El Gobierno de la Ciudad registró 1.146 personas que duermen en la intemperie. Sin embargo, la cifra es cuestionada por varias organizaciones sociales que exigen declarar la “emergencia habitacional”.
Son las diez de la noche de un miércoles de julio y Marcelo se retuerce de frío en las calles de Buenos Aires, Argentina. Está en situación de calle desde hace tres meses y hoy la temperatura bajará hasta los 2 ℃. “Será la jornada más fría del año”, habían anunciado los medios locales desde temprano y aconsejaban resguardarse. A metros de donde está el—quien casualmente lleva el mismo apellido que el presidente del país, aunque descarta su parentesco—, resplandece de color rosa la Casa de Gobierno del país sudamericano. Hacia el otro lado hay un pequeño cartel que, entre dos ramos de flores, reza una de las principales problemáticas de la ciudad: “Acá murió de frío y de ausencia del Estado Sergio Zacaríaz, de 52 años. La desigualdad mata”.
A Zacaríaz lo encontraron muerto el pasado lunes en la calle Perú, ubicada en el barrio San Telmo, uno de los reconocidos puntos turísticos de la capital. Los médicos determinaron que Segio murió por hipotermia debido a la ola polar que actualmente azota a la ciudad. La noticia causó indignación entre los vecinos de la zona y el debate por la actual crisis habitacional que atraviesa Buenos Aires llegó a la opinión pública. Según los números de algunas organizaciones, hasta el momento, ya son cinco las personas que en todo el país sufrieron lo mismo que ‘Zaca’, como le decían quienes lo frecuentaban.
“Era una persona muy instruida, con conocimientos que te sorprendían. Yo le decía, a modo de broma, que era como un ‘maestro de la calle’ porque siempre te dejaba alguna enseñanza. Aunque no hablaba mucho de su vida privada, siempre se lo notaba de buen humor”, recuerda Sonia Sanchéz en diálogo con RT, y quien junto a la organización social ‘Amigos en el camino’ —dedicada a asistir a personas en situación de calle—, conocían de cerca a Zacaríaz.
“Yo soy del barrio y siempre me cruzaba con ‘Zaca’. Tengo conocimientos en enfermería, así que en más de una ocasión lo ayudé con alguna herida. La primera vez que lo vi, tenía una uña encarnada en el pie que se estaba infectando. Me preguntó si era enfermera y le dije que no, que soy persona. Él se reía”, rememora Sánchez.
El colectivo social al que pertenece Sonia tiene armados diferentes equipos que, durante toda la semana, recorren puntos de la ciudad con donaciones y alimentos calientes que cocinan ellos mismos para repartir a las personas en situación de calle. En la temporada de invierno, cuando las temperaturas en la madrugada oscilan entre 0 y 2 ℃, es cuando más arduo deben trabajar a causa de las severas complicaciones médicas que provoca dormir en la intemperie.
“Sergio murió al lado de un puesto de comidas, donde siempre se colocaba con su frazada y apenas una campera. El día de su muerte, yo estaba asistiendo en otra zona. Me puso muy triste. Aunque no es la primera vez que vemos que el frío se cobra una vida en la calle. Es muy habitual y cada vez hay más gente expuesta a esas condiciones. Por eso, en esta época, es fundamental el apoyo de quien quiera sumarse a colaborar para poder ayudar a la mayor cantidad de afectados”, afirma la filántropa.
El ‘otro lado’ de Buenos Aires
El recorrido arranca puntual. A las 9:00 de la noche, Sonia Sáchez baja de su departamento en San Telmo con su pechera roja puesta de ‘Amigos en el camino’. La temperatura marca los 5 ℃, pero a ella parece no importarle. “No hay día ni horario para ayudar a alguien que vive en la calle. Yo saldría hasta con nieve“, dice.
El primer amigo que visita es a Marcelo, quien duerme a pocos metros de donde murió Sergio Zacaríaz, y a tan solo unas cuadras más en donde el mandatario del país —con la misma inicial y apellido—, realiza sus actos oficiales. Vive en la calle desde hace tres meses, cuando perdió su trabajo como albañil. “Estoy hace poco durmiendo acá, pero es hasta que encuentre otro trabajo. A los paradores del Gobierno no quiero volver, es muy inseguro y sucio. Prefiero estar acá que regresar a un lugar donde se reciben malos tratos”, afirma.
Sonia, al verlo, lo abraza como si se encontrara a una persona que no ve hace años. “¿Querés que te consiga una campera bien abrigada o un pantalón? Mi marido tiene varios que no usa, sí, te voy a traer uno. Bueno, mañana temprano paso y te alcanzo un desayuno”, se despide.
En otro punto, sobre la avenida Paseo Colón, próximo al barrio de Puerto Madero —el distrito más exclusivo y costoso de Capital Federal—, Gisela, de unos 40 años, intenta dormir junto a su hija de cuatro años en un colchón desvencijado. Apenas se revela la cabellera de su pequeña, cubierta totalmente por una frazada. “Nos vinimos desde la provincia de Buenos Aires para poder cobrar el subsidio del Estado acá y tratar de alquilar algo, pero no entiendo cómo hacer los trámites. Solo estamos mi hija y yo. Mi intención es mandarla a la escuela, pero quiero primero conseguir un hogar. No quiero que vaya sin tener nada”, explica la madre.
Por la misma vereda, al llegar a la esquina, Alejandro le hace señas a Sonia. Lleva siete meses durmiendo al lado de una sucursal bancaria. También rechaza ir a los centros de asistencia estatal y temporaria del Gobierno, donde solo se permite pasar una única noche y se debe dejar el espacio a primera hora del siguiente día.
“Acá estoy tranquilo. No molesto a nadie, ni nadie me molesta a mí. La mayoría ya me conoce, generás un vínculo. Quiero encontrar un trabajo para poder pagarme el hotel donde estaba antes. No necesito muchas cosas materiales para vivir. Solo preciso mi medicación porque soy asmático y es costosa”, relata Alejandro, mientras la integrante de ‘Amigos en el camino’ toma nota del suministro requerido y promete intentar conseguirlo.
Debido a la noticia por la muerte de Zacaríaz, y al ser la noche más fría del año, la organización caritativa ‘Red Solidaria’ logró que el club de fútbol River Plate abriera por primera vez las puertas de su reconocido estadio —el ‘Monumental’—, para recibir en su gimnasio a las personas que deseen pasar la noche y en donde también se entregarán donaciones y un desayuno por la mañana. La iniciativa, sin embargo, generó polémica al ser rechazada por varios dirigentes del gobierno que consideraron la acción como una “operación política”.
Fernando Iglesias, asiduo defensor oficialista y diputado por ‘Cambiemos’, consideró que el Estado ya cuenta con dispositivos para asistir a indigentes, como la línea pública 108 para identificar a individuos en situación de calle, y que “abrir un gimnasio” no significa “ayudar”.
Pero, ahora, el rumbo es hacia el estadio del Boca Juniors, clásico rival de River Plate. Su barrio histórico, La Boca, posee altos índices de precaridad habitacional y, por la noche, es considerado uno de los sitios más inseguros. Sonia vivió mucho tiempo en aquel lugar y conoce sus calles como la palma de su mano. Es por eso que se adentra por un pasaje sinuoso y oscuro, alejado de las viviendas. Son las 11:00 de la noche y el frío hace estremecer. Lo primero (y lo único) que se alcanza a ver es ‘La Bombonera’, el estadio del club. Pero antes de llegar, unas vías cortan el paso. Al fondo, una carpa hecha con retazos de plástico se levanta desde un pastizal oscuro. Allí vive Juan, de unos 30 años, junto a su primo y otras personas.
“Nuestro problema son las adicciones. Estamos luchando contra eso, pero todos somos personas con preparación académica. Mi primo es chef recibido y yo estudié psicología mucho tiempo. La calle es nuestra universidad hoy, pero intentamos dejarla. Por suerte, nos cuidamos entre nosotros, pero a veces nos supera el contexto. El frío es lo peor que sufrimos hoy porque no tenemos edificios que nos protejan. La comida también suele ser un problema. Casi nadie pasa por acá y no hay muchos locales para poder pedir un plato de alimento”, detalla el joven.
El recorrido finaliza próximo a donde comenzó: en ‘Plaza de Mayo’, frente a la Casa de Gobierno del país sudamericano. Ubicados bajo una recova —construcción de veredas amplias resguardada con un techo—, más de 20 personas batallan contra el frío. Sonia comienza a saludar a todos con un brazo y un beso en la mejilla. Se alegran de verla. Nicolás, un joven de 18 años que pasa las noches allí junto a su novia, explica que su pareja tiene fiebre alta. “Mañana la quiero llevar temprano al hospital, porque ahora no hay muchos colectivos, estuvo así desde temprano”, cuenta el joven con preocupación. Él también llegó desde la provincia de Buenos Aires en busca de un sitio mejor para su vivir.
“Acá tenés más posibilidades de progresar. Hay más comercios para conseguir algún empleo de lo que sea. Pero la calle te lo hace duro. Tengo mucha impotencia de tener a mi novia enferma y no poder hacer nada”, confiesa Nicolás. Al día siguiente, Sonia cuenta que la pareja del joven fue internada de urgencia en un hospital.
Las cifras de la crisis habitacional
Según han expresado diferentes organizaciones sociales a los medios locales, cinco personas murieron por pasar el invierno en la intemperie. Desde el Gobierno de la ciudad afirman que actualmente hay otras 1.146 en situación de calle. El número fue cuestionado por diversas organizaciones dado que, según el último censo que realizaron y publicaron este mes, la cifra abarca a 7.251 individuos.
Cecilia Zapata, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del área de estudios urbanos del Instituto Gino Germani, explica que la crisis habitacional de Capital Federal es algo histórico, pero que creció exponencialmente desde 2007: “Se realizaron recortes a programas de vivienda transitoria. Desde entonces, la política del Estado es solo asistencial, no hay una solución definitiva. Los paradores están colapsados y no respetan las dinámicas familiares. Hay paradores de hombres y mujeres, por lo que las familias deben dividirse”, afirma la especialista.
Zapata explica que esta crisis hay que leerla en términos de capacidad de acceso: “desde 1947 hasta la actualidad, la densidad poblacional del territorio es más o menos la misma. Pero las personas en situación de calle y en villas de emergencia aumentaron exponencialmente. Además, el gobierno posee una medición muy particular en este tema: si una familia está en un parador por un determinado tiempo, no cuenta como situación de calle. ¿Y mañana a dónde van?”, se pregunta.
La investigadora afirma que un factor más de este problema es la cantidad de inmuebles deshabitados en la ciudad: “En lo que respecta a las viviendas particulares ociosas, se registraron más de 285.000 viviendas vacías, lo que representa el 20% del parque habitacional del distrito”.
(Facundo Lo Duca – RT)