CORONAVIRUS EN ARGENTINA, UNA OPORTUNIDAD PERDIDA PARA LA RSE

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Pese a sus años de existencia y del crecimiento de su importancia, la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) de las organizaciones argentinas no mostró una respuesta articulada y contundente a la pandemia.

Pocos pueden discutir que Argentina es un país distinto desde el 20 de marzo, inicio de la cuarentena para prevenir los contagios de COVID-19, del que se conoce poco y nada sus efectos colaterales, y a la fecha no tiene disponible vacuna.

Entonces recordé la tarjeta que recibí de un banco al comenzar la década del ’90, con un ideograma chino -país en el que se inició la pandemia- que significa “peligro” y “oportunidad”. Pareciera que a la oportunidad del peligro del COVID-19, las empresas argentinas la han dejado pasar.

Escuchamos y vemos por los medios las múltiples inversiones realizadas por el Estado Nacional para reforzar el sistema sanitario y evitar su desborde, el enorme e invalorable sacrificio hasta la propia vida de médicos y enfermeras, y las PyMEs que reconvierten sus líneas para producir barbijos, máscaras y alcohol en gel, además de aportes estatales para los sueldos de grandes empresas, para evitar la pérdida de puestos.

Sin embargo, de parte de estas empresas, la Responsabilidad Social Corporativa hace “mutis por el foro”.

Entre otras acciones, podría haberse organizado la reunión de esas áreas de las empresas para articular una prevención de la pandemia lo más eficaz posible con su plantilla y su comunidad, y quizá hasta construir unidades de atención sanitaria allí. Esta es una situación excepcional que amerita que la RSE sea mucho más que arrojar un balde de agua en el mar.

Estas propuestas se podrán criticar en términos monetarios, pero tienen como base la imagen real del desarticulado empresariado argentino, a veces empeorada por inoportunas declaraciones de algún líder con vocación mediática.

La comunicación adecuada de estas acciones de RSE para colaborar con el país –y no con el gobierno- sería un inmenso paso adelante para remarcar el compromiso real de las organizaciones argentinas con el entorno, mejorando su imagen. Un poco regresando al Ivy Lee de principios de siglo XX.

Por eso surgen los “aportes solidarios obligatorios” de grandes fortunas personales dueñas o accionistas de esas empresas, que el Estado promete destinar a sectores a los que se podía haber llegado mediante la Responsabilidad Social Empresaria. Aportes que no eximen a sus responsables de pagar impuestos: o sea, resulta un pésimo negocio como se lo mire.

Mgr. Nestor Luis Santomartino – LinkedIn

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