El discurso de Javier Milei en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso finalmente no trajo grandes novedades. Una buena parte lo destinó a repetir prácticamente lo mismo en materia de herencia recibida -que ya había dicho en su discurso de asunción-, dardos para todos lados (a la oposición, a los medios de comunicación, artistas, sindicatos, provincias, entre otros), un paquete de leyes “anticasta”, y una convocatoria a gobernadores, expresidentes y líderes de los principales partidos políticos “para la firma de un nuevo contrato social que establezca los 10 principios del nuevo orden económico argentino” (en el #PrimeraMañana del lunes tienen todo el detalle).
De todo lo que mencionó sobre la herencia económica, hay un punto en particular sobre el cual me parece fundamental profundizar (y sobre el cual Milei no hizo tanto hincapié), dado que allí se sintetizan buena parte de los problemas: Argentina lleva 12 años de estancamiento económico.
Una lenta agonía
La semana pasada salió publicado el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) de diciembre y, de esa manera, se confirmó que en 2023 la economía se contrajo en torno a 1,6% lo que se traduce en doce años de estancamiento, superando a la “década perdida” que fue de 11 años (1980–1991).
¿Tan importante es que el Producto Bruto Interno (PBI) no aumente? Sí, porque es una de las variables más importantes de una economía. El PBI conecta la producción con los ingresos, el empleo y los precios de la economía, algo que muchas veces no se enfatiza demasiado. No es coincidencia que, al comparar con el 2011 -último año de crecimiento- la tasa de pobreza haya aumentado más de 12 puntos porcentuales, del 29,8% al 42,4% (utilizando la estimación de la Universidad Torcuato Di Tella para 2023) o que el salario registrado haya caído 10%. En buena medida, todo eso se explica por el estancamiento de la actividad económica. Veamos. El PBI mide el valor de la producción total de bienes y servicios finales que genera un país en una determinada cantidad de tiempo (por ejemplo, durante un mes, un trimestre o un año). Con lo cual, en alguna medida, lo que está midiendo es la capacidad de producción de todas las empresas argentinas. Por eso está muy vinculado con el empleo y los salarios. Piensen que, para aumentar de manera sostenida la producción, indefectiblemente se requieren más trabajadores (más empleo), lo cual, a su vez, permite pagar mejores salarios. Teniendo en cuenta que la población argentina sigue creciendo (a una tasa un poco menor al 1% anual), el estancamiento de la producción -y de los ingresos- durante los últimos 12 años resulta todavía más crítico: si medimos el PBI de 2023 en términos per cápita (dividido el total de la población), vemos que es un 12% menor al de 2011. O sea, el ingreso promedio de la población argentina en la actualidad es, en promedio, un 12% menor que el de 12 años atrás. No los quiero seguir deprimiendo, pero hay algo todavía peor. Lo normal es crecer. La gran mayoría de los países aumenta su PBI todos los años. Esto significa que nuestra calidad de vida no solo se deterioró respecto de los años anteriores, sino también comparado con el resto del mundo. Si tomamos la base de datos del FMI, con los 191 países para los que contamos con las estadísticas suficientes y analizamos la tasa de crecimiento promedio de los últimos 12 años, vemos que Argentina ocupa el puesto 178. Eso significa que cada año que seguimos en esta situación, quedamos más rezagados frente al resto. Al comparar con el resto de la región, el atraso se hace evidente. La gran mayoría de los países aumentaron su PBI per cápita de manera significativa: Colombia y Bolivia 23%, Perú 22%, Paraguay 19%, Uruguay 17% y Chile 14%. Le siguen dos casos intermedios (Brasil con 4% y Ecuador -1%) y bastante más lejos Argentina con una caída del 12%. En el gráfico no se incluye el caso venezolano -que sin dudas se ubica por debajo del argentino- por falta de datos oficiales. PBI per cápita a precios constantes 2011–2023 (índice 100 = 2011) |
Fuente: #Rollover en base a FMI. |
Es importante aclarar que el PBI per cápita está estrechamente correlacionado con una vasta cantidad de indicadores vinculados a la calidad de vida. Esta aclaración es relevante porque a veces se escucha que no es necesario crecer -o sea, aumentar el PBI per cápita- para mejorar la calidad de vida de la población, lo cual no es cierto. Esto se puede ver sintetizado en el siguiente gráfico, que muestra la relación entre el PBI per cápita y el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de los países. Este índice busca medir la calidad de vida de la población a partir de distintos indicadores vinculados con la esperanza de vida, el acceso a educación y el bienestar económico. Relación entre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) y el PBI per cápita |
Nota: Se tomaron todos los países con un PBI per cápita de hasta USD 50.000. El dato marcado en un color más oscuro representa la posición de Argentina. La diferencia con el PBI per cápita argentino del gráfico anterior es que utiliza una metodología distinta, en este caso, está medido en dólares a precios constantes. Los datos corresponden al año 2017. Fuente: #Rollover en base a Our World in Data. |
Como se puede apreciar, existe una relación muy estrecha entre el PBI per cápita y el IDH, mostrando el vínculo que existe entre la mejora del ingreso y la calidad de vida de la población. Dicho de otra manera, no hay ningún país que tenga un elevado nivel de desarrollo y un PBI per cápita bajo. Sin el aumento sostenido de la producción no hay manera de mejorar de manera significativa la calidad de vida de las personas. 2024 no es la excepción Los indicadores económicos de los primeros meses del año muestran que la recesión se profundizó de manera considerable. El fuerte incremento del 120% en el tipo de cambio que aplicó ni bien asumió el gobierno, sumado a un drástico ajuste fiscal (como parte de su estrategia para corregir los problemas heredados), pegaron de llenó en la inflación, lo que se tradujo en una caída muy fuerte de los ingresos y en las ventas por parte de las empresas. Así, el promedio de las proyecciones de las principales consultoras estima una caída en torno al 3% para este año, concatenando el décimotercer año de estancamiento. Para tener una idea del cimbronazo que significa esto piensen que ni la reversión del efecto negativo que implicó la tremenda sequía del año pasado -cuya contribución al PBI de este año sería superior a los 2 puntos porcentuales- ayudaría a contrarrestarlo. La gran pregunta ahora es si las medidas tomadas (y las que se vienen en los próximos meses) servirán para bajar la inflación de manera persistente y para recuperar el crecimiento. Milei apuesta todo a un violento ajuste del gasto público para eliminar de acá a fin de año el déficit fiscal, lo cual presenta serios desafíos, al margen de si su diagnóstico es correcto o no. Habrá que esperar como mínimo al año que viene para tener un panorama más claro, algo que -como saben- para Argentina es el larguísimo plazo. Antes de acercarte mis recomendaciones del día, quiero invitarte a que te sumes al círculo de Mejores amigos de Cenital. Sabemos que son tiempos difíciles, pero tu aporte es central para que podamos seguir haciendo el periodismo que te gusta y en el cual confiamos. Ojalá ya hayas visto todas las novedades que tenemos para este año, porque Cenital se agranda. El próximo miércoles te va a llegar #Rollover de la firma de Guido Zack, quien empezará a escribir conmigo este newsletter, que pasa a ser semanal. |
Juan Manuel Telechea | Cenital