Esta semana arrancó la 26° Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que reúne a unos/as 120 líderes mundiales con el objetivo de lograr reducir las emisiones de dióxido de carbono y así aminorar el calentamiento global, que se viene acelerando en las últimas décadas (¿o vos te pensaste que los 36° grados de la semana pasada, récord para el mes de octubre salían de un repollo?).
Aprovechando el tema de la semana, me gustaría analizar uno de los tantos frentes económicos que tiene, el de los desastres naturales. Como ya es sabido, el aumento de la temperatura del aire y del agua provocan el aumento del nivel del mar, potentes tormentas, fuertes vientos, sequías e incendios más intensos y prolongados, e intensas precipitaciones que dan lugar a inundaciones; es decir, incrementan la cantidad de desastres naturales. Ahora bien, ¿qué tan grande es su impacto económico? ¿Afecta a todos los países por igual? Estas son las preguntas que precisamente buscan responder Laura Acevedo, Oscar Becerra y Eduardo Cavallo en este trabajo que acaba de ser publicado.
Tipología de los desastres naturales
Lo primero que hacen los autores es definir qué se considera un desastre natural y, a partir de eso, cómo clasificarlos. Se considera un desastre natural si i) provoca 10 o más muertes; ii) si afecta a 100 o más personas o si iii) las autoridades declaran la situación de emergencia o piden asistencia internacional. Los 4 tipos más frecuentes son los geofísicos (erupción de volcanes, terremotos y tsunamis), los meteorológicos (tormentas, huracanes, temperaturas extremas), los hidrológicos (inundaciones y desprendimientos de tierra) y los climáticos (sequías e incendios).
En función de eso, los autores identifican 12.377 desastres registrados entre 1970 y 2019, clasificados según estos 4 tipos. Alrededor del 45% son hidrológicos, 35% son meteorológicos y 11% son geofísicos. Estos eventos provocan grandes daños en muy poco tiempo (en promedio duran unos 10 días) y son difíciles de predecir, tanto para el momento como la ubicación, con lo cual pueden ser considerados como típicos shocks negativos a la economía. En cambio, las sequías (que representan 5,3% del total) duran mucho más, unos 232 días en promedio.
Tipos de desastres naturales (en % del total)
Fuente: Acevedo, Becerra y Cavallo (2021).
Como se puede ver en el gráfico a continuación, los desastres naturales han aumentado en el tiempo, sobre todo debido al crecimiento de los eventos hidrológicos y los climáticos (que se multiplicaron por 6 desde 1970), los cuales probablemente hayan estado provocados por el cambio climático. No obstante, los fenómenos geofísicos también se incrementaron (por tres), y como no están asociados al cambio climático, esto sugiere que parte del aumento se debe a la mejora en la calidad de los registros estadísticos.
Cantidad de desastres naturales por tipo
Fuente: Acevedo, Becerra y Cavallo (2021).
¿A cuánta gente afecta y qué tan letales son? El cuadro siguiente muestra la distribución geográfica de las personas afectadas y la cantidad de muertes (columnas 1 y 2), y luego cómo éstas se reparten entre los distintos tipos (columnas 3 a 6). Combinando la información del gráfico anterior y del cuadro podemos identificar ciertos rasgos distintivos para cada caso. Los eventos hidrológicos son los más frecuentes, afectando a la mayoría de la población, pero son también los menos letales. En cambio, los geofísicos son los menos frecuentes y los que afectan a una menor cantidad de población, pero son los más letales. Los eventos meteorológicos se encuentran justo en el medio, tanto en términos de frecuencia, como de población afectada y de muertes. Los climatológicos son pocos frecuentes y letales, salvo en la región de Medio Oriente y África, donde afectan a buena parte de la población).
Desastres naturales en función de las personas afectada, la cantidad de muertes y los tipos de eventos
Fuente: Acevedo, Becerra y Cavallo (2021).
El impacto económico
¿Cómo se puede determinar si un desastre natural afecta el crecimiento económico? Este tipo de cuestiones siempre son difíciles de medir, dado que lo ideal sería comparar contra el escenario donde ese fenómeno no sucede para poder determinar la diferencia entre un caso y el otro (lo que se conoce cómo el “contrafáctico”), algo imposible de lograr. Lo que los autores hacen es comparar la tasa de crecimiento promedio y el nivel del PBI per cápita para los 6 años anteriores y para los 6 años posteriores al desastre natural, de modo de ver si existe algún cambio permanente. A partir de eso, encuentran que el desastre natural provoca una caída de entre 1,6 y 3,7 puntos del PBI, dependiendo de la severidad del evento (dado por la cantidad de muertes). Por otro lado, no observan diferencias significativas en las tasas de crecimiento, con lo cual ésta no se vería afectada. Para una dimensión de esto, en 2019 hubo 400 desastres naturales en 200 países, con lo cual estamos hablando de un promedio de 2 desastres naturales por país por año.
Pero el resultado más interesante que encuentran los autores es que los impactos son desiguales entre los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo. Esto lo verifican al separar los desastres naturales en función del PBI per cápita del país, encontrando que en los países desarrollados no se observa una caída significativa del PBI y además también son menores las fatalidades (comparando desastres de magnitud similar). El resultado es bastante lógico, dado que estos países cuentan con niveles de infraestructura más elevados que los hacen más preparados para enfrentar estos eventos catastróficos, como así también mayores recursos para que, una vez que suceden, puedan asistir de manera mucho más efectiva a las personas damnificadas. Por otro lado, los países en vías de desarrollo no solo cuentan con menos herramientas para neutralizar estos efectos, sino que en muchos casos los amplifican (por ejemplo, permitiendo la construcción de casas y edificios en zonas potencialmente riesgosas sin tomar los recaudos y las prevenciones necesarias).
Si a esto le sumamos el hecho de que los principales causantes del calentamiento global son, precisamente, los países más desarrollados, entonces vemos cómo hasta en los temas ambientales se generan inequidades entre nas naciones ricas y las más pobres.
Emisiones acumuladas de CO2 por continente
Fuente: Our world in data.
¿Cuál es la solución? Por empezar, estos países son los que primero deberían reducir sus emisiones de dióxido de carbono y además compensar los daños en los países menos desarrollados (por ejemplo, destinando fondos a la creación de un fondo global para el desarrollo de la infraestructura). Sí ya lo sé, pero déjenme soñar un poco.
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Juan Manuel Telechea | Cenital