Tras un trabajo codo a codo frente a los acreedores privados, algo que convenía a ambas partes, llegó ahora el momento en el que la cuerda empieza a tensarse. Sin embargo, en una declaración que será bien recibida por la gestión de Alberto Fernández, las autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) pusieron paños fríos a un eventual pedido de mayor ajuste en el actual contexto marcado por la pandemia del coronavirus.
“Así que no venimos con la idea de ‘bueno, veamos cómo podemos ajustar aún más el gasto en estos tiempos’. Le damos este consejo a todo el mundo. Esta crisis es un shock exógeno”, dijo la directora gerente del Fondo en una entrevista con CNN difundida esta tarde.
Semanas atrás, el Gobierno abrió la puerta al diálogo formal y envió la carta para comenzar las negociaciones con el Fondo con el objetivo de lograr un nuevo programa. Hoy tiene su respuesta: arranca la primera misión -informal- del organismo en la Argentina.
Desde ambas partes ya tomaron distancia. Como en la negociación con los bonistas encabezados por Blackrock, el Gobierno motorizó que varias entidades empresariales sumaran apoyos para “evitar nuevos sacrificios al pueblo argentino”. El mismo discurso surgió de la CGT. Ese blindaje fue el objetivo principal de la convocatoria a gremios, movimientos sociales y empresarios de ayer en Casa Rosada: unidos frente al Fondo.
Desde Washington también toman sus recaudos frente al gobierno de Alberto Fernández. La misión que llega -aclaran- no es parte de un programa nuevo. Es informal, en modo escucha, dejan trascender en los despachos de Georgieva. Sin embargo, la directora gerente del Fondo enfrió un eventual pedido de baja del gasto público.
“Venimos a la Argentina ante todo para escuchar a las autoridades, para escuchar al pueblo argentino. Hemos tenido muy claro en esta crisis que es importante brindar apoyo a las empresas y, lo que es más importante, a los trabajadores”, dijo la Búlgara en una entrevista a la CNN. “Así que no venimos con la idea de ‘bueno, veamos cómo podemos ajustar aún más el gasto en estos tiempos’. Le damos este consejo a todo el mundo. Esta crisis es un shock exógeno. Nos hizo hacer lo impensable: dejar de producir conscientemente y dejar de consumir. Eso requiere un alivio mediante el apoyo a la economía. Pero veamos cómo irían las discusiones. Esperamos ayudar a la Argentina a definir objetivos de crecimiento a mediano plazo. Ver cuáles son los obstáculos al crecimiento. Y también para que la economía salga más fuerte para que pueda cumplir con las expectativas del pueblo argentino”, estimó.
“Estamos en una etapa muy temprana. Esta es nuestra primera visita. Por supuesto, la Argentina es miembro del FMI y, como todos los miembros, estamos ahí para usted, para la gente de todos nuestros países, estamos para la gente de la Argentina. Queremos ser parte de una solución duradera a lo que ha sido durante tanto tiempo ciclos de auge y caída en la Argentina. Y vamos a la Argentina con la mente abierta para buscar la manera de llegar a ese punto en que la Argentina es sólida, estable y próspera”, afirmó la directora gerente.
“¿Por qué tiene que bajar el gasto público? No es a lo que apuntamos”, se atajó el ministro de Economía Martín Guzmán ante la llegada de la misión del FMI. Sus técnicos (algunos virtualmente) ya posan sus miradas en algunas de esas variables: déficit y sustentabilidad de la deuda en base a las perspectivas de crecimiento e inflación que aparecen en el Presupuesto 2021. Pese a sus últimos dichos, el ministro dijo que en 2021 tendrá casi la mitad del rojo primario que este año (de 8 puntos del PBI pasará a 4,5) aumentará tarifas de servicios en base a la inflación (para no sumar subsidios) y no avalará más los programas de asistencia en la pandemia (IFE y ATP), que generaban gasto por $75.000 millones anuales. Con los aumentos por decreto a jubilados, frente a lo que hubiera correspondido por la ley de movilidad, el Gobierno se ahorró $72.000 millones, según cálculos privados.
La mayor duda está en si el déficit primario no alentará la inflación teniendo en cuenta que el 60% de ese rojo se seguirá financiando con emisión en medio de una fuerte tensión cambiaria. Las medidas para intentar controlar esos ruidos con el dólar arrancan hoy.
“Queremos contarles e involucrarlos a todos ustedes para trabajar de forma articulada en este proceso como también lo hicimos durante la reestructuración de la deuda con acreedores privados y agradecemos el apoyo que valió para la Argentina”, dijo ayer Guzmán en el puntapié de lo que sería el Consejo Económico y Social. “Queremos un programa distinto al stand by anterior acordado en 2018 que nos permita transitar el camino de la recuperación económica y hacerlo de manera sostenible, generando un ambiente propicio para las inversiones, con más trabajo”, agregó.
“Queremos un programa que se base en preceptos sensatos, que nos permita transitar el camino de la recuperación, poder hacerlo de manera sostenible y, al mismo tiempo, ir ordenando la situación externa”, afirmó y cerró: “Un programa que esté alineado con los objetivos de crear trabajo, reducir de inflación, generar un ambiente más propicio para la inversión privada y aumentar el valor agregado de la economía, que es lo que también nos va a permitir poder sostener la trayectoria de crecimiento”.
Las reuniones presenciales con Julie Kozack, directora adjunta del departamento del hemisferio occidental y el venezolano Luis Cubeddu, jefe de la misión para la Argentina, y Trevor Alleyne, representante del FMI en la Argentina comenzarán esta tarde. Hoy el Gobierno dio un giro político que no pasará desapercibido: tras la polémica que generó la postura a favor de Nicolás Maduro en Venezuela de Carlos Raimundi, la administración de Fernández dijo que apoyará el informe de Michelle Bachelet. Los enviados del Fondo serán recibidos por funcionarios del Ministerio de Economía, el Banco Central y Desarrollo Productivo. Se verán con representantes del sector privado, sindicatos (el jueves será el turno de la UIA y de la CGT, según contaron a LA NACION) y la sociedad civil. La visita es corta. Volverán a Washington el fin de semana con los primeros detalles de lo que pasa en la Argentina.
En el Fondo machacan que la llegada de su staff representa sólo una primera misión desde que el Gobierno oficializó su solicitud de un nuevo programa. Que el objetivo es conocer en mayor detalle los planes y prioridades de las autoridades, y tener un conocimiento más profundo sobre la situación socio-económica. “No estamos aún en una fase de definiciones”, sentencian y agregan el sentido final de la visita del staff: “Es una misión en modo escucha”.
En un apoyo inédito, el país recibió del FMI un apoyo financiero de US$44.000 millones durante el gobierno de Mauricio Macri a través de un Stand-By Agreement ante la fuerte salida de capitales de países emergentes. Todavía quedaban desembolsos, pero el programa fue dado de baja desde EE. UU. Los vencimientos más grandes no son inmediatos, sino que llegarán en 2022 y 2023. Pero la necesidad de un acuerdo que genere certidumbre al sector privado es grande y el salto a un programa de facilidades extendidas que permitan reprogramar la deuda puede requerir reformas estructurales, según muestra la historia reciente del organismo.
“Es largo el partido”, dicen en el Gobierno, donde esperan un cierre al final del primer cuatrimestre de 2021. “En 2018 claro que perdimos”, afirman sobre el programa de Macri. Creen que de las reuniones preliminares no habrán grandes definiciones. “Nos estamos conociendo un poco más”, sostienen los mismos que hablaban de un enamoramiento en la etapa de renegociación de la deuda con los privados y ahora vaticinan un largo matrimonio.
Por: Francisco Jueguen/La Nación