El equipo de Kicillof alerta sobre un riesgo de bancarrota en la Provincia

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Sostienen que la gobernación tiene recursos invertidos en los bonos defaulteados por el Estado nacional y que le faltan 80 mil millones para cerrar el año. La grave situación social.

Es una postal simple pero poco frecuente, al menos para los primeros niveles de la política. Un Renault Clio que recorre las rutas bonaerenses. Un auto que acumula kilometraje, un equipo de personas de extrema confianza. Y un candidato que atesora abrazos y selfies, pero también pedidos, lamentos, demandas y propuestas. Todo acorde a una provincia híperendeudada y en crisis que está al borde de la bancarrota. La campaña del candidato a gobernador del Frente de Todos ya se ha contado casi hasta el hartazgo. Como si el tránsito que le resta hasta alcanzar la gobernación estuviera condensado en la escena del “Kicimóvil” surcando la carretera, una imagen efectista pero real. Sin embargo, en paralelo a los viajes en los que tres o cuatro íntimos acompañan al probable gobernador de Buenos Aires a partir del 10 de diciembre, en oficinas, universidades, centros de estudios y fundaciones –pero sobre todo en el búnker que utiliza el propio Kicillof, en la calle Piedras casi esquina Hipólito Yrigoyen– proliferan los grupos de estudio que monitorean la actualidad de la provincia de Buenos Aires. Los integran especialistas de confianza que, sin descuidar la coyuntura, diseñan propuestas para distintas áreas. El diagnóstico común, que condiciona todos los ámbitos de la administración de María Eugenia Vidal, suena dramático. “La gobernadora necesita 80 mil millones de pesos para cerrar el año. Y no sabemos de dónde los va a sacar”, advierte a Tiempo uno de los colaboradores más cercanos del candidato.

El final de la semana encuentra a Kicillof otra vez en sus giras de campaña. La hoja de ruta lo lleva, esta vez, por varias localidades de la segunda sección electoral de la PBA: Capitán Sarmiento, San Antonio de Areco y Exaltación de la Cruz. Ayer fue el turno del sur del Conurbano, donde el diputado y exministro de Economía compartió el Segundo Foro de Gestión Quilmes con su colega de bancada y candidata a intendenta Mayra Mendoza. En simultáneo a las iniciativas que se puedan esbozar para un municipio desigual del segundo cordón del GBA, los equipos de Kicillof no disimulan su inquietud por los tres meses que restan hasta el 10 de diciembre.

Uno de los factores que agrega complejidad al desfiladero por el que transita el gobierno provincial es el reperfilamiento de los compromisos de deuda en Lecap y Letes que anunció el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza. El gobierno bonaerense tiene fondos invertidos en esos instrumentos financieros: la postergación unilateral de los pagos complica la liquidez de la provincia en su cronograma del último trimestre. “Te reperfilaron desde arriba y ahora hay un montón de recursos líquidos que dejaron de ser líquidos. El gobierno provincial tenía Letes y ahora Nación no se los paga. Y ahora vos vas a necesitar esos recursos, pero no te los pagan al vencimiento porque los patearon para adelante. Así que no sabemos cómo va a terminar el chiste este”, confían a este diario desde el comando de campaña de Kicillof. A partir de estas urgencias financieras de corto plazo, en el Frente de Todos observan con atención los movimientos del Banco Provincia, la entidad financiera y pública más antigua del país. Una preocupación que circula entre los colaboradores del economista y candidato a gobernador es que el Bapro termine el mandato de Vidal descapitalizado: que se utilice patrimonio neto de la empresa, capital propio, para asistir ante la premura a la cuenta fiscal de la gobernación. 

Es tan incierta la coyuntura que los equipos a cargo de las propuestas programáticas de Kicillof subordinan cualquier definición importante al estado real de las cuentas de la provincia. Lo que podrán saber recién el 10 de diciembre o en los días posteriores. “No sabemos cómo va a llegar a fin de año”, alertan. Y enseguida acotan que para el período correspondiente al próximo mandato en La Plata (2019-2023) el eventual nuevo gobierno deberá pagar compromisos por 9000 millones de dólares. “El país se está poniendo bastante intratable. Por la fuerte conflictividad social, por el hambre, por la falta de empleo”, completa el diagnóstico el colaborador.

Todo este panorama explica por qué Kicillof viene insistiendo en cuatro pilares innegociables para su próxima administración. Como ya escribió Tiempo, el primer objetivo –primordial para todo el gobierno y al que deberán adaptarse todas las acciones del Estado bonaerense– es el sesgo productivista: hacer revivir a las pymes industriales a las que se considera claves por su capacidad de dar empleo. Los otros tres pilares, como se ha escrito, hacen a la forma de ejercer el gobierno y de vincularse con la sociedad: austeridad, cercanía y honestidad. Entre los profesionales que trabajan codo a codo con Kicillof es vox populi que el exministro de Economía sigue con mucho interés el proceso político que encabeza en México el presidente Andrés Manuel López Obrador. AMLO, como lo llaman en su país, hizo del llamado a la austeridad una de sus marcas de identidad.

En el entorno de Kicillof dicen que una de las características del dirigente de MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional), electo en México, es que apeló a categorías asociadas tradicionalmente al pensamiento de centroderecha pero para resignificarlas, para dotarlas de otro sentido. “El tipo te agarra, por ejemplo, la reforma laboral y en vez de quitar derechos les mejora los derechos a los trabajadores mexicanos. O habla de transparencia y anticorrupción, un discurso que en general lo toma la derecha, pero lo aplica él. Pero austeridad no en el sentido de bajarles el salario a los empleados públicos sino combatir el gasto superfluo y las funciones superfluas. Buscar la eficiencia. Todo eso tiene que ver con el perfil que buscamos nosotros”, plantea el colaborador de Kicillof.

“Nosotros no necesitamos ningún lujo para gestionar. No necesitamos que alguien nos traiga la fruta cortadita en pedazos para comerla. Yo agarro una pera y me la como. O no necesito un chofer. Me subo al auto y lo manejo yo. Ojo, esto no significa reducir la plantilla del Estado, sino hacerla más eficiente y mejorar las prestaciones estatales con la misma cantidad de gente”, agrega la fuente, que conversa todos los días con el candidato y sabe de lo que habla. «

(De Tiempo Argentino)

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