INVESTIGAN NUEVOS NEGOCIOS TRUCHOS DE D’ALESSIO

0
1103

Un israelí dedicado a la venta de teléfonos anti escuchas contó una reunión de negocios a la que lo llevo el falso abogado y presunto agente de la DEA Marcelo D’Alessio en el Senado. Y aseguró que D`Alessio -detenido por armado de causas y extorsión- luego usó la información sobre sus productos para hacer negocios a sus espaldas. Los lazos de los servicios de inteligencia extranjeros con ministerios, el Congreso y gobernaciones durante la era Macri. 

Imagínese que asume un gobierno alineado con Estados Unidos e Israel y de pronto comienzan a proliferar los representantes de negocios millonarios vinculados a dispositivos de seguridad electrónicos, cursos de inteligencia y contrainteligencia, teléfonos encriptados contra las escuchas. Se suceden una serie de reuniones al borde del delirio por medio de la embajada israelí hasta presuntos nexos con gobernadores y del Ministerio de Seguridad de la Nación.

Imagínese que un falso abogado, que se presentaba como supuesto agente secreto  estadounidense –usando un auto que habría pertenecido a esa embajada-, ni siquiera sabía hablar inglés fluidamente en una conversación. 

Imagínese que ese sujeto, Marcelo Sebastián D’Alessio, habría falsificado las páginas, la explicación de los dispositivos, las fotografías, el diseño, y los mejores y más modernos artículos de seguridad, defensa y espionaje de las principales empresas de Israel y que para colmo llevó de las narices a uno de sus representantes en Latinoamérica a una reunión en el Senado de la Nación, al despacho de un legislador –Carlos Mauricio Espínola- observando el funcionamiento de dos teléfonos encriptados traídos especialmente de Israel. ¿Y para qué? Para ser utilizados en la campaña electoral de 2017 en oposición al oficialista gobernador de Corrientes, Ricardo Colombi, radical en tránsito.  

Imagínese que todo eso se produjo durante el auge de proclamada “República” administrada por los ricos supuestamente honestos y que incluso varias de estas mega-compañías dedicadas a la inteligencia y la seguridad llegaron a la Argentina en 2016 para tratar con fuerzas de seguridad federales, las Fuerzas Armadas, fiscales, y ministros directamente. 

Imagínese que el fiscal que estuvo a cargo de la pesquisa del Triple Crimen de General Rodríguez –Juan Ignacio Bidone- estuvo presente en algunas de esas reuniones de “negocios” con israelíes que no hablaban bien el castellano y en la mesa estaba nada menos que un agente de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) –Hugo Rolando “Rolo” Barreiro-, que luego declaró en el Juzgado Federal de Dolores que  algunos de los presentes habrían pertenecido al servicio secreto israelí o al Ejército de esa potencia nuclear. 

Imagínese que uno de los mencionados conoció al imputado y procesado comisario Ricardo Bogoliuk en la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), cuando vendía precursores para detectar drogas en los equipajes y aviones. Bogoliuk no es cualquier comisario. Trabajó en la AFI y estaba relacionado con D’Alessio y su grupo de inteligencia ilegal junto a su colega Aníbal Degastaldi. Ambos acusados y detenidos por el juez Alejo Ramos Padilla –con la ratificación penal de la Cámara Federal de Mar del Plata- de integrar una asociación ilícita con D’Alessio y Cía.  

Bueno, deje de imaginar, porque todo eso fue real y sucedió en la Argentina que debe gobernar hasta diciembre Mauricio Macri, su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich y la legisladora en renuncia teatral mística bajo la Exaltación de la Cruz, Elisa María Avelina Carrió, complicada en la causa D’Alessio por los aceitados vínculos de sus laderas, Paula Oliveto y Mariana Zuvic, con el súper agente D’Alessio. 

La zona muerta

En la famosa novela de Sthepen King un hombre que pasó cuatro años en coma descubre horrorizado que puede anticipar el futuro y se propone asesinar al presidente lunático de su país. Pues bien: aquí también se produjo un asunto surrealista. Un presidente psicopático habría permitido negocios que vulneran abiertamente la libertad y la intimidad de las personas, con el silencio tácito de los servicios de inteligencia y el fuero federal de Comodoro Py, que recién hoy reza en la Iglesia de la Reconversión. 

Algo que un empresario israelí que vive un mes aquí y otro en Medio Oriente, tomó en cuenta al declarar hábilmente en el Juzgado de Dolores como en un mantra de palabras en el ala del vacío. 

Se trata de Dov Kilinsky, quien el 11 de septiembre pasado desplegó sus certezas (¿o fueron grandes dudas?) a lo largo de 96 páginas para la colección de lo inaudito. Asistió con dos teléfonos –uno argentino y otro israelí- buscó nombres de propietarios de compañías de seguridad e inteligencia delante del juez, la fiscal y el secretario del Juzgado, musitó un lenguaje entre confuso y desopilante, dio detalles de cómo funciona el lobby de la seguridad que siempre va aliado del miedo, y se despegó todo lo que pudo del hombre que pronunció apellidos que no se nombran. Dov abjuró de D’Alessio y sus antiguos chats de WhatsApp desde 2018. Veamos sus motivos. 

El peregrino secreto

En la página 2 de su extensa testimonial, Dov Kilinsky aclaró quién y por qué le presentó al inefable D’Alessio.

“Le cuento, un señor de nombre Daniel Alterson, que pertenece a la comunidad judía, yo soy una parte de la comunidad que tenemos adentro de lo que es un judaísmo, una comunidad, una ‘de jabad’ pertenecemos a una misma comunidad. Yo vendo equipos que la gente nos solicita, por ejemplo, teléfonos encriptados, para que no se escuchen. Me dicen que hay una persona que quiere comprar teléfonos encriptados y me presentan a Marcelo D´Alessio. La primera presentación surge en la oficina de él”. 

Dov continuó: “(…) Él me estuvo llamando, bajó de la página todo lo que yo tengo. Bajó me refiero, miró, me hizo preguntas puntuales, creo que todo eso figura en los WhatsApps entre él y yo, y me pide hacer una presentación en el Congreso. Es donde yo me reúno con gente que no le digo con seguridad, porque yo pregunto poco y le doy poca información. Entramos al Congreso con otro señor que se llama -el apellido no me acuerdo- Gilhad, que es otro israelí, Gilhad que es el otro israelí que él representa la empresa que tiene los teléfonos encriptados”. 

El juez preguntó si era su empresa la que vende los teléfonos encriptados y Dov respondió: “Yo vendo, pero vino la persona de la fábrica, una empresa que se llama ‘Communitc’, que trajo los teléfonos para hacer la demostración. Nosotros, lamento no me acuerdo las fechas, pero más o menos dos meses después de verlo a Marcelo D´Alessio en su despacho. Nosotros entramos por la puerta, donde entra todo el público. Me acuerdo que ese día había visita de chicos. Nos pidieron la documentación, nos registraron en el Congreso, en la entrada. Nos llevó una persona, que no identifico quién es, a un despacho. En ese momento estaba Marcelo D´Alessio con entre tres o cuatro personas más. Me acuerdo por el tamaño de la mesa de la cual presentó que son gente de Entre Ríos o Corrientes o Santa Fe, de una provincia de la parte derecha de la Argentina mirando desde el frente. En un momento entra Juan Bidone, me saluda, me dice ´hola, ¿qué tal? ¿Cómo te va?´, se acordó de mí, que yo vendo el equipo ‘Cellebrite’ para hacer el análisis forense de los teléfonos. Nos piden presentar nuestros teléfonos, hicimos una presentación de dos teléfonos encriptados como se comunican. ´Gracias´ y salimos. Ése era el segundo encuentro con Marcelo D´Alessio. Me dice ´te llamo, te llamo, te llamo, te llamo´. Yo creo que a los cuatro meses, porque hay una cosa, no sé si vale aclararlo, no vivo permanente acá. Yo vivo un mes en Israel, un mes acá. Tengo mi vida puesta allá: mi mujer, mis hijos, algún rato acá. Me llama, me pide reunirse conmigo. Me reúno con él en un restaurante en Puerto Madero y es la última vez que lo vi, de la cual yo creo que esa reunión no era para nada concreto. Era para mantener el contacto entre nosotros. Me presentó una camioneta nueva que compró. Me llevó del restaurante a Corrientes y Libertador donde tengo la oficina y es la última vez que lo vi”. 

El juez Alejo Ramos Padilla le preguntó al testigo sobre las características físicas de Gilhad. Su socio dijo: “Gilhad Goloshten. Como cualquier empresa que nosotros representamos, porque nuestra representación es 90% producto de Israel, ellos tienen normalmente a una persona que hace demostración técnica que viene al país. No le dan los teléfonos porque normalmente los clientes que compran necesitan una cosa que se llama ´end use certificate´, es el destino final del usuario para obtener autorización del Ministerio de Defensa de Israel para cualquier venta que está vinculada a un producto que tiene una categoría singular. Entonces, lo que hacen es: cuando hay una acumulación de cantidad de clientes, mandan el técnico de la empresa que viene, que haga una demostración del funcionamiento. Entra al país y sale del país con la mercadería. Porque, a veces, sucede como a uno, que en la Aduana le preguntan ´ ¿eso para qué es?´ ´Eso es una demostración´. Entonces, a veces, están haciendo una anotación que tal persona trajo tal producto a la Argentina y tiene que mostrar en Aduana cuando sale. Normalmente le preguntan cuando entra. Cuando sale nunca nadie pregunta nada”. Preguntado si Gilhad iba a mostrar teléfonos dice: “mostró, mostró dos teléfonos, cómo funcionan. Unos teléfonos físicos”. 

El juez preguntó si eran encriptados y Dov respondió “sí, sí”. Ramos Padilla reiteró la pregunta sobre la apariencia física de Gilad y el testigo señaló: “Gilad es un tipo de 45 años, un tipo feliz, siempre con sonrisa, más delgado, un poquito más alto. Común de cualquiera”. Preguntado si conocía alguna vinculación del mencionado con el Mossad o un Servicio de Inteligencia, expresó “sí, yo leí eso en el diario. No, no, le digo Gilhad es un chico que lo que hizo en el servicio militar era, para decirlo en castellano. Bueno, ahora que está grabado le cuento, cuando hay alguna operación en Israel, hoy están adiestrando perros, los perros es un adiestramiento personal, con la persona. Entonces son gente que agarra perros de chiquititos, se adiestran, y cuando hay alguna operación se van con el perro. Eso es lo que hizo Gilhad, nunca tuvo vinculación con el Mossad. Me leí y me dio mucha risa. Hay mucha gente acá que habla de más. No tiene ninguna vinculación con el Mossad, ni él ni yo”.

Esta afirmación de Dov está en la página 6 de su declaración y resulta llamativa. ¿Por qué? Nadie en el planeta vende productos de seguridad de Israel sin el aval de su sistema de seguridad nacional, el Ministerio de Defensa y el conocimiento de los servicios secretos. Nadie circula por el mundo con productos de inteligencia israelíes de última tecnología para vender en Europa Oriental o en Sudáfrica sin el seguimiento del enorme poder de la seguridad israelí que escanea todo. Repaso: la negación de Dov podría interpretarse como un sello de un hábil declarante. 

De la página 6 hasta la 53, Dov se mantuvo impertérrito. Negó cada una de las ofertas que realizó D’Alessio sobre sus productos de origen israelí y se mostró indignado porque entendió que el falso abogado lo usó para hacer negocios con datos, infografías, impresiones, colores, datos, y hasta palabras equívocas de sus productos originales. Su pulso latía con normalidad, salvo cuando el juez Ramos Padilla le preguntó sobre el empresario Mario Montoto. En ese instante, Dov perdió la calma. 

“Ejem, eh, sí, sí, sí, Mario Montoto es el presidente de la Cámara de Comercio Argentina y soy de la Cámara. Conozco personalmente a Montoto, me parece que es un tipo que hace su negocio como cualquiera –subrayó-, creo que cualquier charla que estamos hablando profesionalmente surge el nombre de Montoto, porque es una persona muy acreditada en esto del mercado de seguridad en Argentina, pero no cosa puntual, no, yo con Mario Montoto tengo total y absoluto respeto por su capacidad comercial, pero nunca en un tema de una vinculación profesional con Montoto”. 

¿O sea que Dov sería un competidor del presidente de la Cámara de Comercio Argentina Israelí? Podría ser. En todo caso tampoco logró dilucidar qué supuesto vínculo habría mantenido D’Alessio con el hombre mencionado por el agente parlante.  

En la página 54, Ramos Padilla preguntó si D’Alessio se refirió a él. “Nunca, no, nunca, nunca”. 

Tres veces nunca.

La canción de los misioneros

Apenas asumió Mauricio Macri en diciembre de 2015, comenzaron a llegar al país diferentes representantes de grandes empresas de seguridad israelíes. Una de ellas fue la compañía “R-MOR”. ¿Qué hacen? Venden teléfonos encriptados para evitar ser escuchados legal o ilegalmente. ¿Quién fue el socio local? Mister Dov. ¿Quién resultó ser el fabricante que llegó de Medio Oriente? Consta en la página 57 de su testimonial. “Ori Segev, perdón, Ori Segev”, repitió y agregó: “ellos lo que hacen es vender un poquito de equipamiento y desarrollan todo ese curso ´Ciber´”. 

Ramos Padilla interrogó si se refería a los cursos de narcotráfico e inteligencia, y el testigo señaló que “sí”. 

Allí el juez quiso saber si Marcelo D’Alessio tenía vinculación con “R-MOR”. Y Dov advirtió: “No, la única vinculación que pudo tener fue a través de Gilad Goldstein, cuando yo lo llevé al Congreso. Cuando él me lleva al Congreso, lleva a Gilad conmigo, cuando estaba Juan Bidone”.

¿Quién llevó a quién?

No quedó claro, lo cierto es que fueron al despacho del senador Carlos Espínola a ofrecer teléfonos encriptados de tecnología israelí e hicieron una demostración. 

Ya en la página 94, Dov negó haber conocido al espía de la AFI, Barreiro en el despacho de Espínola –algo que el imputado y procesado en la causa, había asegurado en su indagatoria ante Ramos Padilla-. 

Para colmo, Dov sostuvo que D’Alessio le ofreció presuntas gestiones ante Patricia  Bullrich, algo que el testigo confesó que nunca necesitó.

Consta en actas.  

(de Nuestras Voces)


DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí