Trenes y sin personal”, explicó.
Las demoras, suspensiones de la formación o problemas en la Línea E del subterráneo porteño son moneda corriente. Y tienen varios motivos. Pero el principal tiene que ver con la falta de inversión y mantenimiento de Metrovías y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que incluso empeoró luego de que se inauguraran tres nuevas estaciones que corrieron la cabecera de Bolívar a Retiro.
Un proyecto que comenzó hace doce años con una financiación inicial del Gobierno Nacional en la gestión de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El 3 de junio de 2019 y al estilo Pro, se inauguraron finalmente las estaciones: Correo Central, Catalinas y Retiro. El jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta se mostró junto al ministro de transportes de la Nación, Guillermo Dietrich y la artista plástica Marta Minujin que decoró algunas de las nuevas estaciones. Pero lo cierto es que desde que se estrenaron el servicio anda cada vez peor.
Así lo refleja Magalí Aguirre, que es conductora de la línea hace siete años y delegada de tráfico. En diálogo con el portal Nuestras Voces explicó: “Concretamente los trenes de la línea E tienen entre 35 y 55 años y están en paupérrimas condiciones. No sólo eso sino que no hay repuestos—porque son totalmente vetustos—y los que hay tardan seis meses. Entonces estamos todo el tiempo saliendo con trenes chatarras que se frenan en la mitad de la formación de mínima y se incendian, de máxima. Encima con la inauguración de las tres nuevas estaciones no mejoraron ni los trenes ni ampliaron el personal”.
Lo que cuenta Magalí circuló poco en los medios de comunicación y podría haber sido una tragedia. Pasó hace menos de un mes, el 16 de agosto, cuando se desató un principio de incendio en una de las formaciones, mientras entraba por entrar a la estación San José.
El humo empezó a sentirse fuerte y alrededor de veinte pasajeros debieron ser evacuados, siete trasladados al hospital, mientras el conductor y el guarda apagaban el incipiente fuego esperando a los Bomberos y al SAME. Por supuesto que ante este episodio el servicio se suspendió. Pero no era la primera vez que pasaba. En febrero también hubo un episodio similar.
“Yo estoy acostumbrada a que el tren se quede entre la mitad de dos estaciones y haya que evacuar a los pasajeros. Es común eso entre los que viajan en la línea E—explica Magalí— es una situación normal aunque no debería serlo porque nos pone en riesgo a todos”.
Actualmente hay quince trenes en la línea E pero no todos ellos funcionan. Casi la mitad está constantemente en reparación. Eso implica que funcionando cotidianamente hay entre cinco y nueve formaciones, por lo que entre un tren y otro hay que esperar entre quince, veinte minutos e incluso hasta media hora.
La palabra riesgo se repite mucho en el relato de Magalí. Por caso, el paisaje cotidiano en algunas estaciones es el desamparo absoluto. No hay ni personal policial ni personal atendiendo en las boleterías. “Hace un mes, un sábado a las once de la noche, una banda de grafiteros se bajó en la estación Medalla Milagrosa, y tomó de rehenes con armas de fuego al conductor y al guarda. Hicieron frenar la formación, pintaron todo el tren y luego se fueron corriendo.
Como en la estación no había ni una persona ni de la empresa, ni de seguridad pudieron hacerlo. Cuando pedimos los videos de las cámaras de seguridad nos dijeron que no andaban. Entonces es una situación muy vulnerable para los trabajadores y para los pasajeros. Es tierra de nadie”, cuenta Magalí.
Por caso, al no haber personal en varias de las estaciones muchas veces ni siquiera se reproducen los audios en donde se explica el motivo de la demora, o de la suspensión. Entonces los usuarios tampoco están al tanto de por qué el servicio no anda. Algo que igualmente es parte de la cotidianeidad.
Fuera de servicio
Las esculturas de Marta Minujín en la estación de Retiro no pueden tapar los desperfectos que existen en cada una de las estaciones. Mariana y Carlos todavía recuerdan que unos meses después de mudarse, la escalera mecánica de su estación dejó de funcionar. Al principio pensaron que esto era temporal. Pero la escalera estuvo fuera de servicio ¡dos años!. Ya era cotidiano ver cómo se acumulaban santitos que los vecinos dejaban en forma irónica a ver si por algún milagro volví a funcionar. Eso se repite en todas las estaciones. Según contó Magalí, incluso en la nueva estación de Retiro, un hombre se quedó encerrado durante tres horas en el nuevo ascensor. “Los vestuarios del personal también son un desastre. En Retiro por ejemplo, ante cualquier lluvia se inundan entonces no podemos ir a trabajar”, relata la delegada.
Y tanta desidia, desinversión y desregulación tiene una razón. Mariana y Magalí coinciden en que tiene que ver que la mayoría de los usuarios de la línea E son de las clases más populares de la ciudad. “Es increíble cómo las estaciones se van deteriorando en función de lo que vale el metro cuadrado en esos barrios. Si te tomás el subte de punta a punta es muy impresionante cómo el deterioro o la mejora de las estaciones cambia si estás en el bajo flores o cuando estás llegando a Retiro. Es para hacer un estudio sociológico”, reflexiona Mariana.
Para Magalí es similar: “Hay un desprecio del gobierno de la Ciudad por esta línea porque se lo toman los sectores más populares. Es el único tren que conecta con el premetro que sale desde los barrios más populares de Flores, Lugano, y Soldati. Hay mucho laburante, mucho que viene con las herramientas que se nota que van a hacer changas. Entonces claramente el deterioro de esta línea tiene un desprecio porque se trata del sector más vulnerable de la ciudad, ese que no le interesa a este gobierno”.
(de En Orsai)