Desde la vuelta olímpica en el Maracaná, el gobierno dejó las cuerdas y retomó el centro del ring con un Presidente que registró una suba en las encuestas por la aceleración del plan de vacunación y se cristalizó un tono más cuidado de la comunicación oficial. Ese Fernández fortalecido fue el que chateó con Raúl Timerman y lo habilitó a confirmar en televisión que sus candidatos eran Leandro Santoro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Victoria Tolosa Paz en la Provincia. Un mensaje para afuera, pero sobre todo para adentro. El debate en el seno del Frente de Todos es -¿era?- si la conformación de las listas y el cambio de gabinete se discuten juntos o separados. La casi segura presencia de Daniel Arroyo como candidato a diputado más algunos movimientos que tiene Fernández en su cabeza -que no incluyen al equipo económico- garantizan un recambio necesario para una administración a la que le van a reclamar todas las promesas de la campaña del 2019. Con la vacunación avanzada, el eje central de la disputa electoral será, además, el empleo y el poder de compra -a menos que la variante Delta genere un cisne negro.
Aunque todavía no aparezca en el radar en las curvas de contagios de América del Sur, esta variante es una amenaza concreta para los planes de apertura y normalización a nivel global. Las curvas de casos crecen exponencialmente en países tan disímiles como Reino Unido, Israel, Singapur y los Estados Unidos, pero que tienen en común altos niveles de vacunación y nulos problemas de procuración de vacunas. Las bolsas del mundo tuvieron ayer su peor día desde mayo por miedo a que la variante identificada por primera vez en India interfiera con la recuperación económica. La noticia alentadora es que se mantiene el desfase entre los contagios y las muertes y hospitalizaciones en relación a oleadas anteriores. La razón son las vacunas. Más del 95% de los hospitalizados en los Estados Unidos en el último ciclo de contagios se cuentan entre los que no se inocularon que, además, son más proclives a infectarse y transmitir la enfermedad que se presenta en una forma especialmente contagiosa.
La certeza de que por más que se retrase la llegada de Delta es inevitable llevó al gobernador de la Provincia de Buenos Aires a considerar esquemas diferenciados para la apertura. “Recompensar a los vacunados”, dijo Axel Kicillof. La fórmula sigue a la que propuso el presidente de Francia, Emmanuel Macron, sin edulcorar sus palabras. Trasladar la carga de las restricciones, de toda la sociedad hacia quienes rechazan los avances de la ciencia. En Europa son varios los países que empiezan a imitar el camino francés con grados de coerción mucho más altos que los que se preveían originalmente. La reacción también se hace sentir. El fin de semana, movilizaciones que incluyeron desde la extrema derecha hasta místicos y científicos “disidentes” juntaron cerca de 120 mil personas en todo el país para rechazar “la dictadura de Macron”. Las posibilidades de occidente de retornar a cierta normalidad depende de que las fuerzas de la iluminación se impongan en la pulseada. Hoy, el creador del término infectadura en nuestro país es candidato de Ricardo López Murphy, que tiene un equipo de prensa ocupado en que los medios de comunicación no recuerden su pasado como ministro de Economía de Fernando de la Rua.
El precio de los alimentos y una inflación que les permite sugerir soluciones a ex funcionarios de Mauricio Macri son los dos puntos de preocupación más importantes en una coalición que tiene diferencias entre sus jefes en casi todos los subtemas excepto en este. Es por eso que el oficialismo tiene dos tareas: movilizar a una tropa propia -sobre todo a los jóvenes- jibarizada por la pasividad que impone la pandemia y a la vez recuperar el tono de la campaña de 2019 que le permitió al Frente de Todos pescar fuera de la pecera. Además de los actos materiales van a pesar los simbólicos: una de las herramientas para seducir a la clase media va a ser el proyecto de Sergio Massa para convertir los planes sociales en planes de empleo. Hay dos estudios en despachos oficiales que muestran un explosivo crecimiento de estos programas durante la gestión Macri y un descalce entre el dinero erogado y el que llega efectivamente a los beneficiarios. Conflicto en puerta.
Mientras tanto, en el punto de partida de la PASO opositora en la Provincia de Buenos Aires, la distancia que separa a Diego Santilli y Graciela Ocaña de Facundo Manes es sensiblemente menor a la esperada en Uspallata, aunque con un asterisco: del último sondeo de Isonomía, se desprende que las respuestas no positivas -”no voy a votar”, “no voto a ninguno”, “voto en blanco”- alcanzan el 40% de los encuestados. Toda una novedad. Podría pensarse que, potencialmente, Manes y su lista -hasta el momento, curiosamente sin radicales- tienen más facilidad para llegarle a ese público. Si alguien se detiene en los niveles de participación de Jujuy y Misiones podrá advertir que ese también será un dato a considerar en la Provincia de Buenos Aires. De ganar Manes la PASO opositora, además del obvio resurgimiento radical, el PRO volvería a vecinalizar su construcción electoral.
La pandemia, sin embargo, no es el único de los riesgos sobre los que los científicos llevan años advirtiendo con capacidad para alterar nuestro modo de vida irreversiblemente. Alemania y Bélgica, dos de los países más desarrollados del mundo, debieron lamentar hasta el momento casi 200 muertos por inundaciones de una ferocidad inédita. Pocos dudan que el calentamiento global es una de las causas centrales. Eventos climáticos extremos y teóricamente improbables se vivieron en lugares tan disímiles como la costa oeste de los Estados Unidos y también en Rusia en forma simultánea a la tragedia producida en el corazón europeo. En la comunidad científica, comienza a crecer la idea de que, lejos del alarmismo, se quedaron cortos. En este marco, empiezan a aparecer propuestas ambiciosas de mitigación ambiental.
La Comisión Europea presentó un plan para disminuir las emisiones en un 55% para 2030 respecto del nivel de 1990. Requerirá cambios drásticos en el modo de producir, movilizarse y generar energía, y prevé penalizar las emisiones contaminantes con “bonos de carbono” mediante los cuáles deberán pagarse las emisiones de gases de efecto invernadero en las actividades más contaminantes. Los destinos del sector más empobrecido de la población y los costos de producción de las empresas europeas aparecen amenazados por el esquema propuesto que, para viabilizarse, requerirá subsidios y compensaciones. Más inquietante para países como el nuestro, la propuesta prevé cobrar una tarifa en frontera por las emisiones contaminantes de los productos que ingresen al mercado europeo para proteger la competitividad de su producción “verde”. También en los Estados Unidos los demócratas del Senado presentaron un ambicioso plan de infraestructura social y ambiental que esperan financiar en parte con un impuesto a las emisiones para cada importación que ingrese al país. Incluso China -hoy responsable de más emisiones que Estados Unidos y la Unión Europea, sumados- puso en marcha su programa de mercados de carbono, aunque los permisos pagos para emitir gases contaminantes sólo se aplicarán, por el momento, en el ámbito local y circunscrito a la producción de energía eléctrica.
Argentina deberá decidir qué rumbo tomar ante los compromisos que empiezan a mostrar las principales potencias. Para hacerlo, debe medir responsabilidades. Nuestro país, que explica una porción ínfima de las emisiones globales, debe encontrar la forma de cumplir con sus obligaciones para evitar el apocalipsis climático que ya aparece en el horizonte y atender la necesidad de superar su larga crisis económica y social. Los recientes debates que se multiplicaron en los medios entre miradas de foco ambiental y de desarrollo son un síntoma de esas tensiones, y hasta motivaron un contrapunto entre los ministros de Desarrollo Productivo y Ambiente, Matías Kulfas y Juan Cabandié; también lo son los conflictos abiertos por proyectos de instalaciones petroleras, mineras, salmoneras y granjas porcinas en distintos puntos del país. Argentina tiene diversas áreas de enorme potencial para aportar a la transición ecológica en el mediano plazo. En el corto, sin embargo, el país necesita desesperadamente dólares para volver a crecer después de una década, que sólo pueden venir hoy de las exportaciones. Y los únicos sectores que pueden generar aumentos exportadores significativos en el corto plazo son los de recursos naturales. El gobierno, que ha sido enfático en los compromisos internacionales ambientales, deberá extremar cuidados, controles y creatividad, para conciliar las oportunidades que no estamos en condiciones de rechazar y los compromisos que ni el país ni el planeta están en condiciones de incumplir.
Para eso, como así también para la gobernanza interna del mediano plazo, las discusiones que se están dando son más de fondo. En las sociedades occidentales contemporáneas existe una tendencia a reforzar las identificaciones negativas más fuertes de los electorados como herramienta de movilización proselitista. Eso trae, como mínimo, dos problemas. Uno es que refuerza el conflicto social en todas sus dimensiones (etnico y distributivo son las más urticantes, pero no las únicas) y hace más difícil la toma de decisiones porque, para quienes ocupan cargos electivos, acordar con el adversario político no trae ningún beneficio y apostar a su fracaso parece lo más útil para ganar elecciones. Ese es un modo de hacer política. El otro está más vinculado al estilo tradicional que se considera indispensable para la convivencia democrática que entraña considerar al adversario como, justamente, un adversario y no un enemigo e intercambiar apoyo político -como ocurrió al comienzo de la gestión de la pandemia, en el Congreso o en el CFI-, lo cual tiende a moderar las posiciones y a superar el bloqueo en la toma de decisiones. Esto es negocio para dos espacios que piensan en el largo plazo, aspiran a estar en el juego mucho tiempo y no encuentran incentivos en el agite cortoplacista. De esto, entre otras cosas, se habló en un encuentro virtual que organizó el sacerdote Claudio Caruso y en el que coincidieron Gustavo Béliz, opositores moderados y el ministro Eduardo “Wado” de Pedro.
Bonus track
- Los sectores más moderados se impusieron en las primarias presidenciales en Chile, tanto en el espacio de centroderecha como en el ubicado más a la izquierda. Por primera vez desde el estallido de 2019, los sectores empresarios festejaron. Temían una victoria del Partido Comunista.
- Reacomodamientos en Juntos. Nicolás Massot encabezará la lista de concejales en Tigre por la lista de Manes que llevará como tercer candidato a diputado nacional a Emilio Monzó.
Iván Schargrodsky – cenital.com