LA VIDA DESPUÉS DE MERCADO LIBRE: CÓMO IMPULSAR EMPRESAS DE LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

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Más allá del unicornio de Marcos Galperín, el 92,8% son pymes. ¿Cómo se puede rediscutir los beneficios fiscales a tecnológicas y fomentar la innovación especializada?

En Argentina hay una docena de unicornios valuados en más de 1.000 millones de dólares, con Mercado Libre en lo más brilloso de la marquesina. Pero, sobre un total de 6000 compañías vinculadas a la economía del conocimiento, el 92,8% son micro o pequeñas empresas. Entre todas ellas, solo el 11% aprovecha los beneficios fiscales del régimen que comenzó hace 20 años con la Ley de Software –que la firma de Marcos Galperin utilizó para apalancarse en la región– y que se renovó en 2020.

Estos son datos que recolectó Fundar en un dossier sobre la industria del software que publicó este martes y que propone un nuevo paradigma para incentivar el desarrollo de firmas de alto agregado de valor, especializadas en brindar servicios a sectores estratégicos y con un fuerte potencial exportador. Ese nuevo marco supone repensar beneficios impositivos (que vencen en 2029) para focalizarlos mejor y medir su impacto; pero también impulsar estrategias de internacionalización con agencias de comercio exterior y financiamiento a través del mercado de capitales y fondos de venture capital para las start-ups.

El trabajo consta de tres documentos que elaboraron el director de Política Productiva de Fundar, Tomás Bril Mascarenhas, y los investigadores Jimena Rubio, Nicolás Sidicaro (autor del newsletter #LluviaDeInversiones), Ezequiel Tacsir y Mariano Stampella. El dossier ofrece un diagnóstico: una industria clave, con altísimo potencial en el país, se desarrolló a tasas chinas hasta 2011 –año en que se instauró el cepo cambiario–, luego se estancó y volvió a recuperar terreno después de la pandemia, aunque a una velocidad menor al crecimiento exponencial de otros países competidores.

El sector podría tener un nuevo impulso apalancado en empresas que orientan su trabajo a desarrollar un producto diferencial para un sector o una necesidad determinada. Son la “tercera generación” de las compañías de software. Las primeras nacieron en los noventas, con soluciones de software “a medida” para grandes empresas que entraron al país con la desregulación económica de aquel entonces. Las segundas dieron el salto exportador luego de la devaluación de 2002, como Globant, convertida en una gran multinacional, también desde desarrollos a medida de distintos clientes.

En ambos casos, se trata de empresas que requieren gran cantidad de trabajadores y competir por costos. Es algo difícil en un contexto en el que los grandes jugadores concentran una porción mayor del mercado y dejan a los países intermedios, como Argentina, menor espacio para ganar espacios. Según Fundar, esta tercera generación ofrece la oportunidad de competir con un producto diferencial, en momentos en que el desarrollo de otros países (India, el caso paradigmático, pero también Polonia) son inalcanzables en la carrera por el precio más bajo.

Las crisis recurrentes de los últimos quince años y cierta falta de estrategia exportadora dejaron un sabor agridulce en la expansión de este sector estratégico. Por un lado, el crecimiento de la industria es innegable. Pasó de generar 26.000 empleos registrados en 2004 a contar con 140.000 y multiplicó sus exportaciones por 16, de USD 150 millones a USD 2.500 millones, según estimaciones de Fundar. Al mismo tiempo, el sector se estancó en 2011 y reinició su expansión con la pandemia, aunque perdió terreno. Desde 2011, las exportaciones desde Argentina aumentaron 71%, pero las ventas mundiales treparon 193%.

“A partir de 2012, las tasas de crecimiento del empleo y de las exportaciones del sector de SSI en Argentina se ralentizaron. Paralelamente, mientras en Argentina el dinamismo del sector era cada vez menor, el mercado global de SSI (software y servicios informáticos) no sólo triplicó su tamaño, sino que también se volvió más competitivo”, indicaron los investigadores.

Nuevo enfoque

En ese contexto, el presidente Javier Milei sueña con generar un polo de atracción de grandes compañías globales desarrollen IA con beneficios fiscales, a contramano de la estrategia de los países del G-20 y la OCDE, que buscan asegurar un impuesto mínimo de 15% para las grandes empresas transnacionales.

Para Fundar, la oportunidad es más concreta. Argentina podría tener un nuevo impulso con estas compañías orientadas a desarrollar productos diferenciales para otros sectores estratégicos, como el agro, la energía, la minería y las finanzas. Son empresas más chicas, que pueden insertarse en la competencia internacional por innovación y no por costos. No requieren de grandes dotaciones de trabajadores para desarrollar distintas soluciones, pero sí de un ingreso temprano de capital para financiar y escalar el producto.

“El camino más probable hacia una inserción internacional especializada en software de productos es aquel en el cual las empresas tecnológicas nacientes logran apoyarse en los

sectores dinámicos de la estructura productiva, muchos de ellos asociados a los recursos naturales. Esto es, desarrollar productos de software para sectores donde Argentina ya es altamente competitiva y que eso sirva como campo de prueba y primer portafolio de clientes para luego salir al mundo”, indicó Fundar.

“Una apuesta posible sería poner el foco en segmentos de empresas que se orienten a desarrollar productos de software para sectores exportadores dinámicos, vinculados a recursos naturales —como la agricultura, la ganadería, la minería y la pesca—, a la industria manufacturera asociada a la exportación —como la alimenticia, la forestal, la de refinación de petróleo y la química/farmacéutica—, así como a oportunidades en Climatech que se han abierto en esta era de crisis ecológica global”, añadió el informe.

Los investigadores afirmaron que la política sectorial actualmente está basada en “reducir los costos de operación de las firmas”, con beneficios fiscales que aprovechan pocas empresas. “Hay que repensar el régimen de promoción que se encuadra en la Ley de Economía del Conocimiento vigente hasta 2029 y, tan importante como eso, complementar dicho régimen con la implementación de un paquete de medidas interactivas con foco en cuatro dimensiones clave: financiamiento, internacionalización, vinculación con el entramado productivo, y formación y capacitación”, propusieron.

Al evaluar el paquete de beneficios fiscales, Fundar detectó que, en 2022, “sólo alcanzaba al 11% de las empresas de SSI, y sus beneficiarias son, en su mayoría, las (empresas) grandes y productivas”. La legislación permite a las empresas computar hasta el 70% de las contribuciones patronales como crédito fiscal y reducir entre 20% (grandes empresas) y 60% (pymes) sus pagos de impuesto a las Ganancias, tanto de fuente argentina como de fuente extranjera.

“Es necesario establecer un límite temporal de permanencia para las empresas beneficiarias, sujeto al logro de ciertos objetivos/condicionalidades con una pérdida gradual de beneficios. Sobre todo pensando en las empresas más grandes, algunas de las cuales tienen presencia en múltiples países, levantan grandes inversiones de capital y sin duda pueden caminar solas”, sostuvo Fundar.

En ese viraje desde los costos hacia la especialización, el financiamiento es clave. Este tipo de empresas suele comenzar con capital propio y lejos de los portafolios de los bancos. Pero necesita un impulso inicial para escalar el producto. Entre las opciones que revisó Fundar en países que impulsaron el sector, destacó el financiamiento de fondos de riesgo, que podrían capitalizarse con incentivos estatales y aportes de grandes empresas del sector o de los sectores estratégicos que se beneficiarían con estas innovaciones. Y la creación de mercados de valores especializados: un “Merval tecnológico” que replique lo que hizo Polonia (que dio un salto gracias al mercado europeo).

La internacionalización requiere de una agencia especializada y del impulso de las empresas locales, que sirvan de “casos de éxito” de una suerte de “marca Argentina”. “El sector de SSI de Argentina ha perdido peso en los últimos diez años en las exportaciones globales e, incluso, en comparación con otros competidores regionales como Brasil o Uruguay. Estos países han sido

proactivos para posicionar internacionalmente el sector, fortaleciendo sus acciones de promoción de exportaciones e, incluso, de atracción de inversiones”, se lee en el documento. 

Son países que también aprovecharon las restricciones macroeconómicas que frenaron al sector y promovieron que una porción importante de los trabajadores elija vender sus servicios a firmas del exterior. 

Todo esto, claro, requerirá de una macroeconomía ordenada. “Nuestra mirada es que con arreglar la macro no alcanza”, dijo Jimena Rubio. “En casi todas estas áreas de política pública, la experiencia indica que cuando se encuentra una visión, es producto de la articulación público privado”, añadió Bril Mascarenhas.

Cenital

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