Crece el consumo, pero no hay registros oficiales

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Productores informales ofrecen cremas, geles, infusiones en ferias, dietéticas y quioscos.

ada vez más gente consume en el país algún producto derivado del cannabis, según los testimonios que se multiplican en grupos de amigos, en el trabajo o hasta en la sala de espera de un consultorio, aunque no hay registro que lo demuestre.

Por fuera del uso con supervisión médica, incluido en veterinaria, hay productores informales que ofrecen cremas, geles, infusiones en ferias, dietéticas, quioscos o a través de las redes sociales: prometen por lo menos el alivio de dolores con el uso regular, un resultado que no siempre se obtiene con un producto del que se desconoce su composición desagregada por componentes de la planta usada.

La reglamentación de la ley 27.350, que autoriza el uso con fines terapéuticos y paliativos del cannabis, determina que “las acciones de promoción y prevención deben estar dirigidas a las personas que, por padecer una enfermedad bajo parámetros de diagnósticos específicos y clasificados por la Organización Mundial de la Salud, se les prescriba” el uso de la planta y sus derivados. Esa enfermedad es, por ahora, la epilepsia refractaria o resistente a los tratamientos disponibles.

En marzo pasado, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de las Naciones Unidas dedicó un espacio a la aprobación del uso medicinal del cannabis: en una nueva edición de su informe, advirtió sobre la importancia del control adecuado de las condiciones en que se autoriza.

“La primera condición es que exista un organismo nacional que controle la producción y el suministro”, afirmó, entonces, Luis Otarola Peñaranda, de la JIFE, según las convenciones internacionales a las que adhieren los países miembros de la ONU. Eso incluye desde otorgar las licencias de elaboración del cannabis de uso medicinal y con fines científicos. “El Estado tendrá que tener derecho exclusivo del comercio al por mayor, es decir, que tiene que establecer una suerte de monopolio de compra para evitar la desviación”, agregó.

En los informes que los países miembros de la ONU deben enviarle a la JIFE se les pedirá que incluyan una previsión del consumo y la cantidad de pacientes con indicación por alguna enfermedad.

La junta identificó un alza del consumo de marihuana, que es la droga con efecto psicoactivo, en estados norteamericanos donde está permitido el uso medicinal del cáñamo porque se relaja socialmente la percepción del riesgo.

En su documento, les recomendó a los países implementar políticas que impidan el cultivo no autorizado y monitoreen que el uso “sea recetado por profesionales médicos competentes de conformidad con la buena práctica médica y pruebas científicas sólidas”.

(De La Nación)


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